Relájate: talla cucharas de madera

Es una nueva moda entre los hipsters británicos e incluso se ha creado el Spoonfest, un festival en torno a esta afición

Corresponsal en Londres Actualizado: Guardar
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En la era de las pantallas, algunas personas se entregan a la nostalgia de tiempos más sencillos y naturales. Lo artesano se vuelve así moderno, o cool, como dicen los anglosajones (y los hispanos pedantes). La cerveza y la ginebra artesana viven una edad de oro. La calceta ha vuelto, y también es un signo de distinción hornear tu propio pan. Pero todavía hay una moda más inesperada y sorprendente (o friqui): tallar cucharas de madera, lo último entre los hipsters londinenses, que otorgan propiedades relajantes a esa forma de artesanía.

Barnaby Carder, un treintañero corpulento y barbado, de cabeza tocada con gorrito de lana andino, se licenció en Biología, pero pronto descubrió que lo que le gustaba eran los árboles y la calma muda de los bosques.

La afición ha derivado en una tienda, Barn the Spoon, donde vende cucharas de madera y enseña a tallarlas en cursos de ocho horas por 180 euros. «Las cucharas de madera están en nuestra sangre, porque forman parte de las herramientas más antiguas utilizadas por los humanos. Son un símbolo verdadero de la cultura de la madera».

A pesar de lo excéntrico de su propuesta, le va bien. Sus cucharas cuestan entre 53 y 100 euros y ha dejado de venderlas a través de su web, porque no puede atender la demanda. Ahora es necesario acudir a su tienda física. Está situada en el hipster Shoreditch, el barrio más moderno de un Londres cada vez más aburrido, debido a que los elevados precios de la vivienda han expulsado a los jóvenes de toda su zona centro.

Ethan-James Osborne, de 42 años, ha escrito un libro sobre el tallado de cucharas y organiza fines de semana en los que enseña el método. Traslada a urbanitas saturados de la metrópoli hasta ignotos bosques norteños. Allí cortan ramas a golpe de hacha, que serán la materia prima para futuras cucharas. «La gente está buscando algo real», argumenta Osborne, que incluso ha dado una charla sobre el tema en TED, canal donde disertan grandes gurús. Reconoce que «no se trata tanto del producto final como del proceso de hacerlo». Asegura que tallar cucharas durante horas puede sumirte en un trance próximo a la meditación.

Desde hace más de un lustro los talladores de cucharas cuentan con su propio festival anual, el Spoonfest del Valle de Hope, en el norte de Inglaterra. Durante el día los asistentes pulen sus cucharas en tiendas de lona. Por la noche el asunto se pone hippy, con canciones en torno a un fuego de campamento. «Es bastante cool», cuenta Sean, un diseñador gráfico de Leeds, «todo el mundo repite aquello de que “en un mundo lleno de pantallas esto es algo real”, pero lo que ofrece es la oportunidad de conectar con otra gente».

La etiqueta #spooncarving de Instragram muestra muchísimos ejemplos de las cucharas como una de las bellas artes. Pero los feligreses proclaman que los beneficios son sobre todo interiores: llenar de algún modo unas vidas urbanas bastante frías y huecas.

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