Fernando Conde - Al Pairo

Sanidad, divino tesoro

«Está bien que exijamos una sanidad cien por cien pública, pero en breve no habrá quien la sostenga en España»

Es la joya de la corona presupuestaria en todas las comunidades autónomas de España . Y Castilla y León no sólo no es una excepción, sino que es la comunidad en la que la sanidad tiene un mayor peso social . Lo cual es lógico si tenemos en cuenta que aquí envejecemos sin prisa pero sin pausa, y que, dada la dispersión poblacional que conlleva dar cobijo a la cuarta parte de los pueblos de España, contar con un sistema sanitario eficaz, no discriminatorio e igualitario es, además de una necesidad, un verdadero dolor de cabeza. Soy de la opinión de que to dos los seres humanos tenemos vocación de eternidad -o sea, que lo de enfermar, y no te digo ya morirnos, no nos hace ni pizca de gracia- y que somos inconformistas por naturaleza. De poco sirve que el sistema sanitario español, en general, sea uno de los más avanzados técnica y socialmente del mundo. La escritora Carmen Posadas suele decir que, para vivir y tener todos los servicios de los que dispone cualquier españolito de a pie, en cualquier otra país hay que ser millonario. Y no le falta ni un ápice de razón. Las cotas de desarrollo social, equidad y prestación de servicios con cargo al erario público de que goza España y quienes en ella viven (sin ser necesariamente españoles) no las tiene, probablemente, ningún otro país del mundo. Y, sin embargo…

Castilla y León destina una tercera parte de todo su presupuesto, más de tres mil quinientos millones de euros de un total de casi once mil, a la sanidad. Pero el personal no parece conforme con la cifra o, al menos, con la gestión que se hace de la misma. Unos cuantos miles de personas se pasearon ayer, al sol de enero, por las calles de Valladolid al grito de «Nos duele la sanidad». Y ya se sabe que, cuando algo duele, lo primero es buscar un analgésico eficaz para que los nervios aplaquen su excitación. Pero hay que ser realistas. El modelo de crecimiento poblacional en España, y más en Castilla y León, nos aboca indefectiblemente hacia el recorte de muchas -o de todas- las prestaciones sociales «gratuitas». Y sólo hay que fijarse en que grandes corporaciones del mundo han empezado a apostar muy fuerte por la sanidad privada en España. El dinero es cobarde y sólo viaja cuando ve la seguridad más absoluta en el horizonte. Está bien que exijamos una sanidad cien por cien pública, pero en breve no habrá quien la sostenga en España. Así que, además de manifestarnos, quizá debamos reflexionar sobre la sociedad que hemos creado. Quizá todos estemos enfermos y a los enfermos suele preocuparles sólo su propia enfermedad.

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