EFE

Los hijos de la Princesa Diana quieren recordarla con una estatua

Estará en los jardines de Kensington, se pagará principalmente por suscripción popular yse inaugurará en agosto

CORRESPONSAL EN LONDRES Actualizado: Guardar
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La Princesa Diana perdió la vida en el túnel del Alma de París, el 31 de agosto de 1997, con solo 36 años. El coche en el que viajaba con su pareja, el empresario y playboy Dodi Al Fayed, se estrelló cuando circulaba a gran velocidad huyendo de los paparazis. El próximo verano se cumplirán ya veinte años de aquel accidente, que desbordó emocionalmente al pueblo británico y afectó hasta a la figura de la Reina. Pero el recuerdo de Diana sigue absolutamente vivo. Paseando por el parque de Kensington es muy común que algún turista asiático pregunte por dónde se va al memorial de Diana de Gales, una fuente en forma de espiral inaugurada en 2004, obra un tanto dispersa y que nunca ha acabado de funcionar.

Tampoco faltan nunca los tributos florales en la verja frente al palacio, más de un millón de ramos se han colocado allí en estas dos décadas.

Ahora los hijos de Diana, los príncipes Guillermo y Harry, de 34 y 32 años, que tenían 15 y 12 en el momento del accidente, creen que ha llegado la hora de que su madre sea recordada como se merece, con una gran estatua en los jardines de Kensington, el palacio donde vivió desde su boda con el Príncipe de Gales, en 1981, hasta su sonado divorcio en 1996.

Los príncipes han explicado en un comunicado las razones que los han animado a encargar la obra: «Han pasado veinte años desde la muerte de nuestra madre y es tiempo de reconocer con una estatua permanente su positivo impacto en el Reino Unido y en el mundo. Nuestra madre tocó muchas vidas. Esperamos que la estatua ayude a quienes visitan el Palacio de Kensington a reflexionar sobre su vida y legado».

El grueso del dinero se recaudará por suscripción popular, aunque podría haber una partida estatal. Los príncipes han creado un comité de personas próximas a ellos para asegurar un desarrollo riguroso de la iniciativa, del que formará parte la hermana mayor de Diana, Lady Sarah McCorquodale, de 61 años. Presidirá el consejo Jamie Lowther Pinkerton, oficial de las SAS en su día, quien fue secretario de los príncipes y es padrino del pequeño George. También se ha incorporado a un galerista londinense, para que aporte criterio artístico, y al director del consorcio de los Palacios Históricos Reales.

El favorito es el escultor Philip Jackson, que llevó a cabo el último gran encargo de la Familia Real, una representación de la Reina Madre.

La verdad es que Lady Di, a pesar de su fama y leyenda, no ha tenido suerte hasta hoy con las obras que la recuerdan en Londres. La fuente memorial de 2004 en Hyde Park, al margen de que nunca ha gustado, fue polémica en su día porque acabó costando seis millones de libras, dos más de lo presupuestado, y el Estado hubo de salir al rescate. La única escultura que existe hasta ahora es puro kitsch. Fue un encargo de Mohamed Al Fayed, el padre de Dodi, y está bajo las escaleras mecánicas de los almacenes Harrods. Muestra a la pareja liberando un albatros y es tan pastelera que arranca sonrisas socarronas.

En el Reino Unido hay debate académico sobre la calidad de muchas de las esculturas que se están inaugurando últimamente, porque algunos críticos creen que seguir con la escuela realista del siglo XIX y comienzos del XX resulta hoy un pastiche. La última polémica ha llegado con una escultura de la cantante Cilla Black, con la que ha celebrado su 60 aniversario el club The Cavern de Liverpool, donde empezaron los Beatles. Ha sido calificada directamente como «un horror» que desluce la zona.

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