Multitudinaria manifestación sindical por las calles de la ciudad de Vigo
Multitudinaria manifestación sindical por las calles de la ciudad de Vigo - EFE

La cara política de las plataformas civiles

La izquierda gallega repica sus mensajes en las instituciones a través de colectivos muy activos en la calle

Algunos portavoces son militantes reconocidos, otros dan el paso después al integrar listas electorales

Santiago Actualizado: Guardar
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El debate en política es viejo. Los partidos viven de acomodar su discurso entre la gente y ésa es una meta que se consigue por muchos cauces. Las instituciones y la calle son las principales en Galicia, lo que se traduce en otra realidad: las siglas con escasa capacidad de influencia en los plenos y los parlamentos tratan de focalizar sus recursos en la calle, a través de la convocatoria de manifestaciones o la creación de plataformas. La izquierdas gallega lo sabe y lo practica desde hace décadas.

Un buen puñado de organizaciones de apariencia civil en la Comunidad repican los mensajes que el nacionalismo y los partidos a la izquierda del PSdeG dirigen sobre sanidad, educación, políticas sociales o medio ambiente; habitualmente hostiles a la gestión del PP en la Xunta.

Sus portavoces son destacados activistas conocidos por atravesar la puerta de separación entre la protesta y la política activa, en algunos casos, integrando listas electorales. La politóloga Tania Verge, de la Universtitat Pompeu Fabra de Barcelona, distingue tres niveles en su estudio «Las estrategias de los partidos políticos españoles hacia las organizaciones sociales». En primer lugar, la de competición, con la que eliminar el altavoz de asociaciones contrarias, seguida de la de entrismo, mediante la cual los militantes entran en las plataformas para expandir un discurso de parte. Por último, la estrategia de colaboración, servida para estrechar lazos y ayudar a elaborar propuestas programáticas. Las dos últimas son las más empleadas aquí.

Es el caso de la Plataforma Galega en Defensa do Ensino Público y uno de sus portavoces, el sindicalista y referente de la CIG-Ensino Anxo Louzao. El colectivo se constituye, en su manifiesto fundacional, como una «comunidad educativa gallega» integrada tanto por personas a título individual como por otras entidades. A saber, la federación de enseñanza de la CIG, el sindicato nacionalista de estudiantes Erguer-Estudantes da Galiza, el propio BNG y sus juventudes de Galiza Nova; mezcladas entre federaciones de padres y madres gallegas. Louzao es también miembro de la UPG, la facción mayoritaria dentro del Bloque. Al hilo de la politización de la plataforma, declara a ABC que el debate entre la «politización y no politización es un debate hasta cierto punto perverso: todo es política» pero aclara que la Plataforma «no está al servicio de ningún partido u organización». Louzao distingue entre la «actividad sindical» de la que tiene que ver con los parlamentos.

Sanidad y preferentistas

Una compañera suya en la CIG es la secretaria de la sección de sanidad, María Xosé Abuín, muy próxima al BNG e integrante al mismo tiempo de la plataforma S.O.S Sanidade Pública, un resorte civil que demanda «una enorme movilización social que incluya a toda la ciudadanía para defender la sanidad». Con su rúbrica se firmó una Iniciativa Legislativa Popular para reclamar la defensa del «carácter público de la sanidad como servicio universal». Fue, junto a otros activistas, expulsada del Parlamento por protestar durante la celebración del pleno de aprobación de los presupuestos. Otro miembro destacado del colectivo, el médico Manuel Moreira, integró la lista del frente para las europeas de 2014.

Esas son dos de las más importantes, aunque la cooptación del nacionalismo en la sociedad civil se extienda a otras áreas. Xesús Domínguez fue una de las caras visibles de las protestas de los preferentistas en Compostela, encuadradas dentro de la Plataforma de los Afectados por las Preferentes de Santiago. En octubre de 2015 pasó a liderar el consello local de Bloque en la capital e integró, al igual que Moreira, la papeleta del Bloque en los comicios al europarlamento como número cuatro. Esa lista la completaron más activistas, como Alba Fidalgo, de la Plataforma contra las cláusulas suelo y los abusos bancarios o Xosé Lois Queirós, de la Coordinadora galega de Emigrantes Retornados.

«Una posición independiente»

En el plano medioambiental, el portavoz de la Plataforma Fragas do Eume, Miguel Anxo Abraira, también fue candidato del BNG a la alcaldía de Miño en 2007 y en los últimos meses se involucró en la gestación de Ligando, un proyecto político de corte igualmente nacionalista. Sin embargo, no todo se circunscribe a esta órbita. El portavoz de la Plataforma de Afectados pola Hepatite C, Quique Costas, fue uno de los miembros del equipo de campaña de En Marea en las últimas elecciones autonómicas y número 17 de la lista por La Coruña. Costas vio que su organización «tuvo toda la repercusión política entre finales del 2015 y 2016». «Estuvo en el centro de la vida parlamentaria», precisa, aunque en su caso reseña que su camino es «justo el inverso, yo no soy una persona que venga del mundo militante». Sobre la estrategia de los partidos con la esfera civil, explica que «a nivel civil, los partidos siempre intentaron cooptar personas de los movimientos, como ya ocurrió en la Transición, especialmente en los partidos de izquierda». El portavoz concede «toda la legitimidad» a las personas que, como él, ven la necesidad de «trascender» hacia la «política institucional», pero siempre desde una «posición independiente». El suyo es un ejemplo de la colaboración, en las teorías de la profesora Verge.

De uno u otro modo, el debate en los partidos tiene visos de continuar. Después de constituirse la legislatura en el Parlamento, la portavoz nacional del BNG, Ana Pontón, prometió «un pie en la calle y otro en las instituciones». O lo que es lo mismo, perseverar en la tradición.

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