Ascensión Mendieta mira a cámara durante los trabajos de exhumación de su padre, Timoteo Mendieta
Ascensión Mendieta mira a cámara durante los trabajos de exhumación de su padre, Timoteo Mendieta - EFE

Timoteo Mendieta tendrá, por fin, un entierro digno después de 78 años

Tras un largo proceso judicial, la familia del que fuera líder de la UGTen Sacedón conoce su paradero

Toledo Actualizado: Guardar
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«Han pasado 78 años de que se llevaron y asesinaron a mi abuelo y 43 desde que pudimos saber dónde estaba enterrado. Ya era hora». Quien así habla es Chon Vargas Mendieta, nieta de Timoteo Mendieta, líder de la UGT en la localidad de Sacedón (Guadalajara), asesinado por el régimen franquista tras un simulacro de juicio celebrado en noviembre de 1939 y uno de los 822 republicanos que fueron pasados por las armas en el cementerio de Guadalajara entre 1939 y 1944, y posteriormente enterrados en una fosa sin que los familiares supieran su paradero.

El pasado 9 de junio, por fin, después de un largo proceso judicial y gracias al trabajo de investigación desarrollado para identificar los restos exhumados, los familiares recibieron la noticia del laboratorio Lab Genetics.

Los resultados de ADN confirmaban que uno de los cuerpos de la fosa número uno del cementerio de Guadalajara pertenecen a Timoteo Mendieta, algo que permitirá a otras 27 familias identificar también a sus seres queridos, enterrados junto a él.

Esta lucha por conocer el verdadero paradero de Timoteo Mendieta comenzó hace muchos años, cuando su hija Ascensión Mendieta (91 años) empezó a mover cielo y tierra para lograr su objetivo. En 2013, con 88 años se subió a un avión rumbo a Argentina para pedir ayuda a la jueza instructora de la querella contra los crímenes del franquismo, María Servini. Fue ella quien escuchó a finales de diciembre el testimonio de Ascensión Mendieta y el de otro nutrido grupo de querellantes.

María Servini pidió en febrero de 2014, por vez primera, a la Justicia española la exhumación de un represaliado del franquismo. Así, el 15 de enero de 2016 el juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Guadalajara, siguiendo un exhorto de la jueza argentina, autorizó la exhumación de Timoteo Mendieta, siendo su cadáver el primero en exhumarse bajo tutela internacional, comenzando los trabajos cuatro días después.

Dos exhumaciones

Sin embargo, en diciembre de 2016 se confirmó que las pruebas de ADN realizadas en Argentina a los restos exhumados en enero, en la fosa número 2 del cementerio de Guadalajara, no pertenecían a Timoteo Mendieta, como se esperaba. Hubo que esperar, de nuevo, a principios de 2017 para que el juzgado de instrucción número 4 de Guadalajara tramitara un auxilio judicial internacional, dictado por la jueza argentina María Servini, para una nueva exhumación, esta vez en la fosa número 1 del camposanto guadalajareño, cuyos resultados genéticos —conocidos el pasado 9 de junio—, esta vez sí, confirmaron que el cuerpo de Timoteo Mendieta yacía en este lugar.

Únioa foto que conserva la familia de la boda de Timoteo con su mujer
Únioa foto que conserva la familia de la boda de Timoteo con su mujer

Según cuenta Chon Vargas, hija de Ascensión Mendieta, su madre no paró de llorar cuando recibieron la noticia el pasado 9 de junio. Ya se puede morir tranquila, dice su hija, quien desvela que incluso llegó a decir: «Esta es la mayor alegría que me he llevado en la vida, por encima casi del nacimiento de mis hijos».

«El hecho de que pueda enterrarlo con dignidad es una liberación después de la batalla que ha librado durante casi toda su vida para encontrar los restos de su padre. Tras 40 años de democracia, parece mentira que las víctimas de la dictadura franquista sigan tirados en fosas y cunetas, sin que sus familiares puedan enterrarlos dignamente», afirma la hija de Ascensión Mendieta. Una vez se resuelva todo el papeleo, la familia enterrará a Timoteo Mendieta en el cementerio civil de la Almudena, en Madrid.

Chon habla más de asesinados que de víctimas, ya que a su abuelo lo mataron por «auxilio a la rebelión», según pone en la sentencia, «cuando él no hizo nada», señala. Timoteo Mendieta fue presidente del sindicato UGT en la localidad guadalajareña de Sacedón, «un cargo que le sirvió para ayudar a los trabajadores de su pueblo y defender el sistema democrático que habían elegido la mayoría de los españoles, ya que no pegó ni un tiro ni estuvo en el frente», asegura su nieta.

Ascensión Mendieta aún recuerda una de las frases que más repitió el régimen franquista una vez finalizada la guerra: «Nada tiene que temer de la justicia aquel que no tenga las manos manchadas de sangre». Nada más lejos de la realidad, ya que ella mismo abrió la puerta de su casa cuando se llevaron a su padre, momento en el que le vio por última vez.

Eso fue en abril de 1939, recién finalizada la Guerra Civil, y el 15 de noviembre de ese mismo año lo fusilaron y lo echaron, junto con otros cuerpos, a una fosa del cementerio de Guadalajara, donde se calcula puede haber unas 1.000 personas enterradas por las represalias de la dictadura. La mujer de Timoteo Mendieta tuvo que marcharse de Sacedón con sus siete hijos y acabaron en Vallecas, viviendo en una habitación junto con su suegra y un cuñado soltero.

Timoteo Mendieta dejó mujer y seis hijos
Timoteo Mendieta dejó mujer y seis hijos - ARMH

Una lápida de recuerdo

Desde ese mismo momento, la mujer intentó recuperar los restos de su marido. «Nada más conocer la desaparición de mi abuelo, iba asiduamente hasta el cementerio de Guadalajara donde, hasta principios de los años 80, un muro separaba la fosa común», rememora Chon Vargas, quien explica que, aunque no logró recuperar los restos, tras la reforma del camposanto pudo colocar una lápida junto a la fosa común, que aún se conserva.

La nieta de Timoteo Mendieta destaca que en todo el proceso no han recibido ninguna ayuda de la Administración, «ni económica ni de ningún tipo». De hecho, cuenta que el 6 de junio, tres días antes de conocer los resultados de ADN de su abuelo, presentaron una reclamación administrativa al Gobierno de España y a los partidos con representación parlamentaria para que se cumplan los derechos fundamentales de las víctimas del franquismo. Chon concluye de manera tajante: «Hasta aquí hemos llegado y esperamos una respuesta porque, aunque tenemos los restos de mi abuelo, no se ha hecho aún justicia».

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