Un pollo de buitre, en el momento del anillamiento tras ser descolgado del árbol
Un pollo de buitre, en el momento del anillamiento tras ser descolgado del árbol - INMA FLORES

El DNI de los buitres negros madrileños

En sólo 10 años, la población de esta especie se ha duplicado en la Sierra de Guadarrama, que acaba de cumplir 4 años con la declaración oficial de Parque Nacional

Madrid Actualizado: Guardar
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Tres personas componen la expedición. Juan Carlos Hueso y María Rosa Fortea son los agentes forestales y Javier de la Puente, el ornitólogo. Después de aparcar el todoterreno al margen de una pista forestal, comienzan la marcha, ladera arriba, en alguna parte del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, que acaba de cumplir cuatro años con esta distinción. Buscan un nido de buitre negro en el que, hace mes y medio, nació una cría. En total, este año han nacido 64 polluelos -cinco más que el año pasado- en el parque, que se unen a las 120 parejas de buitres que allí tienen su hogar y que han conseguido que la población de esta especie, en peligro de extinción en Madrid, se haya duplicado en los últimos 10 años.

«Algunos nidos parecen pequeños pero son como camas de matrimonio»

En 2007, los datos de la Comunidad determinan que en la Zona Especial de Protección de Aves del Alto Lozoya había 60 parejas reproductoras de buitre negro; mientras que en 2017 hay 120 parejas, el nivel más alto de una serie histórica que se remonta hasta el año 1997, cuando se registraron 36 parejas que, igual que los polluelos recién nacidos, también pasaron por el proceso de anillado.

La oficina en el monte

Ataviados con cuerdas, cascos y monos de trabajo, comienzan a asegurar su ascensión al llegar al punto exacto. No es para menos, se trata de unos 15 metros de altura hasta llegar al nido. «No parece muy grande desde abajo pero algunos son como camas de matrimonio», destaca De la Puente, investigador del parque nacional y de Seo Birdlife, que pone a disposición de cualquier aficionado una webcam donde se puede seguir, en directo, la vida en un nido de buitres.

Para evitar problemas en el anillado, intervención con la que el polluelo quedará identificado, se espanta a los padres para que el agente forestal pueda descolgar al pequeño buitre del árbol con seguridad.

Detalle del ornitólogo tomando medidas del ave
Detalle del ornitólogo tomando medidas del ave - INMA FLORES
«Algunos buitres de aquí se han visto en el norte de Francia o en Senegal»

«Ahora tiene unos 50 días de vida y es el mejor momento para hacer el anillado ya que, después son más peligrosos o podrían tirarse del nido», coinciden los tres, minutos antes de comenzar con el análisis del nuevo poblador, ya en la superficie. Sorprende el tamaño del buitre -pesa casi seis kilos- y la tranquilidad que demuestra al ser sometido al examen. «Alguno se levanta, pero la mayoría están tranquilos», recuerda el ornitólogo, mientras le coloca dos anillas -una amarilla y otra plateada- en las patas, equivalentes a un DNI para buitres.

La anilla amarilla permitiría conocer el año en el que nació el buitre y la plateada, para saber exactamente de qué buitre se trata. En esta intervención, el ornitólogo también anota las medidas del ave y recoge algunas muestras de sangre que ayudarán en el estudio de una especie que está compuesta por 2.400 parejas en toda España, de las cuales el 5% se encuentran en el parque nacional de la Sierra de Guadarrama.

Como las personas

Salvando las distancias, los buitres no son tan diferentes a las personas, al menos en algunos comportamientos: al principio de su vida viven con sus padres hasta que se lanzan a conocer mundo en su juventud. «No es raro ver buitres de aquí por toda España y alguno incluso han llegado al norte de Francia o a Senegal», refrenda De la Parte. Cuando el fuego de la juventud ha pasado, los buitres regresan al lugar donde nacieron para formar, como sus padres, una familia. Tanto que, como destaca Pablo Sanjuanbenito, co-director del Parque Nacional, «se están creando comunidades en los alrededores del Valle del Lozoya». De igual modo, Sanjuanbenito ensalza la labor de los investigadores, cuyo trabajo es clave para conocer mejor a estas aves que, unas veces muy lejos y otras más cerca, son identificadas por ornitólogos y fotógrafos aficionados gracias al anillamiento en el que se esmeran investigadores como De la Puente.

Quién le iba decir al ornitólogo que, años después de esta tarea, iba a ver cómo algunos buitres a los que él les hizo su particular DNI al nacer, se iban a convertir en padres cuyos hijos también iban a pasar por su «oficina».

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