El independentismo entrega la calle a los comités violentos bajo influencia de la CUP

Los Comités de Defensa de la República (CDR) cortaron carreteras ayer, a la espera de una huelga general salvaje

Un CDR cortando una carretera catalana EFE

JESÚS HIERRO/DANIEL TERCERO

Son los convocantes de las concentraciones independentistas de los últimos días que acabaron con graves disturbios en Barcelona y en otras localidades catalanas. Asalto de la Subdelegación del Gobierno en Gerona; intento de lo mismo en la de Lérida -resuelto con salvas de los policías- y contenedores quemados, lanzamiento de objetos y destrozo de material urbano en Barcelona, alrededor de la Delegación del Gobierno. Cortes de autopistas y carreteras nacionales. Agentes de los Mossos d’Esquadra heridos.

La Guardia Civil lo tiene claro. Los autodenominados Comités de Defensa de la República (CDR) «nacieron para impedir la acción de la Justicia mediante movilizaciones sociales», con el fin último de conseguir la secesión de Cataluña . Así lo detalla la Guardia Civil en uno de los últimos informes que entregó al juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena, que investiga a los principales líderes del «procés» independentista.

Los primeros CDR surgieron el año pasado, pero su expansión no se produjo hasta los días posteriores a la consulta independentista del 1-O. Autodenominados en un principio como Comités de Defensa del Referéndum, rápidamente se rebautizaron como Comités de Defensa de la República para adaptarse a su nueva misión tras la consulta secesionista: defender el resultado del 1-O y presionar a los partidos independentistas para que la república catalana, proclamada el 27 de octubre, fuese una realidad.

Llamada a la desobediencia

No tienen una estructura jerárquica sino que -en palabras de sus portavoces- se sustentan en una organización «horizontal y democrática». Se organizan en asambleas locales asociadas a coordinadores territoriales -más o menos comarcales- y derivan en el CDR Cataluña. Es este el comité que centraliza la información y hace «llamamientos -a través de las redes sociales- a la población para ejercer tanto resistencia activa y pasiva, como la desobediencia civil», según la Guardia Civil .

En el último trimestre del año tomaron el relevo de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y de Òmnium Cultural al frente de las convocatorias movilizadoras del independentismo. La ocupación de los colegios el 1-O para garantizar el referéndum, el control durante la huelga general del 3 de octubre y el impulso de la «huelga de país» del 8 de noviembre -que paralizó Cataluña gracias a los cortes de las carreteras- son sus grandes acciones.

Su teórico diseño horizontal no les priva de tener un alto grado de organización. «No dejan ningún aspecto al azar», incide la Guardia Civil. Comunicación, movilización, defensa, economía... no se les escapa nada a estas estructuras que alientan el vandalismo. Hasta organizan talleres formativos para enseñar técnicas de resistencia y aconsejar sobre cómo proceder en caso de ser identificados o detenidos por las fuerzas de seguridad.

Con todos estos mimbres, ¿qué estrategia practican? Aplican la «desobediencia civil y la resistencia, tanto activa como pasiva». Para sus sabotajes llegan a emplear a menores de edad. A través de sus talleres y de sus perfiles en las redes sociales de internet promueven estos sabotajes. El uso de Twitter es, especialmente, fundamental en su maquinaria. Y entre los promotores se comunican a través de los chats de Telegram, un canal vía móviles más seguro que Whatsapp.

Vínculos políticos

¿Cuál es la relación de estos CDR con las tradicionales entidades independentistas y con los partidos políticos? No forman parte orgánica de ningún partido. Están próximos a la izquierda radical de la CUP, pero no solo. No se posicionan sobre el sentido de voto en los temas del día a día y reúnen también a albotoradores próximos al resto de partidos independentistas , manteniendo una relación de colaboración con la ANC. Aun así, la mayor influencia sobre los CDR la ejerce la CUP. Un claro ejemplo de esto es la defensa de ambos colectivos de llevar a cabo una nueva huelga general política (como fueron las del 3-O y 8-N) bajo el lema de «La primavera catalana».

Pese a los graves incidentes rebrotados desde el viernes pasado, ningún partido independentista, ni la ANC, ni Òmnium han condenado oficialmente y por los canales habituales los ataques de los CDR. Es más, el sábado, desde la tribuna del Parlamento de Cataluña, Quim Torra (JpC), durante el segundo debate fallido para investir a Jordi Turull, dio las «gracias» a los CDR, que englobó en el grupo de auténticos catalanes junto a Carles Puigdemont, los diputados de JpC, ERC y la CUP, los alcaldes secesionistas, la ANC y Òmnium.

Aunque no tienen líderes visibles que puedan erigirse como portavoces para toda Cataluña, la Guardia Civil concede a una veintena de activistas un papel destacado dentro de la organización. Los exdiputados de la CUP David Fernàndez y Antonio Baños; la filósofa Marina Garcés, el vicepresidente de Òmnium, Marcel Mauri o portavoces de los diferentes CDR: Helena Vázquez, Pol Castellví, Yasmín Argaz o Imma Zapata, son algunos de los nombres.

Ayer, autopistas

Centenares de radicales se concentraron, ayer por la tarde, alrededor de la estación de Sants con el objetivo de rodear un punto estratégico de comunicación de Cataluña. Los Mossos d’Esquadra, alertados por la acción, blindaron la estación para evitar que los ultras cortaran las vías.

Durante todo el día, distintos CDR mantuvieron cortes en determinadas autopistas, carreteras nacionales y vías secundarias de toda Cataluña: en Gerona (AP-7), Lérida (A-2) y Tarragona (N-340). En Barcelona cortaron los accesos. En todos los casos se necesitó la intervención de la policía para desbloquear las vías.

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