El presidente, Cospedal y Martínez-Maillo, esta semana en el Congreso
El presidente, Cospedal y Martínez-Maillo, esta semana en el Congreso - Efe

El futuro de Cospedal y la maternidad subrogada agitan el Congreso del PP

Rajoy deja los dos asuntos más controvertidos abiertos hasta el viernes

Madrid Actualizado: Guardar
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Mariano Rajoy solo ha vivido bajo presión un congreso en su partido: el que se celebró en Valencia en 2008, con la vieja guardia del PP, encabezada por José María Aznar y Esperanza Aguirre, en plena guerra por socavar su liderazgo. El que vino después, en 2012, recién instalado en La Moncloa, discurrió con la relativa tranquilidad que permitía un país con economía de guerra. El viernes celebra su segundo cónclave como jefe del Gobierno, sin nadie que quiera moverle la silla. Y la estabilidad para Rajoy es un grado.

La casualidad o quizá las ocurrencias populistas han hecho coincidir el Congreso del PP con el de Podemos. Alguna sonrisa se le ha escapado al presidente al comparar su convocatoria con el «2 de mayo» que viven en la formación morada.

Rajoy enarbolará el valor de la «tranquilidad» frente al «ruido» en otras formaciones y buscará «cerrar página» al desgaste que su partido ha sufrido por la corrupción, para centrarse en asuntos de Gobierno tan delicados como el desafío independentista en Cataluña. Confía en emprender una nueva etapa, pese a la inevitable vigencia de los procesos judiciales que afectan a Luis Bárcenas, el escándalo Gürtel o la reciente petición de la Fiscalía para que se reabra el caso de «la caja B» del PP.

Plan Renove

Comparados con esos frentes, el Congreso para Rajoy se presenta como una balsa. Eso sí, aunque ha esquivado públicamente abordar las decisiones más espinosas, todos en el partido cruzan los dedos para que asuntos como la compatibilización de cargos, con la continuidad de la secretaria general María Dolores de Cospedal al fondo, y los nuevos retos sociales, no enturbien la tranquilidad con que, de partida, encara el PP su «plan renove» en la Caja Mágica de Madrid los próximos 10, 11 y 12 de febrero.

Según apunta un miembro de la dirección, «el presidente es consciente de que hay debates sociales que tenemos que sustanciar ahora, por mucho que nos cueste, para dejar de ir a rebufo de decisiones que al final toman otros por nosotros». Ese argumento lo conoce Rajoy y lo asume pero no quiere grandes sobresaltos. Por eso, como adelantó ABC el pasado domingo, ha pedido que la puesta a punto en el ámbito ideológico se haga escuchando a los compromisarios el próximo fin de semana. A cinco días del encuentro asuntos como la maternidad subrogada (práctica conocida como vientres de alquiler), la custodia compartida y hasta el aborto han abierto una brecha interna entre los más renovadores, encabezados por los vicesecretarios y algunos dirigentes territoriales, y los más conservadores de Génova.

Con garantías éticas

Las implicaciones éticas de la gestación subrogada, a la que acuden cientos de españoles en países que lo permiten, ha levantado ampollas en algunos cargos del partido que se preparan para dar la batalla, vía enmiendas, en el debate del próximo fin de semana. Según apuntan en el PP, el presidente está conforme con que el partido asuma, con las mayores garantías éticas (sin que medie dinero a cambio de la gestación), esa legislación que han aprobado otras naciones pero «siempre que no se abra una batalla insalvable y se genere mucho ruido en la opinión pública». El propio presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, ya ha hecho llegar la necesidad de afrontar ese debate «que no va a solucionar los gravísimos problemas demográficos que tenemos», pero cuya regulación «hay que abordar».

En pocos asuntos coinciden las posiciones de Podemos y del sector más tradicional del PP: en la maternidad subrogada, sí. Ambos discursos, y en parte también el del PSOE, van de la mano en denunciar la utilización de la mujer en este tipo de procedimientos médicos que, en palabras del partido de Pablo Iglesias, siempre generan vínculos entre la gestante y el niño, pese a lo que sostienen los defensores de su regulación.

