El presidente del BCE, Mario Draghi.
El presidente del BCE, Mario Draghi.

La recuperación peligra por cambio del viento

El año presenta más luces que sombras, con incertidumbres no controlables

Madrid Actualizado: Guardar
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Ala hora de pronosticar (arte complicado donde abunda el error) como funcionará la economía el año que empieza a cortar hojas al calendario, conviene tener presentes los precedentes. La realidad del año que acabó, el 2015, fue mejor que el mejor de los pronósticos. Las estimaciones de los profesionales de la prognosis económica, que son legión bien pagada, estiman que la economía española obtendrá en 2016 buenos resultados, aunque no tanto como en 2015; el crecimiento puede ser unas décimas menor, la creación de empleo positiva, con mejora de la calidad, el déficit público más bajo, la inversión mayor y el consumo darán muestras de moderación tras la euforia del 2015.

Para el ciudadano corriente el año empieza con una presión fiscal algo menor que el anterior, aunque el efecto de la rebaja se adelantó un semestre, con mejores perspectivas de estabilidad del empleo, sin inflación y con rentas (pensiones, salarios…) que pueden mantener la capacidad adquisitiva.

Vientos a favor impulsaron la economía en 2015: la política monetaria del BCE y la petrolera de los saudíes, que pueden mantener sus efectos a lo largo de 2016, pero no se trata de un factor controlable ni garantizado. El BCE se propone seguir estimulando el crecimiento en la zona euro con tipos muy bajos y amplias facilidades a la liquidez, algo que conviene a la economía española, excesivamente endeudada. Mientras que lo que ocurra con los precios del petróleo (las rebajas aportaron 15.000 millones de renta disponible a la economía española, con impacto de cuatro décimas de PIB) forma parte de lo no previsible. Hay razones para confiar en que el precio del barril no va a sufrir modificaciones a corto plazo: por ejemplo, que los saudíes quieren bloquear el «fracking» a base de precios no competitivos para esa fuente energética. Son factores externos no controlables, que algún día desaparecerán y frente a los que solo cabe prepararse para lo peor.

Al margen de esos factores externos hay fortalezas y riesgos en la economía española que jugarán un papel determinante en el desempeño económico del año. Entre las primeras, la fuerza del tejido empresarial, de muchas compañías que han superado la crisis a base de ganar productividad y competitividad que se traduce en exportación pujante, internacionalización y empleo que crece desde hace varios trimestres. Entre los riesgos cuenta la inestabilidad política que paraliza expedientes, introduce incertidumbres, produce vacíos y, sobre todo, anula las expectativas de reformas esenciales, aquellas sobre las que hay consenso social: la educativa, la de la justicia y la de la administración, la energética…

Un dato es que hay Presupuesto para el 2016, aunque esté sometido a vigilancia de las autoridades europeas por incumplimiento de los compromisos, y afectado por el efecto de los pactos políticos desde la debilidad, que siempre se traducen en más gasto.

Uno de los hitos del año es la presentación ante Bruselas de la actualización del Programa de Estabilidad 2016-2020 y el Programa de Reformas 2016, que, de hecho, son el plan económico del Gobierno con detalle de calendarios y compromisos. Antes, las tres agencias de «rating» darán a conocer sus calificaciones sobre la economía española, con expectativas de mejora en todos los casos, salvo que la inestabilidad política lleve a un cambio en la perspectiva del análisis.

Otro de los factores críticos para este año se refiere al sistema financiero, que volverá a ser sometido a los test de estrés (los resultados se conocerán en septiembre) pero que desde el primer día del año tiene que acreditar ante sus clientes que las cañerías de la financiación están reparadas y por ellas fluye financiación suficiente para sostener y estimular la recuperación. Un sistema financiero en buen funcionamiento suele ser un indicador de una economía en progreso, se trata de una condición necesaria, aunque no suficiente. Los últimos datos de crecimiento del crédito son esperanzadores, indican normalización.

Otro factor crítico tiene que ver con Europa, con los avances en las uniones pendientes: la bancaria, la fiscal, la presupuestaria y la política. El caso británico y su referéndum de vinculación o salida de la UE, impone retrasos, pero también puede convertirse en un factor de aceleración de la Unión. Y a la economía española siempre le ha ido bien ese proceso. En resumen el año 2016 presenta más luces que sombras, pero viene con no pocas incertidumbres, algunas no controlables.

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