Urdangarín, el viernes pasado en su declaración en el juicio del caso Nóos
Urdangarín, el viernes pasado en su declaración en el juicio del caso Nóos - EFE

Máxima tensión en el juicio del caso Nóos

Los reiterados enfrentamientos entre la magistrada Samantha Romero y algunas de las partes, y su forma de dirigir el juicio enrarecen el ambiente en la vista oral

Palma de Mallorca Actualizado: Guardar
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La tensión en la sala donde se celebra el juicio del caso Nóos es máxima, no solo por lo que se juegan las personas que están en el banquillo, que mantienen una actitud en general irreprochable, sino porque no hay fluidez en las relaciones entre el tribunal y las partes, especialmente algunas de las acusaciones. Samantha Romero, la magistrada presidenta, no ha conseguido hasta el momento que haya una mínima empatía entre las defensas y acusaciones, de un lado, y ella misma, del otro. El resultado son continuas interrupciones en los interrogatorios, intervenciones fuera de tono de acusados que no son cortadas de raíz y el pasado viernes, incluso, un demoledor mensaje lanzado por el fiscal Anticorrupción, Pedro Horrach, que cansado de la forma de dirigir la vista de Romero decidió ponerla ante el espejo de sus propias contradicciones.

«Pocos están a gusto, todos actuamos con tensión. Falta fluidez. Es muy difícil trabajar así», explicaba a ABC una de las partes. «En un caso de tanta repercusión como éste, con una Infanta sentada en el banquillo, o el tribunal se gana el respeto por su forma de actuar, o si solo recurre a su posición, más tarde o más temprano perderá las riendas del juicio», sostienen otras fuentes del caso.

«Comprensible»

En estas situaciones, como es natural, buscar una única causa resulta no solo injusto, sino una simplificación extravagante. El primer día, cuando se vieron las cuestiones previas, la presidenta de la sala actuó con un rigor máximo, y muchos de los letrados presentes lo consideraron comprensible porque «era una forma de querer hacerse desde el principio con las riendas del juicio».

La magistrada ha actuado en ocasiones con una severidad llamativa

Sorprendente, no obstante, resultó la severa advertencia hecha al fiscal Horrach, cuando al oponerse a la introducción de parte de nueva prueba por el abogado de Diego Torres -pretendía citar como testigos nada menos que a Don Juan Carlos y a la ya famosa Corinna zu Sayn-Wittgenstein-, dijo que no se podía acceder a convertir el juicio en algo que sirviera para «la diversión de un patio de vecinos». También la defensa de Diego Torres fue duramente reprendida por no llevar bien preparada la nueva prueba documental que pretendía que se admitiese.

Esa forma de actuar no se cuestionó entonces en voz alta por las partes personadas, que ni siquiera reaccionaron duramente cuando la Sala redactó su auto en el que decidía no solo no aplicar las llamadas doctrina Botín y Atutxa del Tribunal Supremo, sino formular otra que algunos han comenzado ya a llamar «doctrina Infanta». El propio fiscal, cuyas tesis no había acogido el tribunal, hizo declaraciones públicas en el sentido de que el auto «estaba muy bien motivado», aunque discrepase de él. Los tremendos ataques recibidos durante la instrucción habían aconsejado a Pedro Horrach no abrir nuevos frentes, pero además estaba su deseo de destensar el juicio.

Los límites de la prudencia

Antes de comenzar los interrogatorios de los acusados la presidenta del tribunal advirtió de que no toleraría preguntas que llevasen implícita la respuesta, o que diesen por verdaderos datos que el acusado no hubiera reconocido. De nuevo se consideró normal por todos, aunque quizá la forma de hacer ese aviso sonara innecesariamente dura. En cualquier caso, el tribunal ha mantenido el criterio para todos, aunque en ocasiones, al recordar la regla, se superen los límites que la prudencia aconseja.

