Integrantes del grupo musical Mucho
Integrantes del grupo musical Mucho

Mucho vuelve «Pidiendo en las puertas del infierno»

La banda con raíces toledanas está presentando su nuevo trabajo, plagado de letras llenas de rabia y con el que ofrecen un pop sintético más bailable

Toledo Actualizado: Guardar
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Cual quijotes, a caballo entre Toledo y Madrid —aprovechando que este año se celebra el IVCentenario de la muerte de Miguel de Cervantes—, los integrantes de Mucho emprenden una nueva aventura musical con su tercer disco Pidiendo en las puertas del infierno. Esta vez se enfrentan a gigantes, que no molinos, vestidos con traje y corbata, con unas letras llenas de rabia y pertrechados con sintetizadores, que confieren a su tercer disco un sonido distinto de los dos anteriores. Este último trabajo está cosechando muy buenas críticas, que hablan ya de la confirmación de Mucho como una banda asentada.

El grupo formado por Martí Perarnau, Víctor Cabezuelo, Miguel de Lucas y Carlos Pinto se ha marcado un claro punto de inflexión en su carrera musical.

El proceso de grabación duró ocho días en la Casa Murada de Tarragona. Ricky Falkner, Santos Berrocal, Fluren Ferrer y el propio Martí Perarnau han sido los productores. Bajo la discográfica Marxophone y Gran Sol, el cuarteto da un paso más allá y se sumerge de lleno en el mundo de los sintetizadores a ritmo ochentero con toques electrónicos.

Portada del disco
Portada del disco

«Pidiendo en las puertas del infiernoes el disco más extraño que hemos hecho», aseguran los componentes de Mucho. El diccionario dice: «Extraño, que es muy distinto de lo habitual, natural o normal y tiene algo de extraordinario o inexplicable que excita la curiosidad, sorpresa o admiración». Explican que, después de su segundo disco, querían hacer «algo diferente a lo que es habitual». Tras su paso por The Sunday Drivers y Underwater Tea Party, la confluencia de músicos que es ahora Mucho hace un cambio radical y abandona los sonidos más americanos y el papel principal de las guitarras por un pop sintético más bailable.

«Nunca habíamos llegado al estudio sin ensayar. Nunca habíamos creado una canción casi desde cero y grabarla directamente. Nunca habíamos escrito y vomitado tanta letra. Nunca habíamos grabado sin guitarras y sin bajo. Nunca habíamos hecho una canción en la que los únicos instrumentos acústicos fueran la batería y la voz. Nunca habíamos grabado un disco en apenas ocho días. Nunca habíamos sido tan directos. Nunca habíamos cantado así», afirman.

«Cambiar todo para seguir siendo los de siempre pero sentir que somos nuevos». Este es el objetivo de Mucho, que querían saber dónde podían llegar trabajando con los mismos de siempre, «pero todos haciéndolo tan diferente que por momentos estuvimos perdidos. Nos dimos cuenta de que encontrar un nuevo camino es mucho más divertido que conducir siempre por la misma autopista», subraya el vocalista de la banda, Martí Perarnau.

Disco rabioso y enfadado

«Vivimos en la época de la estandarización absoluta de todas las cosas. Todo es tan igual que nos hace explotar y crear discos nuevos. Es difícil analizarse a uno mismo, pero tengo la sensación de que es un disco rabioso y enfadado. Una catarsis del odio que llevamos dentro. Nos desnudamos para sobrevivir al vacío en el que vivimos. Seguimos el camino luminoso y lleno de obstáculos de ser uno mismo», señalan.

¿Y por qué Pidiendo en las puertas del infierno? El título del disco, que toma su nombre de una de sus nueve canciones, tiene una explicación, que es la que da Martí Perarnau: «Lo que pedimos es que nos dejen entrar, porque solo dejan entrar a personas con traje y con tarjetas ‘black’». Pero, en realidad, el título es una metáfora de las dificultades que viven bandas musicales como la suya y de los problemas que vive la gente en la época actual dentro de una sociedad tan capitalista y materialista. «Lo importante en la vida no es el final del camino sino las cosas que nos encontramos durante el viaje», expresa el vocalista.

Peraranau, autor de las letras, a las que se adaptó la música después, comenta que «tenía ganas de hacer unas letras más honestas y directas llenas de rabia ante un mundo que no solo no ha mejorado, sino que ha empeorado. Las canciones fueron escritas de forma automática y yo diría casi terapéutica», manifiesta. La terapia de la música, que lo cura todo, o casi todo.

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