Mensajes y flores en la curva, tres años después
Mensajes y flores en la curva, tres años después - EFE
ACCIDENTE DEL ALVIA

Angrois, tres años después

A punto de cumplirse tres años del peor accidente de tren de la historia reciente de España, la curva de A Grandeira vuelve a concentrar todas las miradas

Santiago Actualizado: Guardar
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Ochenta personas perdieron la vida en Angrois la tarde del 24 de julio del 2013. Hubo cerca de 150 heridos y decenas de médicos, policías, bomberos, voluntarios y vecinos que guardan en sus retinas las imágenes del peor accidente ferroviario de la historia reciente de España. A punto de cumplirse el tercer aniversario de la tragedia, la curva de A Grandeira se convierte de nuevo en lugar de peregrinación. Los ramos, las flores y algún que otro mensaje señalan la zona cero del descarrilamiento. Muchas víctimas decidieron no regresar nunca a ese lugar; otras lo hacen cada año porque allí volvieron a nacer. Hay padres, hermanos e hijos que vuelven a la vía donde perdieron a sus familiares.

Y vecinos que no han logrado olvidar.

«Estaba en casa hablando a través del ordenador con un amigo de Valencia y de repente, escuché el estruendo. Bajé al momento y me pasé toda la noche ayudando a sacar gente de los vagones», rememora Francisco, que apenas durmió en los cuatro días siguientes e incluso se tuvo que mudar. Su historia se repite en cada uno de los hogares de este pequeño barrio de Santiago, marcado por la tragedia. Tres años después del accidente que heló el corazón de los gallegos a las puertas de la celebración de su día grande, el recuerdo del siniestro de Angrois sigue vigente.

Fueron muchos los afectados que, tras sobrevivir al impacto, necesitaron de un largo y doloroso proceso de recuperación. Es el caso de Lidia, una joven ferrolana que un bombero rescató de entre los amasijos de hierros con las piernas destrozadas. El accidente cambió su vida, tuvo que abandonar su casa en Madrid y por el camino se dejó su independencia. Ella fue una de las víctimas que más tiempo pasaron ingresadas y el día que le dieron el alta no podía parar de llorar. Tras una compleja recuperación que puso a prueba su resistencia, Lidia volvió a caminar y en cuanto pudo regresó a Angrois para dar las gracias por la mano que le tendieron aquella noche.

Mañana, muchos de los viajeros que sobrevivieron al brutal impacto, familiares de los fallecidos, amigos, compañeros y los profesionales que aquella noche se encontraron cara a cara con el horror verán pasar de nuevo el tren por A Grandeira. Y recordarán, junto al resto de los gallegos, a quienes se quedaron en esa curva.

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