Lección de vida

El independentismo tiene una parte voluntariosa e ingenua que está pagando un altísimo precio personal a cambio de no haber logrado nada colectivo

Anna Gabriel, en el Parlament ABC
Salvador Sostres

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Carles Puigdemont quería elecciones autonómicas para no despeñarse y Oriol Junqueras para ganarlas. La decisión estaba tomada hasta que el grupo parlamentario de lo que entonces se llamaba Junts pel Sí, que agrupaba a Esquerra y Convergència, se rebeló con sollozos y proclamas, gritos de «¡traidor!», y toda clase de amenazas. Los más destacados entre ellos, Jordi Turull, Josep Rull y Marta Rovira, que hoy van de su corazón a sus asuntos, perfectamente libres y bajo fianzas irrisorias, mientras que Puigdemont anda fugado y Junqueras no sale de Estremera.

Más que la anécdota política, lo que este episodio nos deja es una extraordinaria lección de vida. La próxima vez que te encuentres ante al abismo, y escuches voces amigas llamándote a la gesta, has de estar seguro que no van a ser las que se quedan viéndote caer desde arriba y diciendo: «Espero que el agua esté muy fría», cuando es evidente que lo que te va a matar es la caída.

Anna Gabriel, que ha anunciado hoy en el periódico helvético Le Temps que no acudirá a declarar ante el juez Llarena , es otra clamorosa pantomima de quien no hizo absolutamente nada por la independencia y ahora quiere hacerse la que se juega la vida por la causa, cuando en realidad insulta con su habitual cinismo a los que dieron la cara mientras ella se escondía.

El independentismo tiene una parte voluntariosa e ingenua que está pagando un altísimo precio personal a cambio de no haber logrado nada colectivo; y otra parte, mucho más cuantiosa, que es la que de un modo más decisivo ha contribuido a la destrucción política y vital de sus líderes, por la vía de empujarlos a saltar al vacío sabiendo que no llevaban paracaídas.

Cuando la historia de estos años se escriba, habrá que tener muy en cuenta la mediocridad de sus protagonistas. A un Estado puedes derrotarlo, pero nunca jugando de farol creyendo que va a tomarse tan a la ligera su supervivencia como tú te tomas el sentimiento y las esperanzas de tu gente, e incluso sus propias vidas.

Al Gobierno del presidente Rajoy le ha bastado la fuerza mínima para ganar la partida, porque con lo que Mireia Boya y Marta Rovira le han dicho al juez Llarena, hay materia de sobra para encarcelar a Puigdemont de por vida; y Anna Gabriel haciendo la parodia de la fugitiva entre Venezuela y Suiza, justifica que Junqueras y Forn se hundan en la prisión preventiva.

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