BALANCE POLÍTICA

Así ha vivido 2016 la oposición en Galicia

La dimisión de Besteiro y la falta de liderazgo en el PSdeG; la aparición de Villares y el intento de construir En Marea; la supervivencia del BNG de la mano de Ana Pontón o el castigo a la falta de proyecto y los líos internos de Ciudadanos

Santiago Actualizado: Guardar
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  1. PSdeG: La dimisión de Besteiro dio paso a primarias y una guerra civil

    Besteiro, tras dimitir como líder del PSdeG el pasado mes de marzo
    Besteiro, tras dimitir como líder del PSdeG el pasado mes de marzo - MIGUEL MUÑIZ

    Pilar de Lara señaló en marzo por segunda vez a José Ramón Gómez Besteiro —en esta ocasión por su gestión al frente de la Diputación de Lugo—; le cargó con las cadenas de seis nuevas imputaciones, e hizo insostenible su continuidad al frente del PSdeG. Presentó su renuncia y desapareció del escaparate político, aunque su mano ha seguido notándose.

    En su lugar quedó una gestora dirigida por su mano derecha, Pilar Cancela, que lejos de jugar un papel de árbitro dentro del partido, se decantó por Xoaquín Fernández Leiceaga cuando se convocaron las obligadas primarias para elegir candidato a la Xunta. El derrotado fue José Luis Méndez Romeu, el hombre de la vieja guardia socialista. La caja de los truenos se abrió del todo cuando las listas de Pontevedra y Orense para introducir a afines a Leiceaga, en detrimento de las respectivas direcciones provinciales.

    Los malos resultados de las autonómicas han llevado al partido a una guerra civil interna, con Vigo pidiendo cambios en la gestora y esta aguantando el chaparrón como puede.

  2. En Marea: Tantas esperanzas estériles como fracturas en un partido en obras

    Beiras y Luís Villares, junto a los alcaldes de La Coruña y Santiago
    Beiras y Luís Villares, junto a los alcaldes de La Coruña y Santiago - EFE

    Nadie dentro de En Marea supo aprovechar los vientos de cola que soplaban en el verano de 2015, cuando el populismo gallego se hizo con las alcaldías «rebeldes». Desconocimiento o incapacidad, el partido instrumental se condenó a sí mismo a la frustración. Sin un liderazgo sólido y respaldado, Luís Villares no logró ni arrebatar el Gobierno autonómico a Feijóo ni mirar por el retrovisor a Leiceaga tanto como una parte de la izquierda gallega deseaba. En Marea es un partido que se está construyendo deprisa. El suflé del poder municipal se pinchó tan pronto como empezaron a gestionar lo público. Podemos, el actor omnipresente que todo lo condiciona, dio su visto bueno «in extremis», a medianoche, para integrarse antes de las elecciones en una formación que algunos querían reducir a mera coalición. Esos episodios continúan aún a día de hoy.

    Villares juró como diputado una mañana. Por la tarde, pidió chófer y secretario. Las esperanzas de convertirse en el icono de la «nueva política gallega» se torcieron entonces.

  3. BNG: La derrota «dulce» espoleó a la UPG para tutelar la refundación

    Ana Pontón, portavoz del BNG, sujeta una tarta por el 34 aniversario de su formación
    Ana Pontón, portavoz del BNG, sujeta una tarta por el 34 aniversario de su formación - EFE

    Pocas veces la pérdida de un escaño y de 25.000 votos tuvo una lectura tan complaciente como en el caso del BNG. El frente, necesitado de oxígeno, interpretó las elecciones como un empujón tácito a su proyecto esencialista y a la figura de Ana Pontón. Por primera vez, líder del partido y candidata eran la misma persona.

    2016 fue el año del relevo en la portavocía nacional. Los militantes del BNG castigaron la intentona de Xavier Vence de cambiar el enfoque del nacionalismo y tratar de confluir con las incipientes mareas. La hegemonía interna y espiritual de la UPG respondió colocando, también por primera vez, a una afiliada suya en la cúspide. La Asamblea Nacional de La Coruña elevó a la diputada Pontón y enseñó a Vence y algunos más, como Carlos Aymerich o el alcalde de Vimianzo, que la puerta de salida está siempre abierta.

    En La Coruña partió el proceso de refundación, llamado «proceso Adiante». Se esperan pinceladas de renovación, pero la brocha gorda, ésa la seguirá teniendo la «U».

  4. C's: Galicia castigó la falta de proyecto, los líos internos hicieron el resto

    Albert Rivera, líder de Ciudadanos, junto a Cristina Losada, su candidata en Galicia
    Albert Rivera, líder de Ciudadanos, junto a Cristina Losada, su candidata en Galicia - EFE

    Unos días antes de que Ciudadanos se enfrentara a sus primeras autonómicas en Galicia, colgó su programa electoral en su web. El detalle ofrece un ejemplo de la falta de perfil propio de un partido que no acaba de asentarse en la Comunidad, en ninguna dimensión, ni en la orgánica ni en la institucional. El «cambio con reformas» que abanderó la candidata Cristina Losada era un mensaje que daba implícita la victoria al PP.

    La periodista, con vínculos en Vigo, llegó avalada por la dirección de Barcelona. Antes, algunas direcciones locales —caso de las La Coruña, Cambre, Culleredo u Oleiros— se enfrentaron a la estatal por su tendencia a la «dedocracia». Ciudadanos fracasó en la gestión de disensiones y en aprovechar la oportunidad de entrar en el Parlamento de una Comunidad que se le resiste. El último caso, el de un militante «ultra» cuya historia publicó ABC. Fue cesado en 48 horas.

    Los naranjas están a la espera de lo que ocurra en la asamblea que celebrarán en febrero para diseñar una dirección gallega estable.

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