Entrada de la discoteca, situada en el norte de Londres
Entrada de la discoteca, situada en el norte de Londres - FABRIC

Indulto para la discoteca más emblemática de Londres

Un juez permite la reapertura de Fabric, cerrada en septiembre tras dos muertes por sobredosis

CORRESPONSAL EN LONDRES Actualizado: Guardar
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El pasado 26 de junio, Ryan Browne, un chaval de 18 años, y sus amigos entraron en Fabric, la meca londinense de la música de baile, con tabletas de MDMA (éxtasis) ocultas en sus calcetines. Ryan, decepcionado porque los efectos no llegaban, compró más pastillas en la discoteca. A las dos de la mañana le falló el corazón y murió de sobredosis sin que los servicios de emergencia lograsen reanimarlo. Su cuerpo había alcanzado una temperatura de 41,6 grados. En agosto, Jack Crossley, también de 18 años, murió por otro fallo cardíaco a las puertas del club de Farringdon, al norte de la capital, situado frente al mercado de Smithfield, no lejos del Museo de Londres.

Las dos muertes colmaron la paciencia de la autoridad municipal del distrito de Islington, por el que es diputado Jeremy Corbyn, y en septiembre se retiró la licencia a Fabric.

Supuso un jarro de agua fría para la vida nocturna londinense, que va a menos, en gran medida por los disparatados precios inmobiliarios. Desde 2008 han cerrado el 50% de los clubes nocturnos de la capital, algo que preocupa al nuevo alcalde, el laborista musulmán Sadiq Khan: «No quiero que cierren más clubes. Son parte de nuestro patrimonio». El alcalde propugna que Londres conserve su carácter de «ciudad abierta las 24 horas» y su vida nocturna, «de primera línea mundial», que defiende como uno de sus grandes atractivos.

Pero la Policía consideraba Fabric «un refugio seguro para la venta y consumo de drogas» y consideraba «altamente probable» que se registrasen allí más muertes por sobredosis.

El cierre provocó una inmediata campaña de protestas, que recaudó 320.000 libras en internet y recogió 150.000 firmas. Algunos de los DJs anglosajones más relevantes apoyaron la reapertura. Al final, tras largas negociaciones entre la policía y la autoridad municipal, un juez de distrito ha decidido dar otra oportunidad a Fabric, que recuperará su licencia y podrá reabrir.

El club, fundando en 1999 en un local que antaño había acogido enormes neveras de carne, promete «tolerancia cero con las drogas». Lo cual viene a ser como si un pub anunciase que a partir de ahora no habrá más cerveza, pues parte de la euforia colectiva que se alcanza allí al ritmo de techno, house, hip hop o drum and bass se alimentaba claramente de la tolerancia con el éxtasis.

Fabric se compromete a mejorar la vigilancia, reforzará el circuito cerrado de cámaras de seguridad e instalará un nuevo escáner de identidad en las puertas. Los menores de 19 tendrán prohibida la entrada desde el viernes a las ocho de la tarde hasta las ocho de la mañana del lunes. Los 250 empleados del local de tres salas recibirán formación para la detección de drogas. Quienes sean sorprendidos consumiendo o portando estupefacientes en su interior serán vetados de por vida.

«Como alcalde estoy encantado con la reapertura», celebra Khan. Los llamados «clubbers» también festejan su triunfo. Pero habrá que ver si Fabric logra mantener su público y ser rentable sin su peligroso combustible químico.

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