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Un numeroso grupo de personas recibe con aplausos al féretro con los restos mortales de Miguel Ángel Blanco - EFE

Ermua, un pueblo perseguido por un mal sueño

Los vecinos de Ermua mantienen vivo el recuerdo de Miguel Ángel Blanco, pero consideran que ha llegado la hora de dejar atrás esa triste etapa

Vizcaya Actualizado: Guardar
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El 10 de julio vuelve a golpear un año más a Ermua. Una dramática fecha que ha quedado irremediablemente arraigada a la historia del municipio vizcaíno, hoy símbolo de la lucha contra el terrorismo etarra. Hace ya dos décadas que sus habitantes salieron a la calle para exigir en vano la libertad de Miguel Ángel Blanco, y los gritos en contra de banda criminal comienzan a diluirse en el tiempo. Finalmente la paz llegó, y con ella la tranquilidad de sus vecinos, que, sin embargo, aún se estremecen al recordar el trágico fin del joven concejal popular.

«Impotencia» y «miedo» son, de hecho, algunas de las palabras que más se escuchan estos días por las calles de Ermua, cuyos habitantes vuelven a revivir el suceso como un mal sueño que no consiguen esquivar.

Apenas seis kilómetros separan Eibar de la localidad vizcaína, situada a orillas del río Ego. Amigos y allegados conectan a sus cerca de 16.000 vecinos, que conforman «una gran familia» en la que rara vez aparecen desconocidos: «Al final, por una cosa o por otra, en este pueblo nos conocemos todos», comenta Arkaitz, que aprovecha el buen tiempo para dar un paseo con sus nietos.

Precisamente, son los mayores los que disciernen mejor el cambio de paradigma social que siguió a la muerte del concejal del PP, conocido en la zona como un joven «muy respetuoso y amable» que intentó «hacer mejor» a Ermua en tiempos difíciles para el País Vasco. «Yo recuerdo que por entonces había que tener mucho cuidado con quién hablabas de algunas cosas», subraya el propio Arkaitz, que asegura que, por temor a sufrir represalias de los proetarras, nunca llegó a decir a quién votaba a nadie que no fuera de su propia familia. Hay quienes, incluso, decidieron cambiar el pueblo por las grandes ciudades para disfrutar de una vida más libre.

A escasos metros del Ayuntamiento se encuentra el centro de jubilados, a cuyas puertas se concentran habitualmente los ancianos de Ermua. A alguno de ellos aún se les ponen los ojos vidriosos al recordar a Blanco.

«Fue un golpe muy duro, sentí mucha pena cuando me enteré de que lo habían matado de esa forma tan rastrera», asegura un pensionista «muy amigo» de la familia del edil. Otros, por su parte, admitieron que siguieron el caso «con impotencia», aunque destacaron que mantuvieron la esperanza hasta el último momento. Es el caso de Vicente, de 74 años, quien asegura que el pueblo se siente «orgulloso» de haberse levantado contra ETA.

Superar el pasado

A pesar de que Miguel Ángel Blanco continúa siendo una figura imprescindible e inolvidable para los ermuarras, en el seno del territorio comienza a abrirse una brecha generacional entre los que fueron testigos del crimen y los que supieron del concejal por los libros y la televisión. De hecho, hay también quienes prefieren aparcar de una vez el tema a pesar de que vivieron la tragedia en primera persona: «Es algo que pasó y que nos marcó a todos, salimos a la calle y luchamos contra ello. Pero tenemos que superar eso, ETA ya está en el pasado y no tiene sentido seguir insistiendo en el tema», considera un vecino de la zona.

Los más jóvenes disfrutaron el último fin de semana de la feria medieval que se instaló a las afueras del municipio. Hasta allí se desplazaron Kike e Itziar, ambos de 18 años, que recuerdan que, de hecho, en el instituto no llegaron a profundizar demasiado en el tema: «En realidad sé más de la vida de Miguel Ángel Blanco por los documentales que he visto por internet o por la tele que por lo que dimos en clase», comenta el primero, que recalca, sin embargo, que siempre hacían mención especial al concejal popular en las aulas.

«Creo que lo que pasa es que la gente está cada vez más unida y dispuesta a dejar a ETA a un lado para centrarse en los problemas del ahora», explica Javier Sánchez, presidente de la junta local del PP en Ermua. A su parecer, la gente mantiene el espíritu que les llevó a manifestarse tras el asesinato, pero el fin de la violencia etarra ha «calmado» poco a poco los ánimos. En este sentido, destaca que es hora de dejar el pasado atrás «sin olvidar» al concejal ni lo que hizo la banda, «que no tiene perdón».

A lo largo de esta semana se sucederán en el municipio varios actos en honor a Miguel Ángel Blanco, cuyo busto ha sido trasladado temporalmente al palacio Lobiano junto a una serie de fotografías de la protesta que siguió a su asesinato. Por otro lado, hoy se organizará un acto en memoria del edil por el 20 aniversario de su secuestro. La cita, a la que acudirá el alcalde, el socialista Carlos Totorika, tendrá lugar a media mañana en San Pelayo, frente al monolito que alzaron por las víctimas del terrorismo.

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