La juez, a una defensa:«Tráteme con la misma educación y respeto con la que yo le trato»

El abogado de Diego Torres, Manuel González Peeters, fue protagonista de un episodio en el que la actuación del tribunal fue perfectamente comprendido por todos. Probablemente sin quererlo, en una de sus intervenciones dio una contestación a la presidenta en un tono más que discutibbles; la magistrada le pidió que se dirigiera a ella «con la misma educación y respeto con la que yo le trato»; y ante la primera reacción del letrado le recordó que no dudaría en hacer uso de las atribuciones que le otorga nuestro ordenamiento jurídico. El letrado reaccionó de inmediato diciendo que no había sido su intención faltarla al respeto, y que si ella así lo había sentido le pedía perdón.

Los problemas más serios comenzaron la segunda semana con la declaración de uno de los acusados de la trama valenciana, que durante el interrogatorio de la fiscal Ana Lamas utilizó un tono claramente displicente con ella, llegando incluso a ser él quien le hacía preguntas, sin que Samantha Romero reaccionara. La perplejidad fue ya muy notable entre las partes, que no entendían cómo se podía tolerar una situación como esa, pero aun así el malestar solo se expresaba en círculos muy pequeños.

La presidenta de la Sala consintió que Torres prácticamente dirigiera su interrogatorio

El detonante final ha sido la declaración de Diego Torres. El tribunal, de forma incomprensible para muchos, consintió en que este acusado prácticamente dirigiera su interrogatorio, permitiéndole incluso introducir los folios que consideraba oportunos y dando órdenes además al letrado de la administración de justicia de que se exhibieran. Las protestas de la Abogacía del Estado, que llegó a pedir amparo a la Sala, fueron severamente rechazadas, pues argumentó que no pensaba coartar su derecho de defensa, máxime cuando se enfrenta a penas muy importantes, 16 años y medio. Torres, reforzado en sus posiciones, decidió llevar a cabo su estrategia sin que nadie le pusiera límites. De esa forma, sus respuestas se convertían en monólogos interminables que muchas veces ni siquiera aclaraban las cuestiones que se le planteaban.

El pasado jueves hubo un nuevo episodio, aún más duro. La letrada de Manos Limpias comenzó a interrogar a Diego Torres sobre aspectos relativos a Doña Cristina que nada tenían que ver con el delito fiscal del que se la acusa. Primero intervino la defensa de la Infanta para protestar por esa circunstancia; luego lo hicieron la defensa de Torres y el propio fiscal. La respuesta de Samantha Torres dejó perplejos a todos: «No van a sustituir ustedes la actuación de este tribunal-dijo irritada-; el tribunal va a blindar su independencia y va a actuar conforme a la Constitución y las normas que le vinculan», añadió. Muy pocas veces se había oído algo así en una sala de juicios, entre otras cosas porque esas palabras eran una acusación muy seria contra las partes que habían intervenido.

Rifirrafe

Al día siguiente la presidenta del tribunal vivió otro episodio de gran dureza. Horrach comenzó el interrogatorio a Urdangarín mostrándole algunos de los correos electrónicos y documentos que había introducido Manos Limpias para intentar implicar a la Infanta. Al empezar a preguntar por ellos, Samantha Torres le advirtió de que los mismos nada tenían que ver con el objeto del juicio. El fiscal, que ya esperaba la reacción, le espetó: «Usted ayer los consideró pertinentes y el señor Urdangarín es quien los ha escrito, de modo que debo preguntarle por ellos». La magistrada, muy molesta, le respondió: «Es la primera vez que veo que una acusación ataca las pruebas presentadas por otra»

«Señoría, le recuerdo que la Fiscalía tiene como función tanto ejercer acusación como oponerse a acusaciones infundadas»

Horrach pareció tragarse del sapo, pero aún mostró varios documentos más de los citados por Manos Limpias. Sin embargo, antes de comenzar su auténtico interrogatorio a Iñaki Urdangarín se dirigió a la presidenta del tribunal con estas palabras: «Señoría, le recuerdo que la Fiscalía tiene como función tanto ejercer acusación como oponerse a acusaciones infundadas»… Ya no hubo respuesta de la juez.

El problema, ahora, es reconducir la situación, porque en un juicio tan largo como éste no es bueno que haya tanta tensión. La iniciativa es de la presidenta de la Sala, y las partes tendrán que colaborar para que haya una mayor fluidez. Sería bueno para la justicia, pero sobre todo sería bueno para los hombres y mujeres cuya vida puede arruinarse para siempre en un juicio histórico como es este.

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