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Lo que el rescate pudo suponer

Rebaja de pensiones y salarios públicos, más impuestos y retraso en la recuperación, entre las consecuencias

/ Madrid Actualizado: Guardar
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La sentencia es unánime: «Fue un acierto no pedir el rescate» en aquellos angustiosos momentos tras el verano de 2012, en los que España tenía prácticamente cerrados los mercados, los capitales huían del país y en el Ministerio de Economía se tenía que levantar el teléfono en cada subasta de deuda para evitar que quedaran desiertas.

Fue el fallecido presidente de Banco Santander, Emilio Botín, uno de los primeros en reconocer el acierto del presidente del Gobierno en resistir las presiones y no solicitar esa ayuda a Europa. Él mismo fue uno de los grandes empresarios que aconsejó a Rajoy que pidiera el rescate para España. Nos lo reconoció a un grupo de periodistas unos días antes de su muerte, en septiembre de 2014.

«Los hechos han demostrado que hizo bien en no pedir esa ayuda», nos dijo.

Y es que si bien solicitar ayuda a Europa parecía para muchos en esos momentos la única alternativa para evitar la quiebra, el rescate no hubiera salido gratis y hoy estaríamos pagando sus consecuencias, como lo están haciendo otros países rescatados.

Sin duda, asegura Rafael Domenech, economista jefe de Economías Desarrolladas de BBVA Research, aunque el Gobierno tuvo que hacer ajustes, si España hubiera pedido la ayuda europea, estos hubieran sido mucho más duros y además el Ejecutivo habría tenido menor margen de maniobra para poder decidir las medidas de política económica y los tiempos. Se hubieran producido procesos de negociación, como ha ocurrido en otros países rescatados, y se hubiera perdido un tiempo precioso.

Además, explica, el rescate supone automáticamente una pérdida de la confianza de los inversores, y volver a recuperar esa reputación cuesta mucho. También hay que tener en cuenta, asegura Domenech, «la enorme frustración colectiva» que supone para un país no haber sido capaz de gestionar sus problemas. A pesar de todo, recuerda « la enorme ventaja de España de pertenecer a un club de países que hubieran estado dispuestos a rescatarnos», y que hubiera permitido financiarnos a bajos intereses y evitar la quiebra. El BCE llegó a financiar en un 40% a la economía española, en algunos momentos de 2011 y 2012.

Juan Carlos Martínez Lázaro, profesor de Economía de IE Business School, reconoce que, sin ninguna duda, y visto ahora «a toro pasado», ha sido muy positivo para España no haber pedido el rescate total de la economía, porque las condiciones que Europa nos hubiese exigido de mayores ajustes de gasto y aumento de impuestos hubieran hecho más profunda la recesión de la economía española. Recuerda en este sentido que el Gobierno español sí pidió «un semirrescate» para el sector financiero, que tuvo que cumplir las condiciones que le exigió Bruselas, y que de hecho sigue cumpliéndolas. No obstante, apunta, en aquel momento estuvimos muy cerca de pedirlo porque España apenas podía financiarse en los mercados y Europa nos permitía evitar la quiebra.

El secretario de Estado de Economía, Íñigo Fernández de Mesa, también tiene muy claro que «si el Gobierno hubiera recurrido a Europa, España no solo hubiera perdido soberanía, sino que los ajustes que nos hubieran exigido habrían sido mucho más duros que los que se aplicaron». Por supuesto, explica a ABC, « no hubiéramos podido bajar los impuestos este año, y probablemente tampoco hubiéramos podido poner en marcha el Fondo de Liquidez Autonómico o los planes de pago a los proveedores. En su opinión, el rescate habría retardado la recuperación económica y la vuelta del crédito, y nos habría costado años recuperar la confianza de los inversores.

Para Antonio Argandoña, profesor de Economía del IESE, hubo tres medidas que tomó el Gobierno del PP al comienzo de legislatura que fueron esenciales para evitar el rescate total de la economía. Los recortes de gasto y las subidas de impuestos que mandaron a Europa el mensaje de que España estaba comprometida en arreglar el descuadre de sus cuentas públicas; la reforma laboral, que permitió flexibilizar el mercado de trabajo, y la reforma financiera, que incluyó la petición de ayuda a Europa. «Si no se hubiera resuelto el problema bancario, el Estado entero tendría que haber sido rescatado», sentencia.

Cuando la legislatura toca a su fin, son muchos los problemas económicos que persisten, pero España crece a ritmos superiores al 3%, se financia gratis en el corto plazo y nadie duda de que fue un acierto no pedir el rescate.

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