El independentismo, dividido ante la expectativa de una consulta

Los convergentes intentan apropiarse del «derecho a decidir» que despreciaban

Barcelona Actualizado: Guardar
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El resultado de las elecciones generales en el conjunto de España ha sembrado el desconcierto en Junts pel Sí y en el campo independentista en general. La coalición formada por CDC y ERC afronta esta semana el tramo crucial de la negociación con la CUP dividida tras el resultado del 20-D: a un lado, el partido de Artur Mas, que sin renunciar al pacto rupturista con la formación antisistema -la pretensión es retener la presidencia de la Generalitat cueste lo que cueste-, ve el resultado de las generales como una «ventana de oportunidad»; al otro lado, la propia CUP y ERC, partido este último que considera que el referéndum planteado por Podemos como base de cualquier pacto es una pretensión imposible, y que la única salida es proseguir por el camino de la unilateralidad.

Aunque «escéptico», Francesc Homs, el cabeza de lista de Democràcia i Llibertat -la última marca creada por CDC para las generales- dijo ayer que la coalición está «dispuesta a aprovechar» las «ventanas interesantes» que se abren en el Congreso. Por contra, el presidente de ERC, Oriol Junqueras, apuntó que el referéndum de Podemos no es posible porque «necesita el permiso de PP, PSOE y Ciudadanos» que en conjunto suponen el 70% de los diputados. «Ni es posible este tipo de referéndum ni tampoco reformar la Constitución española», dijo Junqueras cerrando cualquier posibilidad al diálogo.

Acercarse al PSC

En el fondo, los dos partidos asisten desconcertados a la poderosa irrupción de un espacio político que sobre la base de las reivindicaciones de izquierda que JpS dice ahora representar, plantea no la independencia sino un referéndum, una postura que aglutina una mayor base social que el rupturismo en el que se ha embarcado Mas para convencer a la CUP. En medios próximos a CDC se asume ahora con claridad que ante el riesgo de que esa vía cuaje no hay más salida que pactar con los antisistema y forzar la formación de un nuevo gobierno como sea.

El otro escenario, el de unas nuevas elecciones en marzo, se adivina catastrófico para CDC en una comunidad que, a tenor de lo visto el domingo, podría estar virando en una amplia proporción del independentismo al «derecho a decidir». En el partido de Mas, más flexibles si la ocasión lo requiere, son conscientes de ello, y la misma noche electoral el presidente en funciones hizo un nuevo y asombroso número de contorsionismo apropiándose de la victoria de En Comú Podem. Ha ganado el derecho a decidir, clamó Mas orillando más mal que bien el catastrófico resultado de su partido, y haciendo suya una reivindicación que hasta ayer despreciaba.

El problema para CDC es que una cosa es tratar de adaptase al movimiento de fondo que puede estar produciéndose en Cataluña -claramente hacia la izquierda, en ningún caso hacia la unilateralidad- y otra la urgencia de asegurarse la investidura, cuyo plazo vence el 9 de enero si se quiere evitar la repetición de los comicios. Ayer por la tarde se reiniciaron las conversaciones entre JpS y la CUP, formación anticapitalista que llevará el preacuerdo que se alcance, previsiblemente hoy o mañana, a una asamblea a tumba abierta el próximo domingo.

La presión para CDC es doble. A un lado, su sector más moderado desearía ampliar la base y buscar la confluencia con En Comú Podem sobre el mínimo común del «derecho a decidir» O incluso, como se planteó ayer en la ejecutiva de CDC, si falla el pacto con la CUP tratar de llegar a un acuerdo con el PSC a cambio de apoyo en el Congreso, según recogió Efe. En el otro lado, la CUP exige pisar el acelerador de la ruptura y, además, sacar a Mas de en medio. Para la CUP, el giro a la izquierda producido en Cataluña, y los buenos resultados de «independentistas y autodeterministas», refuerzan su apuesta por buscar una alternativa a Mas, lo que, explicaron, facilitaría que sus militantes apoyasen el acuerdo. En el seno de la CUP, como ya expresaron en campaña, se teme que el 20-D alimente las expectativas de reforma constitucional, y que por ello se enfríe el independentismo.

«Nada ha cambiado»

En este escenario, y pese a sus posturas enfrentadas, tanto CDC como ERC aseguraron en un mensaje dirigido a los antisisistema que el 20-D «nada ha cambiado», en palabras de Junqueras, y que su candidato sigue siendo Mas. Para Homs, lo que determinará el nuevo gobierno catalán es el resultado de las autonómicas del 27-S, y no las generales del 20-D. En los próximos días, y en función de lo que decida la CUP, un partido que solo tiene el 10% de la representación en el Parlamento catalán, el independentismo puede entrar en fase terminal.

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