Lecturas «sentipensantes»

Filosofía y moda no son excluyentes. Lo demuestra el éxito de la serie “Merlí”, primero en TV3 y ahora también en La Sexta, que trata sobre un profesor de filosofía de métodos poco ortodoxos. “El mundo de Sofía”, de Jostein Gaarder, fue precursor de esa moda tras convertirse en 1991 en un superventas mundial. José Antonio Marina y Fernando Savater hace tiempo que divulgan filosofía sin frases nudosas ni sintaxis torturadas. El libro “Camelia y la filosofía” (Arpa), del catedrático de Filosofía de Bachillerato, Juan Antonio Rivera, contribuye a esa tendencia de acercar la filosofía a la vida cotidiana. Si Antonio Fornés abunda en la rama especulativa de la filosofía en su obra “Creo, aunque sea absurdo o quizá por eso” (Diëresis), Rivera también profundiza en la rama práctica, en la que tienen cabida la ética y la filosofía política.

“Camelia y la filosofía” es un ameno y lúcido ensayo novelado sobre las andanzas, venturas y desventuras de una joven estudiante de segundo de bachillerato y de su profesora, que abarca con claridad, que es la cortesía del filósofo (Ortega y Gasset) la filosofía experimental, que no es más que sacarle punta filosófica a resultados experimentales obtenidos en distintas disciplinas científicas. Así, el libro recorre dilemas morales (el del prisionero) con la ayuda de neurocientíficos, teorías como la de juegos, del caos y del contrato social, la voluntad, el amor, la inteligencia evolutiva y la eterna búsqueda de la felicidad…

La corriente de fondo de las lecciones de Rivera, articuladas en 36 cartas, son los errores del intelectualismo, a pesar de que es lo que sustenta la filosofía racionalista y de que el intelectualismo es el principal hilo conductor de la historia de la filosofía. Pero el azar irrumpe sin pedir permiso en nuestras vidas porque no es algo sujeto a dominio racional. También los experimentos de Benjamin Libet muestran que los inicios y primeros vagidos de toda acción son siempre inconscientes. Sin olvidar la búsqueda racional del bien sin excesos, sobre lo que Montaigne escribió: “quienes dicen que nunca hay exceso en la virtud, no tienen en cuenta que no hay virtud donde hay exceso”.

En muchas librerías, las obras de filosofía se disponen en los anaqueles junto a las de autoayuda. La de Rivera es una lectura que hace sentir y pensar porque habla al corazón y a la razón. Joaquín Palau, su editor, se enamoró de un concepto que divulgó Eduardo Galeano y que le viene como anillo al dedo al libro de Rivera, porque verdaderamente se trata de una lectura “sentipensante”.