Toros

El toreo es sentimiento

Una delegación de la ONCE visita la plaza de toros de Toledo, donde el matador Eugenio de Mora les enseñó varios de sus vestidos de luces y los trastos con los que torea

El torero Eugenio de Mora; Eduardo Martín-Peñato, de la plaza; y Carlos Javier Hernández, de la ONCE ANA PÉREZ HERRERA
Juan Antonio Pérez

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No lo vieron, pero lo tocaron, lo oyeron y hasta lo olieron. Varias decenas de ciegos de la ONCE visitaron este jueves la plaza de toros de Toledo, donde el matador Eugenio de Mora les enseñó tres de sus vestidos de luces y los trastos con los que torea. La excusa era la presentación del cupón del 1 de febrero, que se venderá en todo el país con la imagen de la plaza de toros toledana em homenaje a sus 150 años.

«El toreo es sentimiento, sensibilidad . Los toreros dicen que muchas veces torean con las yemas de los dedos», les explicó a los invidentes Eduardo Martín-Peñato, presidente de la comunidad de propietarios del coso, quien añadió que el mundo de los toros va mucho más allá de lo que se ve: es el tacto, los sonidos, el olor de una plaza, diferente a cualquier otra. Algo así como «la música callada del toreo», que dijo el poeta José Bergamín.

Noé Goméz del Pilar, matador de Cedillo del Condado y presente en el acto, también coincidió en la palabra «sensibilidad». «Al fin y al cabo, son muchos sentimientos los que se tienen al torear», expresó a ABC. Y expuso una idea no tan evidente: la de que hay momentos en los que el torero pierde de vista al toro. Por ejemplo, en el instante crucial de entrar a matar, la llamada suerte suprema.

Carlos Javier Hernández Yebra, delegado territorial de la ONCE en Castilla-La Mancha, hizo un símil entre el mundo de los toros y el de las personas invidentes: «Hay tantos términos que oímos en los toros y que las personas ciegas tenemos al alcance de la mano. Uno es la palabra ‘suerte’, que los repartidores de la ONCE decimos al vender el cupón».

A Hernández Yebra, que nunca había estado en una plaza de toros aunque ahora no descarta acudir alguna vez a algún festejo, le llamó la atención «el peso» del traje de luces. «Creía que eran más ligeros», reconoció . También «toda la parafernalia» que guarda este arte, así como otros detalles: el «artilugio» de los toreros para atarse los machos o el chaleco de debajo de la chaquetilla. «No sabía que lo llevaban», añadió.

Eugenio de Mora fue el maestro de ceremonias de esta inusual jornada y guió a los afiliados de la ONCE por las dependencias de la plaza. El torero toledano se ganó a la concurrencia confesando que su abuelo fue invidente sus últimos 40 años de vida: «Cuando le dije que quería ser torero al principio me regañaba, pero después me preguntaba y yo veía que le gustaba, que se sentía orgulloso de su nieto».

«Menos el toro, aquí lo tenemos todo» , les dijo bromeando desde el patio de cuadrillas, y relató que cuando está allí, en el preludio del paseíllo, «no hay quien me aguante». «Son momentos de mucha tensión. Existe un miedo físico, a que el toro te haga daño, pero sobre todo existe un miedo real a no estar bien, al fracaso», añadió. Después pasaron a la capilla, custodiada por la Virgen del Sagrario, y finalmente pisaron la arena del ruedo, el lugar del que los gladiadores del siglo XXI aspiran a salir con vida. Y a poder ser, a hombros y con las orejas en la mano.

2.900 en la región

La ONCE cuenta con 2.900 afiliados en Castilla-La Mancha. De ellos, unos 800 son de la provincia de Toledo y, dentro de ellos, 200 de la ciudad imperial. El cupón diario de la ONCE cuesta 1,5 euros y ofrece 55 premios de 35.000 euros, además de «La Paga», un premio de 3.000 euros al mes durante 25 años.

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