Diego Valderas, Rosario Soto y José Caballos
Diego Valderas, Rosario Soto y José Caballos - abc
elecciones andalucia 2015

Muchos candidatos sin experiencia y ausencias destacadas en las listas

La elaboración de las candidaturas es un delicado proceso interno. Susana Díaz ha prescindido de históricos, Juanma Moreno quiere renovación y Maíllo mantiene su estructura

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Las listas electorales no excluyen a nadie, son siempre nuevas. La frase es del secretario de Organización del PSOE andaluz, Juan Cornejo, para tratar de explicar por qué se ha dejado fuera de las candidaturas a los cinco exconsejeros señalados por la juez Alaya. Pero no es totalmente cierta. Existe en los partidos políticos una cultura de «posesión» de un lugar en las listas electorales que le garantice un escaño en el Parlamento, al margen de los resultados definitivos de las elecciones. Porque, a menos que se produzca una debacle que todo es posible en el actual escenario político, los principales partidos, PP y PSOE, tienen un suelo electoral que garantiza un cierto número de escaños por provincias.

La elección de los candidatos es siempre uno de los procesos internos más complicados

para los partidos. Para todos, los que tienen tradición o los que se acaban de configurar como Podemos que ha tenido una accidentada selección de sus candidatos, con dos corrientes enfrentadas y con acusaciones de falta de democracia. Porque las listas son una pelea interna —que trasciende más o menos dependiendo de la idiosincracia de cada formación política— en la que siempre gana el aparato. Sin excepciones y por mucha democracia que se les quiera imprimir.

En las listas definitivas que se han publicado en el BOJA uno de los capítulos más llamativos son las ausencias. A las ya conocidas de los preimputados por Alaya, en el PSOE se ha jubilado a históricos como Manuel Gracia, José Caballos, Fuensanta Coves o Francisco Menacho, aunque también han desaparecido otros socialistas con relativo peso en sus provincias como Clara Aguilera (que es eurodiputada), Francisco Álvarez de la Chica, Paulino Plata (presidente del Puerto de Málaga) o Antonia Moro quien acaba de ser nombrada directora general de la Junta de Andalucía.

La ausencia más relevante desde el punto de vista orgánico es la de Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, que era diputado por Sevilla y que está considerado el hombre de Pedro Sánchez en Andalucía. Todo un gesto de la secretaria general de los socialistas. Susana Díaz ha apostado por muchas caras nuevas, por nuevos rostros del partido y, sobre todo, por militantes que tengan claro que ella ha sido la que los ha incluido entre los elegidos.

El líder del PP andaluz, Juanma Moreno, no ha tenido menos dificultades para conformar al que será su equipo en el Parlamento. Lleva sólo diez meses como presidente de los populares y las elecciones le han pillado por sorpresa y no le han permitido conformar completamente su equipo, sobre todo después de que su número 2, Loles López, haya optado por la alcaldía de su pueblo, Valverde del Camino, y abandonado el Parlamento. Por eso ha renovado a la mitad de quienes ocupan los primeros puestos de la lista, cambiando totalmente las de Málaga y de Huelva —sí compuestas por su gente— e introduciendo sólo algunos cambios. Juanma Moreno ha optado por el camino más sencillo teniendo en cuenta las circuntancias. Ha elegido a los presidentes provinciales como cabezas de listas lo que, en un partido tan disciplinado, le garantiza cierta tranquilidad interna. Claro que también hay que tener en cuenta el factor Arenas. El incombustible líder no sólo va a estar sentado en los bancos del Parlamento andaluz, sino que ha situado a su número 2, Antonio Sanz, como delegado del Gobierno en Andalucía. La provincia de Cádiz es, además, completamente de su cuerda. Lo que sí se ha diluido ha sido la influencia de Juan Ignacio Zoido. Fue presidente del PP obligado por las circunstancias y nunca ocultó su desagrado. Nombró portavoz del partido a Rosario Soto, una diputada que ya ni está en las listas. Tampoco está Rafael Carmona ni Carolina González Vigo.

La ascensión de Antonio Maíllo como coordinador de Izquierda Unida ha supuesto también una revolución en sus candidaturas. Por primera vez en muchos años, no llevan a ningún diputado de la CUT, el ala más radical que lideran Sánchez Gordillo y Diego Cañamero. Esta formación entendía que su representante debía encabezar la lista por Sevilla pero Antonio Maíllo ha sido firme: él es el número uno por Sevilla y no hay discusión, una cuestión que parece formal pero que ha supuesto la ruptura definitiva.

Diego Valderas, quien ha tenido una larga trayectoria en el Parlamento del que ha sido hasta presidente, abandona la política de primera línea y no es la única ausencia en Izquierda Unida. Porque una de las diputadas que más peso ha tenido en la legislatura que acaba de finalizar, Alba Doblas, tampoco ha sido incluida en la candidatura. Ignacio García, otro histórico, tampoco se presenta porque ha decidido dar un paso atrás. También en estos tiempos convulsos, la formación de IU ha optado por el aparato que tiene el objetivo de mejorar los resultados que le auguran las malas perpectivas.

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