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El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, junto al presidente del Círculo de Economía, Antón Costas - EFE

Iglesias, en territorio hostil

Los empresarios del Círculo de Economía acogen con cortés desconfianza al líder de Podemos

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Había una expectación enorme en las jornadas del Círculo de Economía de Sitges (Barcelona) por asistir al debut allí del líder de Podemos, Pablo Iglesias, así como de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, defensores de una visión de la economía en las antípodas del liberalismo de corte europeísta que siempre ha defendido el influyente «lobby». Con corbata pero sin americana -lo que ya habría sido demasiada concesión al capitalismo patriarcal que denosta la nueva izquierda-, Iglesias ha soltado ante una selecta representación de la empresa española su modelo para transformar la economía española. No se esperaba otra cosa: no les ha convencido.

Impertérritos -la educación es lo primero-, nombres como Jaume Giró (CaixaBank) o Salvador Alemany (Abertis) han escuchado atentamente al líder de Podemos.

También entre el auditorio, Salvador Gabarró (Gas Natural), Manel Brufau (Indra), José Luis Bonet (Freixenet), Kim Faura (Telefónica), José Luis Bruguera (Colonial) o Marc Puig (Puig); estos últimos, además, se reunieron previamente con Iglesias antes de su intervención.

Como si nada, han escuchado las propuestas de Iglesias, lanzadas de carrerilla, como la de imponer un «impuesto de solidaridad» a las entidades bancarias, la creación de una banca pública potente, la derogación de las reformas laborales de 2010 y 2012 o la implantación de una renta familiar complementaria, entre otras medidas en materia de fiscalidad, pensiones o seguridad social.

Aunque su intervención ha sido acogida con un aplauso cortés, poco más, el recelo del auditorio se ha trasladado durante el turno de preguntas, donde uno de los asistentes ha apuntado a lo «poco creíble» que resultaba su proyecto económico. De modo general, los asistentes han expresado su «desconfianza» ante un Iglesias del que, aseguran, temen que radicalice sus postulados una vez en el Gobierno. Con reflejos de avezado tertuliano, Iglesias giró el argumento a su favor. «La desconfianza es la antesala del entendimiento», ha apuntado antes de añadir que mantiene una «magnífica relación» con el líder de la CEOE, Juan Rosell.

Abundando en esta línea, y pese a lanzar una catarata de medidas que entre el auditorio se acogieron con las cejas arqueadas -la procesión iba por dentro-, Iglesias ha asegurado ser «enormemente pragmático», capaz se dijo de llevar adelante un programa «perfectamente posible en el marco de la eurozona».

Ya al final, como si no pudiesen contenerse, los empresarios han acabado yendo al meollo de lo que tenían entre manos: «¿Usted respeta la propiedad privada? ¿Usted respeta el talento, la recompensa del esfuerzo?». «Claro que sí, sobre todo cuando se garantizan las condiciones de competitividad y se apoyan en sistemas educativos», se ha escabullido el líder de Podemos, indemne, pero no vencedor, en la arena del Círculo de Economía.

Al preguntársele en la XXXII Reunión del Círculo de Economía por si en una negociación de gobierno le pusieran como línea roja la renuncia al referéndum, ha respondido: «Haremos las cosas bien y mal, pero creo que hemos demostrado la firmeza de nuestras convicciones», y ha añadido que en la campaña electoral del 20-D no les fue mal defendiéndolo en toda España.

Ha desvelado que el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, le dijo en su reunión del 8 de abril que tenía dudas sobre si la defensa de Podemos era sincera, aunque después le reconoció que habían sido «muy claros», algo que Iglesias considera importante, porque cree que los partidos catalanes desempeñarían un papel clave en ese referéndum.

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