Mas y Puigdemont, ayer en la sede electoral de Convergència
Mas y Puigdemont, ayer en la sede electoral de Convergència - EFE
Elecciones 26-J

El soberanismo se estanca en las urnas

Sólo ERC sube en el sector del voto secesionista e intenta captar En Comú Podem para su causa, vía referéndum

BARCELONA Actualizado: Guardar
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Los resultados del 26-J en Cataluña ofrecieron un panorama muy parecido al del 20-D, pero aunque las fuerzas independentistas –CDC y ERC, porque la CUP no participaba– se esforzaban en presentarlo como una reafirmación de su hoja de ruta, lo cierto es que en cifras absolutas, en votos, la opción soberanista pierde apoyos a cada comicio.

A diferencia del global de España, en Cataluña la participación bajó –tres puntos– respecto al 20 de diciembre, y eso condenó a casi todos los partidos –menos ERC y el PP– a juntar menos sufragios, aunque el dibujo en escaños fuera casi idéntico. Esquerra lució anoche, por boca de su líder, Oriol Junqueras, un optimismo agarrado a su aumento en número y porcentaje de votos (a costa de CDC).

Convergència, a su vez, pasó de temerse el apocalipsis a salvar los muebles, pero no escondió que los resultados no son los mejores, admitió Francesc Homs.

Y es que después de lo de ayer Cataluña retoma su hoja de ruta secesionista lastrada de fuerzas y cargada de incertidumbres. En las elecciones autonómicas del 27-S, Junts pel Sí y la CUP sumaron casi dos millones de votos, el 47,8% de los sufragios. En los comicios generales del 20-D, CDC y ERC reunieron 1.170.000 votos y aunque la CUP no participó, ni sus 330.000 votos logrados el 27-S habrían servido para desmentir el declive. Y ayer, CDC y ERC sumaron unos 60.000 votos menos que el 20-D.

Incertidumbres

A la vuelta del 26-J, Convergència debe preparar el congreso de su refundación a celebrar en dos semanas, la CUP, fraccionada con divisiones internas, debe renovar su directiva y, a medio plazo, en septiembre, el presidente Puigdemont tiene ante sí el reto de superar una cuestión de confianza tras el «no» cupero a los presupuestos.

Al final de la campaña, a sabiendas de que perdía fuelle, el secesionismo ya volvía a flirtear con la posibilidad de un referéndum para desencallar el «procés», aunque desconfiaban del que aseguraba Podemos. Ahora, sin embargo, tras los malos resultados de ayer en el global de España, –con Cataluña y País Vasco de excepción–, Podemos no se ve con músculo para ser palanca de cambio del «procés».

De nuevo, anoche, una consigna recorría los ambientes independentistas: un referéndum de independencia, si cabe, unilateral. Un referéndum para intentar buscar la complicidad de En Comú Podem, victoriosa ayer en Cataluña. Unilateral, para lograr recuperar el apoyo de la CUP. Una cuadratura que se antoja imposible.

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