Debates políticos esotéricos

Cuando en 2003 el Gobierno Aznar autorizó la venta de la Empresa Nacional de Autopistas, titular entre otras muchas de la concesión de la Autopista del Atlántico , probablemente no imaginaba que estaba brindando a la política gallega uno de los grandes e inagotables temas de debate. Desde entonces se ha transformado en uno de los «fijos» del debate parlamentario , privilegio compartido con muy pocos asuntos, de entre los cientos que cada año se discuten. Al mismo tiempo con el paso de los años el debate se ha vuelto esotérico, sólo comprensible para los iniciados.

Dos son los temas que se discuten, la transferencia de la titularidad al gobierno autonómico, lo que obviamente no implica rescatar la concesión, y la estructura tarifaria . Sobre el primero, el ministro de Fomento, cuya experiencia como Alcalde le hace rehuir el lenguaje grandilocuente habitual en los titulares de esa cartera, decía esta misma en Santiago que «no está el horno político para esos bollos», frase algo castiza pero muy expresiva. Argumento de oportunidad porque el argumento de fondo es difícilmente rebatible: la citada autopista no es supracomunitaria , no enlaza con la Transcantábrica lo que, lamentablemente deja al norte de Galicia muy alejado de vías de alta capacidad, no figurando ni en los planes del Ministerio ni en los de la Xunta poner fin a esa anomalía. Se deduce que el traspaso no debería revestir problemas .

El segundo problema es la política de peajes. Habitualmente se considera un éxito que la empresa concesionaria construya la ampliación del puente de Rande o la mejora de los accesos a Santiago, omitiendo que no se hacen contra los beneficios empresariales sino a costa de los peajes futuros, como así figura en los correspondientes pliegos de condiciones. Esos acuerdos posteriormente son objeto de debate continuo como si el pago de las facturas contratadas fuese revisable. Así se comprende el escaso interés de la Xunta en conseguir la transferencia de la titularidad que focalizaría el debate de los peajes sobre el Gobierno autonómico . Un cierto pensamiento mágico parece desear autopistas libres de peaje que serían sustituidos por peajes en la sombra, pagados con impuestos o tarifas planas, tipo viñetas, en general más caras y soportadas indistintamente por todos los usuarios.

Que un debate de tan poco recorrido dure ya tres lustros es uno de los misterios de la política, sólo comprensible cuando recordamos la dificultad que tenemos en España para discutir sobre cifras, sean de costes reales o de impuestos. Así se comprende el escaso debate que hay sobre el precio de la energía, de los más altos de Europa , consecuencia del peso desorbitado de distintos impuestos y gravámenes que representan hasta la mitad de la factura de la electricidad, o del precio diferencial de los combustibles gallegos, el más caro de la península por la voracidad recaudatoria de la Hacienda autonómica.

Curiosamente en ambos casos, electricidad y combustibles, Galicia es exportadora neta sin beneficiarse en absoluto . No alentaré la depresión del lector detallando la forma en la que el Gobierno vasco, sobrefinanciado, ha mantenido una batalla política muy larga hasta conseguir que se le compense por determinadas líneas de media tensión aduciendo distintos argumentos, tan válidos como discutibles.

Hablando de energía, siempre queda el consuelo de la lluvia de empleos que los nuevos parques eólicos dejarán en Galicia, según el Presidente de la Xunta . Que no haya ocurrido con los anteriores, tantas veces publicitados, no debe restar motivos a la esperanza. En el peor de los casos formaría parte de los buenos deseos para el nuevo año que todos nos formulamos en estas fechas, durante las cuales, como en el cine, suspendemos la incredulidad. En enero toca realidad.