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Susana Díaz durante un acto en Sevilla - ROCIO RUZ

Primarias, peligro de deserción

Si Susana Díaz no se impone el 21 de mayo, algunos barones verían comprometido su futuro

Madrid Actualizado: Guardar
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Primero fue el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page (enemigo declarado de Pedro Sánchez), quien subordinó su futuro como dirigente territorial del PSOE «al resultado de las primarias». Pero como él, otros barones y diputados afines a la presidenta andaluza, Susana Díaz y, consecuentemente, contrarios al exlíder socialista, están a la espera -según ha sabido ABC- de lo que suceda el próximo domingo para decidir su horizonte político. El clima de enfrentamiento en el que vive esta formación no solo es cuestión de personas sino, sobre todo, de proyectos. Por eso, entre barones, secretarios regionales y diputados que han manifestado su adhesión a Díaz se ha interiorizado que un PSOE cuyo secretario general volviera a ser Sánchez -que aplicaría un programa cercano al de Podemos- los colocaría en una situación insostenible y, por consiguiente, los obligaría en algunos casos a presentar su dimisión.

La misma incertidumbre viven tres exsecretarios generales de la formación, que lo fueron todo en Ferraz, y que han sido muy expeditivos sobre su rechazo a la política de Sánchez: Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba. Los tres, sin cargos orgánicos en el partido, podrían dar un paso al frente en una suerte de dimisión simbólica si la dirigente andaluza cae en el proceso del próximo domingo. Mucho más complicado es el horizonte de las figuras socialistas que sí tienen poder interno. La continuidad al frente de sus federaciones de dirigentes territoriales como el presidente valenciano Ximo Puig, el responsable aragonés Javier Lambán o el barón extremeño Guillermo Fernández Vara pende de un hilo que podría cortar Sánchez si finalmente sus 53.692 avales se traducen en una victoria, dejando en el camino a la candidata andaluza. Salvo la presidenta balear, Francina Armengol, o la secretaria vasca, Idoia Mendía, partidarias de la tercera vía de Patxi López, el resto de los barones (incluyendo a la madrileña, Sara Hernández, primero sanchista, luego partidaria del exlehendakari y actualmente afín a Susana Díaz) se han puesto de parte del proyecto que encarna la socialista sevillana, que reivindica al PSOE de siempre, autónomo respecto a la extrema izquierda, con políticas socialdemócratas y una inequívoca defensa de la unidad de España, lejos del ideario populista de Podemos, al que se acercó Sánchez. Y eso a pesar de que en el documento programático que hizo público el jueves ya no defiende la necesidad de converger con otras fuerzas extremistas aunque sigue abonándose al concepto de la «plurinacionalidad» de España, en abierta contradicción con la Constitución y con la historia del partido que ha gobernado nuestro país 21 años.

Difícil cohabitación

Fuentes de la actual dirección socialista tienen muy presente que «nadie podría evitar la desbandada de cargos si gana Sánchez». El primero que tiene los días contados -por elección propia, ya que ha anunciado que esta será su última legislatura- es el por pocos días presidente de la gestora, el responsable del Principado de Asturias, Javier Fernández. Aunque su idea es presentarse a la reelección como secretario general del PSOE asturiano en el congreso regional del próximo otoño, y desde ese cargo, preparar su sucesión en el Gobierno, la eventual vuelta de Sánchez en Ferraz desbarataría muy probablemente sus planes.

En el PSOE tampoco se atreven a vaticinar el futuro de una Susana Díaz derrotada. Aunque las elecciones andaluzas no tocan hasta 2019 (el mismo año que las autonómicas y municipales) los claros signos de agotamiento electoral del partido en su principal feudo, que obligaron a Díaz a tener que pactar con Ciudadanos y posibilitaron el sorpasso del PP andaluz en las generales de 2016, unidos al batacazo político de un hipotético fracaso en las primarias, podrían obligarle a replantearse su continuidad en la vida pública. Es difícil adivinar -sostiene un alto cargo socialista- una cohabitación tranquila entre un Sánchez todopoderoso y legitimado por las primarias, en Ferraz, y unos debilitados Díaz, en Sevilla, y Fernández, en Oviedo. Por no hablar del delicado papel del portavoz en el Congreso, Antonio Hernando.

Y luego están los barones que se convirtieron en principales rivales -si no en enemigos viscerales- del exdirigente socialista durante los meses que precedieron a su dimisión el 1 de octubre del pasado año. Desde entonces, la hostilidad de Sánchez hacia Vara, García-Page y Puig, a los que se sumó el alcalde de Vigo, Abel Caballero, es más que una evidencia. Por eso, en Ferraz no se descarta que alguno de ellos decidiera no continuar a la espera de que se celebren los Congresos regionales después del verano, en los que previsiblemente los afines a Sánchez tomarían posiciones. Es el caso de José Luis de Ábalos en la Comunidad Valenciana, cuya cercanía al candidato madrileño le colocaría en una posición privilegiada para disputar el poder a Ximo Puig o el de la diputada aragonesa Susana Zumelzo, una de los 15 parlamentarios que se opusieron a la abstención en la investidura de Rajoy, que previsiblemente no tardaría en reclamar poder en la Comunidad que hoy preside Lambán.

Pero entre los afines a Sánchez tampoco se espera una transición tranquila si la moneda cae en el palacio de San Telmo. Es el caso de la diputada Rocío de Frutos, que hace unas horas anunciaba que dejará su escaño si Díaz gana. Y si es Sánchez el que se alza con la victoria, tampoco va a ser más fácil la digestión para los sobrevenidos seguidores de Patxi López. En el partido se cree que el exlehendakari podría encontrar una salida en Europa pero «no así» buena parte de su equipo, «desertores» del bando de Sánchez.

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