La emoción desbordó ayer el acto de recuerdo a las 82 víctimas del tren siniestrado a 3 kilómetros de Santiago
La emoción desbordó ayer el acto de recuerdo a las 82 víctimas del tren siniestrado a 3 kilómetros de Santiago - FERRÍN

Angrois honra a los fallecidos en el Alvia tres años después de la tragedia

La curva donde se estrelló el tren vive un nuevo reencuentro de flores, abrazos y llanto

Santiago Actualizado: Guardar
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La curva de A Grandeira, zona cero de la tragedia del Alvia, se convirtió ayer en punto de reencuentro para víctimas y familiares. Sobre las vías, cientos de mensajes, flores y fotografías recordaban a quienes se dejaron la vida a la entrada de Santiago hace tres años. La esposa de Robert —una de las personas que ayer tomaron la palabra en el acto de recuerdo a los fallecidos— murió en Angrois. Su marido viajó desde Texas para completar el Camino de Santiago y cumplir así el plan que diseñó con su esposa. «Me sigue impresionando el cariño de la gente de Galicia. Mis tres hijos y yo aún estamos atravesando nuestro duelo y cuando os miro veo nuestra cara reflejada en las vuestras», afirmó emocionado ante los cientos de personas que participaron en este emotivo encuentro.

Entre acordes musicales y poemas, familiares de las víctimas del accidente tomaron la palabra para reclamar justicia y agradecer a los vecinos de Angrois la mano que les tendieron. Muchos de los que aquella tarde bajaron a las vías para socorrer a los heridos estaban ayer acompañando a las familias. Otros prefirieron seguir el acto desde la distancia, evitando un protagonismo del que siempre han renegado.

Como cada año desde aquel fatídico 24 de julio, el acto de recuerdo a los fallecidos culminó con una ofrenda floral que en esta ocasión corrió a cargo de los más pequeños. Decenas de niños posaron sobre el asfalto, una a una, las 82 rosas blancas que ayer cubrieron de pétalos el suelo de Angrois. El minuto de silencio que los presentes guardaron de manera espontánea al finalizar la entrega se rompió cuando el tren Alvia pitó a su paso por la curva. Después, abrazos y el dolor contenido de quienes cada año regresan a la capital gallega para rendir homenaje a quienes no culminaron su viaje.

Un momento de consuelo

«Vengo cada año y, de alguna manera, me reconforta el regresar al lugar donde mi hijo falleció», explicaba una madre extremeña con el rostro de su hijo fotografiado en la camiseta. Junto a ella, otra madre en su misma situación asentía con la cabeza. «No sé muy bien por qué, pero ayuda», añadía. A pocos metros, efectivos de los servicios de Protección Civil, de la Policía, de los Bomberos y de la Cruz Roja mantenían el tipo. También algún taxista que ayudó como pudo en la noche más larga de su vida y médicos y enfermeros que auxiliaron a decenas de personas hasta la madrugada en una jornada que se preveía festiva en Santiago. Anoche la capital gallega celebró su día grande, pero contuvo la respiración cuando el Alvia tomó la curva de A Grandeira.

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