Joan Carles Valero - Letras expectativas

Freakyland

Raya el papanatismo pretender que los fugados obtengan un indulto antes de juicio

Resulta difícil entender a esa parte de catalanes que respalda a un huido en vez de a quien se martiriza por la causa. Y raya el papanatismo pretender que los fugados obtengan un indulto antes de juicio. Todo vale en el esperpento de pensar que en España no existe separación de poderes, como si Franco gobernara. Comparto con Gonzalo Bernardos, profesor de Teoría Económica de la UB, su opinión de que la actual situación en Cataluña es en buena parte culpa de un empresariado que consideró, hasta que era demasiado tarde, que Artur Mas era uno de los suyos y no desembocaríamos en lo estrafalario.

Igual ocurre con los sindicatos, sobre todo con UGT, cuyo máximo responsable, Camil Ros, es un independentista confeso; organización que dirige en toda España un compañero de viaje del derecho a decidir, que ahora se hace llamar Pepe Álvarez, en vez de Josep Maria. En la Cope, Bernardos ha dicho que esa deformación de la realidad hasta lo grotesco obedece al clientelismo de quienes nunca padecen frío porque siempre se mantienen al lado de la subvención fácil a cambio de respetar lo que dice el poder, sea desde la patronal o desde los sindicatos.

Puigdemont no habla de economía porque lo único que le interesa es conservar el poder, porque si lo pierde, sus seguidores se disolverán como un azucarillo. Pero a Ada Colau le empiezan a preocupar las consecuencias de la secesión para Barcelona, pese al autocomplaciente informe presentado, en el que se obvian los efectos de los atentados de agosto y del desafío de octubre, desgracias que se unen a una visión maniquea del turista invasor en vez de considerarle maná. La caída del 30% del turismo de gran poder adquisitivo en Barcelona puede agudizarse en el terreno ferial más allá del verano, porque lo programado hasta entonces, como el Mobile World Congress, está comprometido, aunque con cláusulas como la de Messi, en el sentido de no continuar en Barcelona si las condiciones cambian a peor.

Friqui está aceptado por la RAE como adjetivo coloquial, procedente del anglosajón freaky, que tiene que ver con lo extravagante, raro o excéntrico. Decimos que alguien es friqui porque practica una afición de forma desmesurada y obsesiva, amén de ser persona pintoresca y extravagante. Puigdemont y Colau se están cargando el prestigio internacional que Barcelona se había ganado a pulso y ahora es vista como la capital de freakyland.

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