El templo atesora la imagen de la Virgen más antigua de Madrid
El templo atesora la imagen de la Virgen más antigua de Madrid - Maya Balanya

Nuestra Señora de Atocha: la parroquia, inteligencia del corazón

En la Basílica, quizá por al influencia de los Borbones, hay una mezcla de espíritu dominico francés y español

Madrid Actualizado: Guardar
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No hay dos padres dominicos iguales. Perdón, excepto en lo referido a la lógica y estructura de su pensamiento. Influencia de la «Summa Theologica» de Santo Tomás de Aquino. Y no digamos nada si hablamos de las diferencias entre los dominicos franceses y los españoles, que me glosaba siempre el maestro historiador José Ignacio Tellechea. Los franceses, contemplativos, dedicados a la ciencia pura, arquitectura gótica. Los españoles, predicadores natos, populares, hombres de corte, románico puro. En la Basílica de Nuestra Señora de Atocha, quizá por la influencia de la Casa de los Borbones, hay una mezcla de espíritu dominicano francés y español que es un lujo.

Dice la historia que la imagen de Nuestra Señora de Atocha es la imagen más antigua de Madrid.

De factura en tiempos apostólicos y postapostólicos, encontramos referencias ya en un escrito de San Ildefonso, del siglo VII. Está ligada a la historia del caballero Gracián Ramírez, que en el siglo VIII la trasladó de una primitiva ermita al lugar en el que hoy se encuentra. Si nos ponemos dignos en filología, Atocha puede venir del lugar de procedencia de la imagen, Antioquía; o del griego Theotokos (Madre de Dios); o de un lugar en donde abundaban las «atochas», plantas de esparto.

Pero volvamos al templo, a la comunidad de padres dominicos y a su relación con la Casa Real. Por cierto, déjenme reseñarles que, cuando el párroco, el padre José Antonio Álvarez, un dominico de los que uno se imagina enseñando en la Cátedra de Prima de la vida, me explicaba la parroquia, me advirtió de que hay un dato del que no me podía dar señas ciertas: el lugar en el que está enterrado Fray Bartolomé de las Casas. Sí, el defensor de los indios murió en este convento, hoy casa provincial, y con la humildad de quien hace mutis por el foro.

En fin, que pisamos suelo de patrimonio real y que los Reyes de España declararon a Nuestra Señora de Atocha, «protectora de España, de todo el Nuevo Mundo, de sus flotas y galeones, de las Armas de esta Monarquía y Principal y más antigua Patrona de esta imperial Villa de Madrid», según rezan crónicas antiguas. Y dice el padre párroco, que me acabo de inventar este título, que la relación con la Casa Real sigue viva.

Los padres dominicos están en Atocha, custodiando la imagen de la Nuestra Señora, desde el año 1523, en el que Fray Juan Hurtado de Mendoza fundó ese convento. Por allí anduvieron Fray Jerónimo Vallejo, padre de los pobres, conocido por sus obras de caridad; y Fray Hernando del Castillo, historiador y predicador de Felipe II. Custodian a la Madre y al Hijo, el Santo Niño de Atocha, al que tienen mucha devoción en la América hispana, en particular en México, por eso de que hoy la hispanidad ya no está en España. Bueno, en Atocha, sí. Un niño Jesús vestido, cuya copia se llevaron los dominicos en el siglo XVI y que ahora vuelve en forma de devoto agradecimiento.

Entremos en la vida parroquial, que es también fruto del cultivo del espíritu. El padre José Antonio Álvarez está acompañado por tres hermanos de hábito que son los vicarios parroquiales de esta comunidad de fe, de vida, de profunda devoción, orgullosa de su Iglesia que es Basílica. Con una media de 130 funerales al año, 75 bautizos, y más de 60 bodas, acabo de aprender algo nuevo. La clave de las bodas está en la escalera. No la de Jacob, la del templo. Templo con amplia escala exterior, incremento de sacramentos, metáfora de la vida. Más de 125 niños en comunión y poscomunión, un nutrido grupo de jóvenes de confirmación, que después recalan en los grupos de laicos dominicos, una fraternidad laical que anima la parroquia y que está formada, ahora, por laicos profesionales. También está la Cofradía de la Virgen de Atocha y la del Rosario, que es marca de la casa, de la espiritualidad de los hijos de Santo Domingo de Guzmán, que, por cierto, cumplen ahora 800 años.

La comunidad reza la oración litúrgica de Laudes y celebra la misa de 8 de la mañana a diario. Más culto y devoción, la sabatina y la fiesta de la Rosa, quizá por eso de que el nombre de la rosa, con perdón de Umberto Eco, es algo más que el nombre, es la vida y la belleza en amor de pétalo. Y la sangre de los mártires, semilla de cristianos: cinco religiosos de ese convento, mártires de la persecución religiosa de inicios del siglo XX, son ya beatos. Está en el claustro, el monumento a ellos.

La caridad es también distinción de la parroquia de Nuestra Señora de Atocha. El curso pasado ayudaron en la economía de la vida a 354 familias, con el apoyo de un nutrido grupo de voluntarios y una trabajadora social que atiende las necesidades de un barrio que es isla y que ahora se cotiza a lo alto en la geografía urbana.

«Operación kilo»

Y la « operación kilo», algo que al párroco le sonaba antiguo, pero que cuando llegó la crisis se convirtió en banco de alimentos. Me dice que si no fuera por ella, que se hace con regularidad, no pocas familias no tendrían para comer.

En el territorio de la parroquia existe un colegio y comunidad de Salesianas del Sagrado Corazón. Y, si de colegios hablamos, no debemos olvidar el anejo a la parroquia, que es de la fundación educativa de los padres dominicos, y que alberga en sus aulas a más de mil niños. Educación y cultura, porque los vicarios padres jóvenes de la parroquia, el trío que ahora se está recomponiendo, promueven un aula ccultural, que lo mismo organiza viajes, un curso sobre historia de Madrid, que talleres de yoga y de gimnasia. Mens sana en cuerpo sano. Ejercicios del intelecto, del espíritu, por eso de que Jordán de Sajonia alabara de Santo Domingo de Guzmán lo que se puede decir de la parroquia de Atocha: es «una humilde inteligencia del corazón».

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