Las grandes discotecas no abrirán en la «prueba piloto» de la noche de Madrid

Los locales pequeños estrenan medidas de prevención y miden si es rentable regresar con el aforo limitado al 40 por ciento

La cola a las puertas de la sala Republik en su primer día de apertura GUILLERMO NAVARRO

Cris de Quiroga

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Las prisas de última hora acarrean imprevistos. El Gobierno de la Comunidad de Madrid adelantó este miércoles la apertura de las discotecas cinco días y, a las 00.30 horas del viernes, la sala Republik iba a ser una de las primeras en estrenar las nuevas reglas del juego nocturno, transformada en una suerte de salón con mesas separadas por la reglamentaria distancia de seguridad. Pero unas horas antes de abrir sus puertas tras 115 días cerradas , el proveedor del mobiliario falló. La fiesta, no obstante, no se canceló, aunque se convirtió en una «prueba piloto» .

Antes de que este club de ambiente y música electrónica a espaldas de la Gran Vía cambiara sus planes, las entradas ya se habían agotado . «Algunos nos han dicho: “Qué pereza si no se puede bailar en la pista”. Pero la reacción de la gente ha sido maravillosa», cuenta Viviana Zapata, la encargada de Republik. Con el aforo reducido al 40 por ciento, ahora pueden entrar hasta 85 personas. Un portero toma la temperatura en la puerta y la primera planta está reservada para lo que han bautizado como un «túnel de desinfección», con gel hidroalcohólico, alfombrillas desinfectantes y mascarilla para el que la haya olvidado. Es un hecho: salir de copas en la «nueva normalidad» será bastante diferente. «Al principio es necesario demostrar que no somos un foco de infección », zanja Zapata.

Primero y último

El sector del ocio nocturno , que representa el 1,6 por ciento del PIB (Producto Interior Bruto) de la región, fue de los primeros en cerrar, el pasado 11 de marzo. Ya días antes, incluso, la afluencia había menguado con la pandemia agravándose. Ha sido el último en volver y, si lo ha hecho el 1 de julio, aunque apenas asomando la cabeza, se debe a las protestas de los empresarios , que no podían prolongar más tiempo el parón de cuatro meses.

Sin embargo, su tímido regreso este fin de semana se asemeja más a un ensayo de prueba y error que a una verdadera vuelta. De los alrededor de 1.200 locales de la capital solo abrirán el 20 por ciento , unos 300, según prevé la asociación Noche Madrid. En el Círculo de Empresarios de Ocio Nocturno y Espectáculos de Madrid (CEONM) reducen la cifra al 10 por ciento.

Serán las salas pequeñas las que prueben suerte con las medidas de prevención impuestas por el Covid-19 ; lo más probable es que los pesos pesados de la noche madrileña, como Kapital , Teatro Barceló , Joy Eslava y La Riviera mantengan el candado el resto del verano. Sobre todo en julio y agosto, temporada baja en la región, cuando la fiesta se retira a la costa.

La pasada madrugada, el barrio de Malasaña escenificó este cadavérico «juernes». Ni rastro de botellones de jóvenes que se preparan para ir de bar en bar, del alboroto de autóctonos y turistas que animaba estas céntricas calles y desesperaba a los vecinos. El Penta , emblema de la movida madrileña en una esquina de la calle de la Palma, nunca había parecido tan amplio en sus 42 años de historia.

«A las 00.00 horas han entrado seis personas. El 1 de julio del año pasado estaba lleno», aseguraba en la puerta el encargado, Juanma Alonso, que trabaja en el mítico local desde 1989. «No es rentable abrir. Pero ¿qué hago, subo las copas? Entonces los clientes no vienen », se resigna.

En el interior —antes de acceder hay que lavarse las manos con gel hidroalcóholico —, solo tres pequeños círculos de amigos disfrutaban de una copa. «Es una faena», comentaba Samuel, de 41 años, junto a una barra desangelada y delimitada por líneas en el suelo. Solo deben llevar mascarilla cuando «salen de su zona de confort» , en palabras de Alonso, es decir, para acudir al baño o al no poder guardar la distancia de seguridad con personas ajenas. De momento, la escasa clientela facilita el cumplimiento de estas precauciones. «La gente está yendo a las terrazas. Pero hay que venir aquí, hay que ayudarles, si no, se hunden», añadía Samuel.

Una ciudad dormida

En la cercana calle de Velarde, la legendaria La Vía Láctea permanecía muda. Un puñado de bares de copas eran los únicos que destilaban alcohol en las inmediaciones de la plaza del Dos de Mayo , uno de los puntos predilectos de los noctámbulos que, sin embargo, estaba prácticamente desierta. A las 1.30 horas de la madrugada, dos agentes de la Policía Municipal multaron a un grupo de jóvenes que bebía de un par de botellas en uno de los bancos. «Estábamos en un pub aquí al lado, nos aburríamos y hemos venido aquí», explicaba uno de ellos a ABC, en retirada después de haber sido sancionados.

Estas patrullas municipales forman parte del dispositivo policial desplegado desde que se relajaron las medidas del confinamiento y que sigue supervisando las calles. «Está todo muy tranquilo», afirmó uno de los agentes que vigilaba la plaza frente al insigne Teatro Barceló, cerrado a cal y canto. En esta tradicional zona de botellón solo unas pocas personas charlaban en algunos bancos; ninguna bebía alcohol.

Todavía está por ver el éxito de esta incompleta apertura. El sector ya espera nuevas negociaciones con el Ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso para pactar mayores aforos y, lo más importante, recuperar la pista de baile . Mientras, parece que la capital prefiere dormir por las noches.

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