Pedro Sánchez en una reciente reunión con el comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros Pierre Moscovici.
Pedro Sánchez en una reciente reunión con el comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros Pierre Moscovici. - ÓSCAR DEL POZO

Propuestas económicas mendicantes de votos

El economista Carmelo Tajadura cree que «las actuaciones que se anuncian para el PSOE de Pedro Sánchez parecen diseñadas a la búsqueda de electores fugados hacia el populismo»

MADRID Actualizado: Guardar
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Las líneas económicas que se anuncian para el PSOE de Pedro Sánchez, todavía en forma de titulares y sin muchos detalles, parecen diseñadas a la búsqueda de votos fugados hacia el populismo. Recuerdan al programa común de la izquierda del año 2000, pero también que aquel proyecto llevó a un desastre electoral a este partido.

Para empezar, se habla de derogar por completo la reforma laboral de 2012, reducir la jornada a 35 horas, aumentar el salario mínimo a 1.000 euros para 2020 (ahora está en 707,7 euros), establecer una renta básica (aunque es verdad que relativamente moderada inicialmente) y financiar las pensiones con impuestos. No seré yo quien niegue la conveniencia de racionalizar el trabajo y frenar la desigualdad.

Pero este conjunto de actuaciones supone un riesgo para la competitividad empresarial, atentaría contra la productividad, podría afectar al déficit público y, quizás, acabaría dañando al PIB y al empleo. Además, no se aborda algo realmente fundamental como es el déficit de formación por la alta temporalidad, que debería corregirse en aras de mejorar la productividad, y para lo que sería una buena solución el contrato único que recomienda, entre otros, Jean Tirole.

Para gastar más hace falta dinero y la vieja receta es «sacarlo de los ricos», con un mayor gravamen de la riqueza y una homogeneización del tratamiento fiscal de las rentas del capital con las derivadas del trabajo, lo que equivale a subir -en algunos casos mucho- la fiscalidad de las primeras. Coincido en la conveniencia de aumentar los ingresos fiscales, aunque sin olvidar la inaplazable racionalización del gasto. Pero no se puede olvidar que la imposición sobre el patrimonio (pagar por el stock además de por la renta) no existe en casi ningún país y, en tiempos de tipos de interés por los suelos, un gravamen elevado sobre la riqueza podría derivar hacia la confiscación. Por otra parte, igualar la tributación de trabajo y capital «vende» mucho, pero maltrata al ahorro, tan necesario como escaso en nuestro país y castigado con una doble (o triple) imposición. Así que sólo nos faltaba asustarlo, para que huya al exterior o sea sustituido por un mayor consumo. Es precisamente este último, y no el ahorro, el que está poco gravado en España, en la cola de la UE. El aumento de ingresos, tanto en el consumo como en general en todas las figuras impositivas, debe hacerse sobre todo a través de la revisión de bonificaciones y exenciones, que suponen un auténtico coladero en nuestra estructura fiscal.

Como los bancos parecen un buen villano de la trama ante el electorado, se aboga también por la banca pública, increíble en pleno siglo XXI y después del fracaso de muchas cajas de ahorro. La experiencia nos dice que, sin perjuicio de que también haya malos bancos privados, la banca pública suele ser ineficiente y gestiona indebidamente el riesgo. Por lo que con el ICO tenemos de sobra. Y mejor no forzarle, porque basta recordar la brutal tasa de mora que alcanzó este instituto en la crisis reciente. Por otra parte, produce escalofríos pensar que se pudo integrar el Popular en Bankia, y que se lo hubiera podido encontrar una eventual mayoría futura PSOE-Podemos…

En fin, también se habla de una marcha atrás en el artículo 135 de la constitución (demoledor para la prima de riesgo, por si no fuera suficiente con toda esta panoplia de medidas). Y lo último es la absurda oposición a un buen acuerdo como el tratado comercial con Canadá… en línea con la extrema derecha y extrema izquierda europeas.

En definitiva, todo apunta a que, con estas propuestas, el PSOE aspira a quitar algo de voto a Podemos (aunque, probablemente, a costa de perder también una parte hacia Ciudadanos). Esperemos que sea un movimiento más táctico que estratégico. Porque España necesita un partido que compita en el espacio de centro izquierda, pero cuyas propuestas económicas sean compatibles con nuestra pertenencia a la UE. Veremos cuánto tiempo tardan en llegar el realismo y la rectificación a este PSOE.

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