Miedo y vergüenza, los dos silencios de Alsasua

El juicio a los ocho jóvenes acusados de agredir a dos guardias civiles y sus parejas se vive con intensidad en el corazón del pueblo navarro

La plaza de los Fueros de Alsasua ABC / Vídeo: Los guardias civiles agredidos en Alsasua temieron por su vida
Pablo Ojer

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La tercera sesión del juicio que se celebra en la Audiencia Nacional contra los ocho jóvenes que agredieron a dos guardias civiles y sus parejas en Alsasua se inició ayer con la declaración de una camarera y el dueño de la taberna Koxka, el lugar en el que se inició todo. A media mañana, una empleada salía de la cocina de la taberna Koxka y comprobaba que en la televisión se desarrollaba una tertulia sobre el transcurso del juicio. «¿Todavía siguen hablando de esto?» , lanzó a las seis personas que a esa hora tomaban sus consumiciones. Tan sólo este periodista estaba atento a la pantalla de televisión. El resto hablaba con su acompañante, miraba por la ventana o se concentraba en el pincho que comía. A los pocos minutos, entró una clienta habitual. Observó la televisión. «¿Pero esto qué es, un monólogo?».

Unos minutos antes, y a unos cientos de metros de distancia, los padres de una de las chicas agredidas conversan con uno de los dos clientes que están en su establecimiento. «No vamos a hacer declaraciones. Bastante tensión hay ya », afirmaba la madre confirmando lo que el víspera había declarado la madre de uno de los guardias civiles, Inmaculada Fuentes: «es una tierra en la que aún hay miedo».

Dos silencios distintos

Son dos formas diferentes de afrontar unos sucesos que ha puesto a una localidad de 7.500 habitantes en el centro de atención de todo un país. Uno es fruto del miedo. El bar que regentan ha visto menguar la clientela, han sido increpados y han recibido amenazas. El otro silencio prefiere pasar página cuanto antes. Su bar no se encuentra entre los considerados «abertzales». De hecho, buena parte de los que rodearon la agresión procedían del bar que se encuentra enfrente, mucho más politizado. Sin embargo, ha quedado en la memoria como la «agresión del Koxka» .

Pero en el resto de vecinos de Alsasua también impera el silencio. Ayer era día de mercadillo y muchos alsasuarras acudieron a la plaza Baratzako Bide para realizar sus compras, ropa y alimentos, sobre todo. Una señora le cuenta a otra su visita al médico. Muchos vecinos comentan el calor que ha llegado de pronto. « A las ocho de la mañana estábamos ya a 12 grados », informaba un hombre a un conocido. Pero si una persona que no es del pueblo pregunta cómo está viviendo el pueblo el juicio llega el silencio. A lo sumo se escapa un escueto «mal». Un «deberían juzgarlos en Pamplona» en referencia a que no debería considerarse un acto de terrorismo, es lo más que los más habladores consiguen decir.

«De puertas para adentro, todos opinarán. Pero de puertas para afuera, no te enterarás de lo que piensan», explica el único vecino que aporta más de una frase. Todavía impera el «Ley del Silencio» que se estableció durante el terrorismo de ETA . Se ha quedado en la habitualidad de la sociedad.

Tampoco hay demasiadas referencias a lo sucedido en las paredes de la localidad navarra. Tan sólo el rostro de los tres jóvenes que continúan encarcelados a raíz de la agresión, Oihan Arnanz, Adur Ramírez y Jokin Unanumo en la plaza de los Fueros, centro neurálgico de Alsasua. Otros cinco acusados para los que se pide entre 12 y 62 años de cárcel permanecen en libertad.

Aunque en decenas de balcones de la localidad y en algunos comercios se extiende la banderola de «Utzi Altsasu Bakean» («Dejad Alsasua en paz», en euskera). «La crítica a la proporcionalidad y la imagen trasladada de Altsasu ha unido a la mayoría de los vecinos», aseguraba el alcalde, Javier Ollo, en declaraciones a una emisora de radio. El mismo alcalde no quiso recibir a este periódico para dar su versión de cómo vive Alsasua el juicio.

Precisamente en la valla que bordea la plaza donde se ubica el Ayuntamiento un cartel señala los días que llevan encarcelados Adur, Jokin y Oihan, los kilómetros que han recorrido sus familias para visitarlos y el dinero que supuestamente se han gastado.

Prioridad del Ayuntamiento

Ese empeño de las instituciones oficiales en los jóvenes acusados ha sido muy criticado en los últimos días en Navarra. «Durante meses las instituciones públicas navarra se han puesto de lado de los agresores. Han intentado presionar al poder judicial y han restado importancia a la gravedad de los hechos . No han mostrado el menor signo de solidaridad con las víctimas», afirmaba el filósofo Fernando Savater en una concentración celebrada el martes en Pamplona en apoyo a los dos guardias civiles y sus parejas. Tampoco el Ayuntamiento de Alsasua se ha interesado por los agredidos, a pesar de que son tan vecinos del pueblo como los agresores.

En distintas declaraciones aprobadas por el consistorio navarro no se condenaban los hechos del 15 de octubre de 2016. Tan sólo se limitaban a «rechazarlos» para, a continuación pedir la excarcelación de los acusados.

El pasado sábado, tanto el Gobierno de Navarra como el Parlamento y el alcalde de Alsasua estuvieron presentes en la manifestación celebrada en Pamplona en la que se pedía que la agresión no tuviera la consideración de terrorista. Sin embargo, el martes no hicieron acto de presencia en la concentración convocada por asociaciones de víctimas del terrorismo a la que acudieron 2.500 personas según la Delegación del Gobierno y 4.000 según los organizadores.

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