Todos contra Trump en Nueva York

Incluso cuando juega en casa, a Donald Trump le tratan de reventar sus actos. Ayer se montó en las afueras de la estación Grand Central de Nueva York

Corresponsal en Nueva York Actualizado: Guardar
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Muchos dudan de que Donald Trump pueda recomponer los trozos desparramados del partido republicano, que ha estallado como una vasija centenaria en estas primarias. Pero su poder unificador fuera del partido conservador es innegable. Ayer se pudo comprobar de primera mano en las calles de Nueva York. Donald Trump tenía prevista una aparición en la gala benéfica del partido republicano de Nueva York y las aceras se llenaron de una amalgama heterogénea de manifestantes: jóvenes anticapitalistas encapuchados de los grupos que quedaron del movimiento Occupy Wall Street, representantes de Black Lives Matter, la organización contra la violencia policial contra la minoría negra surgida en 2014; grupos de a favor de los derechos de los inmigrantes, como United We Dream; sindicalistas; representantes del minúsculo Partido de los Trabajadores al grito de «Somos obreros internacionales, ni ilegales, ni criminales», organizaciones antirracistas como People’s Power, grupos antibélicos como Answer Coalition; colectivos LGBT, seguidores de Bernie Sanders y Hillary Clinton; y hasta un solitario entusiasta de Ted Cruz, el otro candidato republicano, con kipah y chapas en la solapa de AIPAC, el poderoso lobby israelí en EE.UU.

Todos aglomerados en la calle 42, delante del hotel Hyatt, donde ayer estaba previsto que Trump hiciera acto de presencia. Al multimillonario se le ha visto muy poco por la ciudad de Nueva York, su territorio, donde creció y ha hecho buena parte de sus negocios. En las decisivas primarias de Nueva York ha preferido centrarse en localidades del Norte del estado, menos progresistas y más receptivas a su mensaje que en la liberal Gran Manzana. Los manifestantes se quitaban la voz unos a otros en los megáfonos, movidos de un lado a otro por los centenares de policías que controlan la zona, todos encajonados entre cordones de vallas, como un encierro de toros bravos.

«Es un hipócrita», decía agarrado a una pancarta Eric, un joven de 25 años, que parece un cliché de quienes se sienten atacados por Trump: es hispano y musulmán. De madre ecuatoriana y padre palestino, aseguraba que estaba en la manifestación para mostrar que gente de diferentes religiones está unida «contra el racismo». Para él, los musulmanes son «el objetivo fácil» elegido por Trump para buscar votos.

«Trump dice que los latinos le adoran; no es así»

«Es su forma de ganar apoyo, buscando esa confrontación contra latinos y musulmanes o de blancos contra negros», reafirmaba cerca suyo Leda, una inmigrante hondureña que había acudido con su hijo adolescente, Álex. «Trump dice que los latinos le adoran; no es así».

A su alrededor, varios centenares de personas armados con parafernalia antiTrump: pancartas con el cuerpo de Trump en forma de excremento -las más populares-, lemas contra el racismo, a favor de los refugiados e inmigrantes y todo tipo de sugerencias sobre qué hacer con el candidato: «Dump Trump» (Trump a la basura), «Smash Trump» (Destroza a Trump), «Crush Trump» (Aplasta a Trump)…

Todo tiene lugar en el patio de recreo del multimillonario, en las calles que él ha sido el rey, delante de la puerta de Cipriani, uno de los restaurantes con más fama de la ciudad y escenario de las mejores galas benéficas. A un paso de la espectacular estación Grand Central, del edificio Chrysler, de Bryant Park, uno de los centros de negocios de Nueva York.

Mientras por el megáfono sonaban las consignas -«No representa al Nueva York de los latinos, de los musulmanes, de la comunidad LGBT»-, en la acera de enfrente los invitados a la gala republicana -en la que se pagaba 1.000 dólares por plato- llegaban a la puerta del hotel Hyatt. No fue un acto triunfal para Trump, que no tiene el apoyo de gran parte del ‘establishment’ del partido republicano de Nueva York, a pesar de que, por el momento, es el líder indiscutible en las encuestas (53% para él, 21% para Kasich, 17,9% para Cruz, según el acumulado de RealClearPolitics).

Sus seguidores más fervorosos estaban en la calle: un grupo de veinte personas -incluido el muñeco de juguete de Trump que llevaba uno de ellos- encerrados entre vallas a unos cien metros de distancia de la manifestación ‘antiTrump’, en la esquina contraria. Entre ellos estaba un joven entusiasta de Trump, con un discurso aseado, a pesar de asegurar que se llamaba Donald y de ser el propietario del muñeco de pega. «Él no es demócrata ni republicano. Va con los republicanos porque es la única forma de tener una opción de llegar a la Casa Blanca. Pero sus políticas serán diferentes, refrescantes. La última vez que tuvimos un presidente así fue Eisenhower, que tampoco era un político», aseguraba.

No hubo enfrentamiento entre ambos grupos -hubiera sido un abuso-, ni la policía realizó detenciones. Pero quedó claro que las protestas son el escenario de fondo en el sprint final de las primarias, incluso cuando juega en casa.

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