Salvados el 60% de los ejemplares que van al Centro de Recuperación de Animales Silvestres
El centro abrió sus puertas en 2010 y ha acogido a más de 21.000 animales, víctimas de accidentes o maltrato o de especies exóticas que son entregados por sus dueños
Para serpientes, rapaces, mapaches y otros ejemplares, entrar en el Centro de Recuperación de Animales Silvestres de la Comunidad de Madrid (CRAS) es casi una garantía de supervivencia. Así lo avalan los datos: de los 1.735 ejemplares que llegaron al centro en los seis primeros meses del año, un 60 por ciento han podido volver al medio natural . Son en muchos casos, explicaron a la presidenta Cifuentes los responsables del CRAS, ejemplares que han sido encontrados heridos por atropellos o tras chocar con tendidos, crías que han caído del nido, y también abandonados, o especies extranjeras que al crecer se convierten en un problema para sus dueños.
Noticias relacionadas
Como la boa constrictor, idéntica a la que se hizo famosa rodeando el sensual cuerpo d e Salma Hayek en la película «Abierto hasta el amanecer», incautada y que ahora se recupera en sus instalaciones. O la tarántula que descansa en su terrario. Hay falsas corales, una serpiente del maiz, una pitón bola, y varias iguanas. «Se compran pequeñitas, pero cuando crecen, son animales fuertes, y dan grandes coletazos, corren, rompen cosas ... la gente se cansa de tenerlas en casa».
Y esta es una de las vías por las que los ejemplares llegan al CRAS: mapaches adorables que luego se descubren como animales agresivos, o guacamayos no tan fáciles para convivir como pensaron sus dueños. «Algunos se los llevan en adopción, pero luego los devuelven».
Los especialistas de CRAS explican el peligro que suponen esas especies, invasoras en algunos casos. Como las cotorras argentinas que inundan nuestros parques , y que «construyen nidos que llegan a pesar hasta 150 kilos».
La irresponsabilidad hace que algunas personas se hagan con ejemplares como los de los perros mapaches, de origen asiático . «Son la última novedad; pero son considerados especie invasora, no se pueden ni comprar ni vender». En ocasiones, este tipo de ejemplares que se llevan a un domicilio confiando en domesticarlos, terminan abandonados y atropellados en cualquier cuneta.
En ocasiones, el problema es de tiempo: las tortugas que con tanta ilusión se adquieren, pueden vivir en ocasiones «hasta 100 años» ; mucho más allá de las expectativas de sus dueños.
Hay veces en que los dueños renuncian voluntariamente a tenerlos porque por distintas circunstancias no pueden atenderles. Pero en otras ocasiones, los animales llegan al CRAS tras ser atropellados, haber colisionado con vallas o haber chocado con tendidos eléctricos. O, simplemente, por haberse caído del nido antes de aprender a volar.
Especialmente espectaculares resultan las grandes aves: buitres negros o águilas reales que en ocasiones son intervenidas por los veterinarios -si las heridas que las han llevado al centro así lo aconsejan- y luego pasan un tiempo en los enormes voladeros -con media docena de encinas en su interior en algunos casos- donde recobran el músculo necesario para volver a la libertad.
«Es importante que tengan el menor contacto posible con los humanos» , recuerdan los responsables del CRAS. Todo ello, en aras de conseguir su recuperación absoluta y poder volver a la vida en la naturaleza. Algo que ya no es posible para Pepa Pig , la jabata que unos vecinos encontraron herida y recién nacida, y que desde el centro fueron a recoger a su domicilio y criaron. Ahora, corretea por entre las visitas convertida en la auténtica mascota del CRAS.