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MÚSICA

Buen inicio del III Festival de Música El Greco en Toledo con un Enrico Onofri sobresaliente

La tercera edición comenzó con el concierto de la Orquesta Barroca de Sevilla en la Catedral

TOLEDO Actualizado: Guardar
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El Festival de Música El Greco en Toledo, que nació impulsado por la Fundación El Greco en el 2014, año de la conmemoración de la muerte del pintor, y es la mejor herencia cultural que dejaron aquellos fastos, ha iniciado su tercera andadura con el concierto de la Orquesta Barroca de Sevilla en la Catedral de Toledo.

El concierto se anunciaba con el título «Tesoros musicales de las Catedrales españolas» y tenía su eje vertebrador en el compositor y maestro de la Catedral de Sevilla, el barcelonés Pedro Rabassa y contaba con la actuación de la soprano Raquel Andueza. Por las razones que fuera, la cantante se cayó del cartel, y el concierto cambió diametralmente de programa, ahora solo instrumental.

Así las cosas, la Orquesta Barroca de Sevilla nos deleitó en una primera parte con una sinfonía de Antonio Vivaldi, el conocidísimo «Concerto grosso» de Arcangello Corelli y el superagradecido concierto de Francesco Saverio Geminiani «La Follia». Las tres obras suponen una apuesta segura de éxito, pues son de las que gustan a cualquier público, sea más o menos entendido, que termina pensando y diciendo todo el tiempo (como una persona que insoportablemente tuve al lado) «¡qué maravilla!».

La segunda parte se compuso de obras de Vicente Basset y Joseph Haydn, que sí estaban en la propuesta inicial, y supusieron un excelente descubrimiento, especialmente la del segundo, sobre una copia de la partitura que se encuentra en la catedral de Sevilla arreglada por Domingo Arquimbau.

La Sinfonía «Trauer» (fúnebre) de Joseph Haydn, de la que el autor había dejado dicho que se tocara el movimiento lento en su funeral, lo que nos da idea de la consideración que él mismo tenía hacia esta obra, resultó extraordinaria, muy especialmente por los matices fulgurantes que aportan a la partitura las indicaciones escritas que dejó en ella el maestro Arquimbau.

La orquesta, que con merecimiento es Premio Nacional de Música, estuvo en su buen tono habitual, a sabiendas de que la sonoridad en la catedral de Toledo exige un trabajo especial, siempre lo dio todo y transmitió una emoción especial en la interpretación de la obra de Haydn/Arquimbau.

Una mención especial en este concierto inicial merece Enrico Onofri. Una vez que desapareció del programa Raquel Andueza, fue Onofri el que en la dirección y en el violín solista se echó a la espalda toda la responsabilidad interpretativa del concierto. Como saber y experiencia no le faltan y carácter teatral le sobra, el italiano nos dejó todas sus señas de identidad para el disfrute, especialmente la de violinista virtuoso, pues no en vano es conocido como «el mago del violín». El resultado artístico del ravenés fue excelente. Solo una curiosidad no musical me llamó la atención en el director y esta es que, siendo de tradición que el director lleve una vestimenta igual o superior a la que llevan los músicos de la orquesta, el italiano fuese en camisa y pantalón ajustadísimos, mientras los demás iban vestidos de traje.

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