Una pancarta contra la violencia en el fútbol se despliegaba en 2014 en las gradas del estadio Santiago Bernabéu al comienzo del partido de vuelta de la Copa del Rey entre el Real Madrid y el Cornellá
Una pancarta contra la violencia en el fútbol se despliegaba en 2014 en las gradas del estadio Santiago Bernabéu al comienzo del partido de vuelta de la Copa del Rey entre el Real Madrid y el Cornellá - EFE
PROPUESTAS PARA LA CAMPAÑA DEL 20-D

El reto de combatir con juego limpio la violencia en el deporte

El fútbol acapara el 98 por ciento de las denuncias en torno a eventos deportivos

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La muerte de un seguidor del Deportivo de la Coruña en las cercanías del Calderón en noviembre del año pasado removió los cimientos de la lucha contra la violencia en el deporte en España y cambió para siempre la forma de entender este tipo de espectáculos. Francisco Javier Romero, más conocido como «Jimmy», murió víctima del odio irracional entre aficionados, aunque su trágico desenlace sirvió para hacer reaccionar de una vez por todas a las instituciones.

Desde entonces, el Gobierno endureció su lucha contra la violencia y trazó líneas insalvables para los aficionados. Adiós a la impunidad en las gradas o en los aledaños de los estadios, con una dureza que pocos esperaban que se mantuviera con el paso de las jornadas.

Cánticos como el de «Messi subnormal», «Cristiano borracho» o los que apoyaban el presunto maltrato doméstico de Rubén Castro a su novia han sido condenados y castigados. También los pitos al Himno nacional han tenido, por primera vez, una sanción, al igual que los gritos machistas proferidos a las deportistas. Un ejemplo que ha contribuido a reducir el número de denuncias en casi un 11 por ciento durante la última temporada, una tendencia que el CSD confía mantener a la baja. «Los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado han calificado de éxito el trabajado de este año. Una valoración que la opinión pública también comparte», reconocía Miguel Cardenal, presidente del Consejo Superior de Deportes, para hacer balance de la última temporada.

Un éxito al que han contribuido todos los actores inmersos en la problemática, desde las autoridades a los propios aficionados, pasando por los Cuerpos de Seguridad del Estado o los clubes deportivos. Todos han aportado su granito de arena para hacer del deporte un espacio menos violento, donde acudir con niños no sea un acto peligroso.

El fútbol, a la cabeza

Aunque la violencia no se ciñe solo a los campos de fútbol, lo cierto es que el deporte rey es el que acumula la mayor parte de las denuncias por conductas inadecuadas. Solo un 2 por ciento del total corresponden a otros deportes. El caso Jimmy disparó durante el año pasado el número de expedientes con carácter muy grave. De los 15 que se incoaron durante la 2013/14, se ha pasado a los 157 de la pasada campaña, aunque la gran mayoría de ellos en relación con los incidentes de Madrid Río.

La reactivación del Libro de Registro de Actividades de Seguidores ha situado a los clubes a la vanguardia de la lucha contra los grupos violentos organizados que utilizan el fútbol como pretexto para ejercer su conducta delictiva. Su colaboración necesaria ha sido fundamental para identificar a seguidores dentro y fuera de los estadios, lo que ha variado sustancialmente la conducta de los aficionados en las gradas y también en los desplazamientos.

Los pitos al Himno, recurrentes en los últimos años en algunos encuentros protagonizados por equipos del País Vasco y Cataluña, han obligado a tomar medidas, que en algunas ocasiones han parecido insuficientes para evitar esa falta de respeto en el futuro.

Más partidos de alto riesgo

El interés redoblado del Gobierno en torno a la violencia en el deporte queda reflejado también en el incremento de los eventos declarados de alto riesgo. Llama la atención que la gran mayoría de ese aumento es en partidos de Segunda división y Segunda división B.

Por último, la violencia machista en el deporte es otro de los aspectos negativos de la legislatura. Son muchos los incidentes que giraron alrededor de esta lacra, con insultos y agresiones a mujeres deportistas y árbitras.

Diez propuestas para mejorar

El trabajo intenso de los últimos doce meses debe tener continuidad en el futuro próximo. Erradicar la violencia no es una tarea sencilla, y por eso la estabilidad y el incremento de la seguridad en los estadios deben ser una de las prioridades del nuevo Gobierno de la nación.

Acabar con los pitos al Himno en los estadios

Dentro de la idea general que busca sacar fuera del ámbito deportivo cualquier referencia política, la necesidad de erradicar la falta de respeto a los símbolos nacionales centra gran parte de la atención institucional. Los pitos al Himno nacional, recurrentes en algunos episodios deportivos durante la pasada legislatura, generan una violencia innecesaria que debe ser eliminada para mejorar la convivencia.

Inculcar el respeto al árbitro en la cantera

Las escuelas deportivas, donde se genera el talento que será la base de los futuros éxitos del deporte español, deben cumplir una función educativa fundamental para reducir los sucesos violentos relacionados con los árbitros dentro de los terrenos de juego. El respeto a los colegiados debe enseñarse como parte de la formación y requiere un refuerzo especial en los próximos años.

Adiós a la impunidad en las redes sociales

Twitter o Facebook deben dejar de ser un instrumento de insulto y vejación anónimo en el ámbito deportivo. En los últimos meses se ha intensificado la persecución de este tipo de conductas negativas, pero su auge obliga a ser extremadamente cuidadosos en los próximos años. Las redes sociales deben ser un punto de encuentro alrededor del deporte, pero no de confrontación violenta en torno a él.

Fomentar la convivencia entre las aficiones

En la búsqueda de la erradicación de la violencia en el ámbito deportivo, se deben crear lazos de amistad entre los seguidores de los diferentes equipos, en un intento por crear un clima de concordia en los estadios, y no de crispación. En ese sentido, ya ha habido diferentes clubes que se han puesto manos a la obra para organizar jornadas de convivencia antes de los encuentros, lo que redunda en un incremento del consumo, además de dejar a un lado la violencia.

Los grupos violentos, sin apoyo de los clubes

Se acabaron los tiempos en los que los grupos ultras contaban con infraestructura propia y ayuda económica por parte de los clubes. Además de acabar con ese apoyo, los equipos deben hacer lo posible por sacar a los violentos de sus gradas y mantener en ellas solo a los aficionados que acudan al estadio a animar y a disfrutar del deporte.

Eliminar los símbolos de carácter político

Las reivindicaciones que no tengan que ver con lo estrictamente deportivo deben quedar al margen. Ejemplos como el de las «esteladas» en el Camp Nou no ayudan a erradicar la violencia dentro de los estadios y deben ser eliminados de las gradas.

Organizar el desplazamiento de aficiones

Los clubes deben colaborar para crear un censo de los seguidores que les acompañan en los viajes y controlar así que los desplazamientos no sean un foco de problemas.

No permitir los gritos machistas en el deporte

La violencia machista, una lacra en nuestra sociedad, no debe tener continuidad dentro de los recintos deportivos. Las mujeres involucradas en cualquier actividad relacionada con el deporte no tienen que recibir insultos, con especial atención a los relacionados con su condición femenina.

Cánticos de animación sin violencia

Desde los incidentes de Madrid Río se comenzó a trabajar con mayor interés en evitar los cánticos xenófobos y violentos en las gradas. Un éxito que no debe caer en el olvido con el paso del tiempo.

Mejor tecnología para detectar a los radicales

Aunque ya se han instalado equipos audiovisuales y tornos especiales, deben implementarse más medidas para evitar la entrada de los más violentos y de los sancionados a los espectáculos deportivos.

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