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Aquí antes había un cine: salas cerradas en Madrid

Recorrido por la desaparición de las salas en el último medio siglo cuando se cumplen cien años de los Ideal, los más antiguos de Madrid todavía abiertos

MADRID Actualizado: Guardar
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El 13 de mayo se cumplen cien años de la inauguración de los cines Ideal, los más antiguos de Madrid que todavía permanecen abiertos. Un siglo de dominio del séptimo arte en el ocio cultural con unos últimos cuarenta años azotados por una maldición de siete plagas para las salas tradicionales: la televisión, el vídeo, los planes urbanísticos, los multicines de los centros comerciales, la piratería, la digitalización de las pantallas y la subida del IVA.

El estudio de las páginas de cartelera de ABC de los últimos 50 años muestra el paulatino declive de los cines en la capital. En este periodo ha caído del pico de 161 cines en 1969 a los 31 actuales, la cifra más baja, alcanzada en 2015 y mantenida en la actualidad.

El recuento se ciñe a los cines recogidos en la hemeroteca del diario, es decir, los cines comerciales de Madrid; el análisis no incluye, por tanto, cines de barrio ni académicos.

De aquella época dorada, en funcionamiento apenas quedan una docena. Después del Ideal, los más antiguos aún abiertos son los Doré (1923), Callao (1926), Palacio de la Prensa (1929), Capitol (1931) y Proyecciones (1931).

Ejes cinematográficos

Fuencarral fue, desde los inicios del cine, uno de los ejes cinematográficos de la capital. Llegaron a aparecer hasta ocho al mismo tiempo en la cartelera de ABC durante años. Hoy solo quedan dos. En Gran Vía hubo durante décadas 13 cines en funcionamiento a la vez, hasta el cierre del Lope de Vega a mediados de los noventa. Hoy solo quedan tres. En Bravo Murillo, otro de los ejes históricos, coincidieron nueve durante años. Hoy solo están los Verdi.

[Pincha sobre los puntos en el mapa para conocer la dirección donde ha habido un cine en el último medio siglo, el tiempo que permaneció en cartelera y su uso actual.]

Televisión, vídeo, piratería...

La crisis de los cines ha sido una pérdida continua durante las cuatro últimas décadas. La generalización de la presencia de los televisores en los hogares en los años setenta fue el primer aviso: ya no tenían la exclusividad de la difusión de las películas. La primera batalla de los empresarios de las salas fue contra la «competencia desleal» de TVE. En 1979 quedaban 137 locales en cartelera frente a los 161 de diez años atrás. Las grandes salas aguantaron pero desaparecieron otras menos céntricas como los Sevilla (Abtao, 4) o los Vallehermoso (Donoso Cortés, 22). Ya en 1981 se hablaba de «Los “palacios de las pipas”, en peligro de extinción».

Los ochenta trajeron la generalización del vídeo doméstico: los cines también perdían la exclusividad de las películas bajo demanda. Los empresarios de espectáculos se lamentaban entonces de los vídeos comunitarios y de las exhibiciones piratas de los bares. Con el auge inmobiliario de la década, el valor de los edificios se impuso sobre la explotación del negocio cinematográfico. El Ayuntamiento comenzó a facilitar la reconversión de las salas a usos no culturales con la autorización municipal. De 140 cines en 1980 pasaron a 70 en 1990, el decenio con más apagones en número y porcentaje, exactamente la mitad menos.

Unos cuantos, movidos por el impulso de otras formas de ocio, pasaron a ser salas de fiestas. Los San Carlos dieron lugar a la discoteca Titanic, hoy Kapital; los Emperador a RKO; los Galileo a la sala Galileo Galilei... Siguieron el camino emprendido por los Barceló en los setenta, durante años discoteca Pachá, hoy discoteca bajo el nombre de Teatro Barceló.

Uso actual de los antiguos cines

Los cambios en los modelos de ocio han incentivado conversión de las salas de cine. En las 209 direcciones diferentes donde ha habido una sala en el último medio siglo, recogidas en las páginas de cartelera de ABC, hoy, 31 siguen siendo cines, 30 están dedicadas a la restauración, 24 son locales actualmente sin uso, 17 son supermercados, 17 son otro tipo de tiendas (11 de ellas de ropa), 16 son teatros y otros 16 son gimnasios.

Los gimnasios han sido uno de los usos más frecuentes tras los últimos cierres. Del medio centenar de cines clausurados en este siglo, una decena han acabado en centros para hacer ejercicio físico, la reconversión más habitual aprovechando la amplitud de los locales, por encima de la restauración y los teatros, con seis cada uno. Los Ábaco Villaverde, uno de los últimos cierres, son un ejemplo de espacio reconvertido en gimnasio. Abiertos en 1999, lrespondieron al modelo imperante, hoy también en supervivencia: multisalas en un centro comercial.

Multisalas y planes urbanísticos

Los finales de los ochenta y principios de los noventa estuvieron marcados por la reconversión de los cines en multisalas, la sentencia para algunos sin fuerzas para la remodelación, y la tabla de salvación para otros. Los primeros pasos se habían andado en los ochenta, con Madrid 2 La Vaguada, abierto en 1983, como primer exponente del nuevo modelo de multicines ubicados en centros comerciales.

Entre los supervivientes, el número de pantallas por cine se multiplicó. Y también el número de películas diferentes proyectadas en cada local. Hasta 1990 nunca se había llegado a dos filmes distintos de media por cine al mismo tiempo, según los datos recogidos de la cartelera de ABC. En 2001 eran cinco; ahora superan las diez de media por cine.

El Ayuntamiento eliminó en 2005 la protección especial a los cines blindados administrativamente para su uso exclusivo como salas de proyección a finales de los noventa. A partir de entonces, ya era posible dar un uso comercial, de oficina o vivienda, a cambio de mantener ciertos elementos arquitectónicos en el caso de los edificios bajo protección especial. De los 61 cines que había en 2005, solo quedaron 52 en 2006, un 15% menos; ningún año ha bajado en una proporción tan drástica. Entre ellos cayó el histórico Imperial, hoy una enorme tienda de ropa en Gran Vía, 32. Los grandes cines del centro eran cada vez más difíciles de llenar. Y, para los propietarios, se impuso una vez más su valor como activo inmobiliario sobre el negocio cinematográfico.

La penúltima plaga contra las salas tradicionales han sido la obligada reconversión a los proyectores digitales, un coste que se ha llevado por el camino a cines como el Renoir Cuatro Caminos, que no pudo asumir la inversión con unas arcas ya castigadas. La subida del IVA en 2012, del 8% al 21%, ha sido la última queja de los propietarios de las salas. Un negocio donde el descenso no es solo en número de salas de la capital sino de espectadores en toda España. Según datos del Ministerio de Cultura, de 140 millones de espectadores en 2002 pasaron a 87 en 2014; de 1.223 cines a 710.

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