Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes, nueva dupla electoral del PP en Madrid
Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes, nueva dupla electoral del PP en Madrid

Cifuentes y Aguirre se enzarzan, pero... ¿qué es ser liberal?

Aguirre reivindica su pedigrí liberal dentro de un partido que amalgama sensibilidades muy amplias

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No ha empezado siquiera la campaña electoral, y antes de centrarse en sus oponentes, Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes han librado un particular cruce dialéctico a cuenta de su posición ideológico. Mientras la candidata a la alcaldía ponía en valor su tradición liberal, la todavía delegada del Gobierno en Madrid y baza de los populares para mantener el Ejecutivo regional, prefería no entrar en la disputa ideológica. Cifuentes reivindicaba para hacerlo su pertenencia a la formación de centro derecha desde que tenía 16 años, cuando todavía era Alianza Popular.

Muchos recordarán sin duda a Mariano Rajoy en el Congreso del Partido Popular en Valencia en el año 2008 diciendo desde la tribuna de oradores que «quién quiera irse al Partido Liberal que se vaya».

Lo hacía en clara alusión a Esperanza Aguirre y sus intentos en aquella ocasión de hacerse con el control del partido.

Rajoy defendía en aquella ocasión lo que el Partido Popular significaba desde su refundación en 1990. Un solo partido que aglutinaba a toda la derecha española hasta llegar al centro. Una formación tan amplia que dejaba sin espacio a la extrema derecha, y que aglutinaba sectores conservadores, liberales incluso elementos socialdemócratas.

¿Se puede hablar entonces de liberalismo? Realmente, y más teniendo en cuenta su condición de partido de gobierno, el Partido Popular siempre ha tenido que gestionar todas las sensibilidades que la componen. Sin ser al 100% ninguna de ellas. Es algo que, con salvedades, puede extrapolarse a todo el centro derecha europeo. En el Viejo Continente esa condición puede resumirse en la adopción de los principios liberales pero exclusivamente en el área económica, mientras que en el campo social se defienden postulados más conservadores.

Ese conservadurismo liberal significa sin duda un nuevo escenario respecto al liberalismo clásico que tiene a Juan de Mariana, John Locke o Montesquieu como principales exponenetes de un modelo que pretende que el individuo pueda desarrollar sus capacidades individuales y su libertad en el ámbito político, religioso y económico. No obstante, al tratarse de un modelo con el realismo como base racional, que lo conducen a su vertiente económica.

Ser liberal en términos estrictos requeriría la defensa a ultranza de la libertad individual en todos los ámbitos. Además, los autores liberales más ferreos defenderán igualmente que ni siquiera en términos económicos ha llegado a desarrollarse una economía verdaderamente liberal, por el exceso de regulación y de intervención por parte del Estado.

En cualquier caso, los críticos al liberalismo efectúan una lectura parcial. El liberalismo da sustento al capitalismo, y esto no es plato al gusto de todos. Pero, como decía Hector E. Schamis de la Universidad de Goergetown, «una lectura parcial omite que el liberalismo además es la matriz del constitucionalismo, el principio que establece la separación de poderes y los mecanismos que lo regulan y reproducen. La singularidad del estado liberal reside en la idea que las personas tienen derechos fundamentales, y esos derechos están protegidos sólo si el uso del poder público está restringido a priori, o sea, dividido y limitado por normas relativamente estables».

Esta cuestión varía además en función del lugar en que se formule. Y varía singularmente entre países. Mientras que en Europa y España ser liberal se relaciona con la derecha, en Estados Unidos liberal es sinónimo de postulados más progresistas.

Preguntarse qué es el liberalismo es por tanto una pregunta que no tiene una única respuesta, pues puede referirse a la economía, y dentro de esto habría niveles, o al grado de libertad que se confiere a las relaciones humanas. Estamos pues ante un concepto que supera lo político o lo económico y alcanza el nivel de concepto filosófico.

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