Así es Susanne Thier, novia de Sebastian Kurz y nueva primera dama austriaca

Viven juntos en un piso de alquiler a pesar de no estar casados y declararse católicos

Susanne Thier junto a Sebastian Kurz REUTERS

ROSALÍA SÁNCHEZ

Que los dos sean todavía tan jóvenes no quiere decir que no se trate de una relación consolidada. Hace ya años que ambos viven juntos en un quinto piso de alquiler en el distrito Meiding de Viena, el mismo en el que creció Sebastian Kurz y en cuyas tiendas y restaurantes se les ve a menudo de la mano. Los padres de Sebastian vivien a la vuelta de la esquina y ya ha dejado claro que, aunque sea elegido jefe de gobierno, desea continuar en la vivienda que ambos comparten.

Tiene solamente un año menos que él y se conocen desde el colegio. Sebastian se declaró cuando tenía 18 años , un amor de juventud que se ha mantenido firme hasta el día de hoy. Al igual que los estudios de Derecho del jefe de gobierno más joven de Europa, la boda hubo de ser aplazada cuando Kurz fue nombrado ministro de Exteriores con solamente 27 años. El retraso, sin embargo, no ha afectado a la relación.

Susanne Thier estudió Formación Empresarial y también está relacionada con la política, en la medida en la que trabaja en el equipo de una comisaria del Ministerio de Finanzas. El pasado mes de julio, en el congreso en el que Kurz se hizo con el liderazgo total del Partido Popular austriaco (ÖVP), Susanne le daba la mano mientras esperaban el resultado de la decisiva votación de los delegados . Cuando el portavoz anunció el 98% de los apoyos, ambos se fundieron en un beso que estuvo varios días en las portadas.

Pero la imagen de Susanne estaba ya desde mucho antes asociada a la de Kurz. En enero de 2013 acudieron juntos al tradicional Concierto de Año Nuevo. Ataviados con Drindl y pantaloncito alpino, bailaron juntos en el popular Bauernbundball y a menudo llegan del brazo a conciertos y teatros, a los que son muy aficionados.

«Es importante para él, un apoyo en los momentos clave », comentan fuentes del Partido Popular austriaco. «Sí, claro que hablamos de política y muchas veces me lleva la contraria», ha confesado Kurz en una entrevista, aunque siempre ha preferido dejar la relación personal en un segundo plano y hablar con los medios solamente de asuntos públicos relacionados con su trabajo. «¿No debería estar casado el jefe del partido conservador que además se declara católico?», le preguntó a pesar de ello el periodista Wolfgagn Fellner en una entrevista con la televisión pública OFR. «Si algún día me caso, será una boda muy íntima a la que acudirán solamente mi familia y unos pocos amigos. Y le aseguro que el partido no tendrá nada que ver en ello», respondió. «Definitivamente, me gustaría tener hijos », reconoció algo más distendido en una entrevista concedida a la cadena de radio Ö3 durante la campaña electoral, «pero eso es algo que prefiero hablar en casa antes que en la Ö3».

En casa, de todas formas, no hay mucho tiempo para hablar. Kurz se levanta a diario a las 6 de la mañana y nunca se acuesta antes de media noche. Trabaja entre 18 y 20 horas al día y solamente un par de veces a la semana toma un respiro para practicar deporte, sale a correr y visita el gimnasio. Cuando fue nombrado secretario de estado, la primera reacción de su chica fue: «ahora pasarás todavía menos tiempo en casa».

Si algo está claro es que, además de encandilar a Sebastian Kurz, Susanne ha logrado encandilar a sus futuros suegros, una profesora y un ingeniero, con los que Kurz mantiene una relación muy estrecha y sin cuya aprobación hubiese resultado mucho más complicada esa relación. También forma ya parte habitual de los tradicionales encuentros familiares en la casa de la abuela, en Zogelsdorf , Baja Austria, donde Sebastian pasaba las vacaciones de la infancia y de donde guarda tiernos recuerdos. La familia ya la ha acogido como a una más y en todo ello ha jugado un importante papel su carácter, discreto y conciliador.

Susanne junto a Philippa Strache, mujer del líder de la extrema derecha EFE

Su estilo de vestir no ha cambiado desde la adolescencia, con su melena rubia lisa, un urban chick distendido para su ropa y maquillaje ahumado en los ojos, el único detalle que habría que pulir en una primera dama . La prueba de que lleva tiempo preparándose para esa posibilidad es su decisión de tomar clases de conversación en inglés y francés. Y el hecho de que se salude visible y cariñosamente con Philippa Strache cuando ambas se encuentran, la mujer del líder de la extrema derecha del FPÖ, Christian Strache , ha sido interpretado en algunos medios austriacos como síntoma de sintonía y premonitorio de una futura coalición de gobierno entre los dos partidos. Philippa es una ex modelo y presentadora de televisión y casada desde el año pasado con Strache, que tiene dos hijos de una anterior relación. La diferencia es que es mucho más joven que su marido. Ambas han coincidido en eventos sociales en Viena , pero desde el ÖVP se encargan de desmentir una relación estrecha: «son conocidas, no puede decirse que sean amigas».

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