Bruno Hernández, arriba y tapado con una cazadora, en la reconstrucción de los hechos
Bruno Hernández, arriba y tapado con una cazadora, en la reconstrucción de los hechos - DE SAN BERNARDO

El descuartizador de Majadahonda: un año en la enfermería de prisión entre visiones y desvaríos

El presunto asesino no habla de las dos desaparecidas y ha mejorado ligeramente de su esquizofrenia gracias al tratamiento

Madrid Actualizado: Guardar
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El presunto descuartizador de Majadahonda, Bruno Hernández Vega, de 33 años, está a punto de cumplir un año en la prisión de Navalcarnero, tiempo que ha pasado en la enfermería tras su detención el 8 de abril acusado de la desaparición y asesinato de su inquilina y de su tía. Siempre controlado y medicado por la enfermedad que padece, esquizofrenia paranoide, ahora pasa sus días más tranquilo, según ha podido saber ABC. Ha dejado atrás los desvaríos y visiones que le han acompañado durante meses debido a los efectos del tratamiento que solía abandonar.

No acude a ningún taller, está siempre acompañado por un reo y sale al patio de enfermería con los pocos presos que están en condiciones de salir, pero jamás ha hablado de lo ocurrido con las dos mujeres.

Nunca ha tenido un comportamiento agresivo ni ha protagonizado ningún altercado, «estaba como ido, como si no supiera donde estaba», precisan.

Está previsto que el juicio por la desaparición de su inquilina, la argentina Adriana Gioiosa, de 55 años, a la que se perdió la pista a finales de marzo de 2015, junto con la de su tía, Liria Hernández, dueña del bautizado como «chalé de los horrores» de Majadahonda, en el que alquilaba habitaciones, se celebre este mismo año.

A la hermana de su padre se le perdió la pista a finales de 2011 o principios de 2012. Él le dijo a su padre que la había ingresado en una residencia de Ávila y que hablaba con ella periódicamente. Como la familia no se lleva muy bien, a nadie pareció extrañarle.

Una vez destapado el caso de Gioiosa por el hermano de la víctima, que denunció el 6 de abril que no se podía comunicar con ella, se comprobó que a su tía se la había tragado la tierra. El juez acusa formalmente a Hernández de dos presuntos delitos de asesinato, de falsedad documental, ya que simuló la firma de su tía para quedarse con el usufructo del adosado, junto al de estafa y tenencia ilícita de armas. Sin embargo, su enfermedad puede servirle de eximente. A ambas mujeres se las ha buscado en el vertedero de Pinto sin éxito. Las esperanzas de encontrarlas se desvanecen.

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