Algunas de las piezas textiles que se muestran en la exposición
Algunas de las piezas textiles que se muestran en la exposición - V&A

La ropa interior como una de las bellas artes

El Museo Victoria & Albert de Londres expone la historia de las prendas más privadas, desde los recios corsés de huesos de ballena a la lencería incitante

CORRESPONSAL EN LONDRES Actualizado: Guardar
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Corsés, bragas, sostenes y calzoncillos ya son piezas de museo. Y junto a ellos, también relamidos batines de caballero, curiosos camisones ideados solo para dar el pecho; monos domésticos inventados durante la Segunda Guerra Mundial, a fin de salir de casa con correcto porte si caía un bombazo intempestivo; o los paños menores de alto diseño de famosos que viven de su físico, como David Beckham o Dita von Teese. El Victoria & Albert de Londres, el enorme y suntuoso museo de Kensington dedicado a las artes decorativa, presentó ayer su exposición «Desvestidos: breve historia de la ropa interior». Y eso es lo que ofrece: un curioso relato de cómo ha evolucionado desde 1750 hasta hoy, contado mediante doscientas prendas.

«La ropa interior ha sido muy importante para la salud, la higiene, la autoestima y la confianza», asegura Edwina Ehrman. Recorriendo la muestra, parece claro que el asunto presenta más miga de la que le suponíamos quienes nos conformamos con los anodinos «gayumbos señor-muermo». Las alambicadas estructuras de los corsés del XVIII y el XIX tienen algo de ingeniería a lo Calatrava. Se exponen también placas de Rayos X, que acreditan los daños que llegaban a causar aquellas estrecheces en la anatomía de las mujeres. Aunque como advertía la Duquesa de Devonshire en cita de 1778: «El orgullo no siente el dolor». En el siglo XIX hubo un serio debate técnico sobre cómo crear corsés que realzasen la figura sin dañar la salud ni asfixiar a las usuarias.

Corsé de 1890
Corsé de 1890 - V&A

Sostienen los estudiosos del V&A que «hasta la más práctica ropa interior es intrínsecamente erótica». Pero el sugerente aserto se desmorona contemplando un corsé de hueso de ballena que se fabricó una anónima del XVIII. Explican también que a lo largo de la historia la función de las prendas íntimas ha sido «levantar, separar o exagerar partes de la anatomía».

Resulta interesante la batalla tecnológica que late tras la ropa interior, como las viejas disputas parisinas por las patentes de los corsés. La carrera está llena de hitos. Tal vez el mayor fue la enorme liberación que supuso la llegada del sujetador, registrado en 1863. Luego se siguió avanzando. Dupont inventó la licra en 1958, que desplazó al látex. En los años ochenta la ropa interior se tornó andrógina y cada vez más lujosa, como acredita un corsé de pedrería de Swarovski, o un camisón imposible de algo que parece oro del magnífico Alexander McQueen.

Un modelo luce los tradicionales calzoncillos de Calvin Klein
Un modelo luce los tradicionales calzoncillos de Calvin Klein - V&A

Por su puesto ahí están los calzoncillos de Calvin Klein de 1994, un poco ya demodé. Su banda mostrando la marca fue la génesis de un fenómeno actual: sacar a la ropa interior de su privacidad y mostrarla en combinación con la vestimenta de calle.

El toque español lo aporta un vestido de lunares de Antonio del Castillo, jefe de diseño de Lavin, que data de 1950 y se inspira en el flamenco. La entrada cuesta 12 libras, se inaugura este sábado y estará en cartel hasta marzo. El patrocinador es una firma de lencería, Agent Provocateur. La exposición peca tal vez de académica, le falta un puntillo de picante y sentido del humor, pero resulta curiosa.

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