Es clave cuándo lo anuncie

Pero no solo las cuestiones sociales pueden abrir fisuras en el PP. Una dirigente, María Dolores de Cospedal, está a la espera de saber si continuará o no como número dos del partido, cargo que compatibiliza con la cartera de Defensa. La ponencia para renovar los estatutos y el ideario político en el congreso nacional elude ese aspecto. Las enmiendas que genere serán el «eje del cónclave», según esa misma fuente, quien establece una sucesión de hechos para interpretar la decisión de Rajoy: «Si el presidente apuesta por la continuidad de Cospedal, entonces esperará al sábado para hacerlo público. Nunca lo haría antes porque quedaría muy mal si alguna de las enmiendas que quieren establecer una incompatibilidad total triunfan. Solo si va a relevarla en sus funciones lo hará público antes de que arranque el Congreso». Que va a ser uno de los temas estrella lo garantiza la polvareda que se ha levantado en las semanas previas. Por el momento, los autores de la ponencia, coordinada por el vicesecretario Fernando Martínez-Maillo, han establecido un nuevo mecanismo de control sin endurecer las condiciones para compaginar varias labores.

Oficina del cargo

Según ese documento, debe ser la nueva oficina del cargo popular la que fiscalice si una persona debe o no ostentar más de un puesto. Por el momento, Rajoy ha concedido públicamente que la titular de Defensa está capacitada para ejercer más de una responsabilidad y la propia interesada bromeó tras ingresar en el Gobierno con un «no os vais a librar de mí» cuando los periodistas le requirieron sobre si continuaría o no al frente de la maquinaria del partido. No se descarta en Génova que el presidente opte por designar a un coordinador general, como hizo Aznar cuando Cascos era vicepresidente y secretario general, para que Cospedal pudiera mantenerse y otro compañero llevara el día a día, incompatible con una cartera tan institucional como la de Defensa. Para asumir esa tarea todas las fuentes citan un nombre: Martínez-Maillo.

Otra de las chinas en el zapato que Rajoy consiguió neutralizar hace unos días fue la presión para que el partido institucionalizara las primarias como fórmula para elegir a sus candidatos. La dirigente que asumió como propia esa demanda fue Cristina Cifuentes. Sin embargo, la responsable madrileña llegó a un acuerdo con la cúpula de su partido para retirar la enmienda a favor de ese mecanismo de elección, que consagraba una de sus principales apuestas políticas: «Un militante, un voto». El presidente ordenó a su entorno que negociara con Madrid una solución «a medio camino», a cambio de retirar la enmienda, que consiste en que esa elección abierta se pueda establecer en los congresos regionales y provinciales. De esa manera, y siguiendo la propuesta de Cifuentes, cada militante tendría un voto.

Sin líderes regionales

Precisamente la convocatoria inmediata de esos cónclaves regionales es una de las preocupaciones de Rajoy. La idea del presidente es renovar la mayor parte de las estructuras territoriales, algunas desmanteladas por problemas de corrupción y en manos de gestoras, como en Madrid o en la organización municipal de Valencia. Moncloa quiere que esos congresos se celebren antes del verano para preparar al partido para futuras convocatorias. Si no hay ninguna imprevista de índole nacional, la próxima cita con las urnas será en 2019 con las municipales y autonómicas. «Hay que preparar el partido con mimbres firmes en todas las Comunidades», ha sido la orden de Rajoy. Y es que salvo en Galicia, con Núñez Feijóo; País Vasco, con Alfonso Alonso; y Andalucía, con Juan Manuel Moreno, el resto de organizaciones no tienen líderes ratificados en un Congreso. Y el nombre del dirigente gallego, que no tiene sustituto, figura como número uno en la quiniela a la sucesión de Rajoy. Aunque no se hable de ello en el Congreso del viernes.

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