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Casi la mitad de las empresas prevén desinversiones hasta 2017

La liquidez del mercado da lugar a que las firmas busquen maximizar sus beneficios con las ventas

Madrid Actualizado: Guardar
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El término «desinversión» (venta de activos y participaciones por parte de una empresa) ha estado muy presente durante los últimos años entre las empresas españolas, que en la mayor parte de las ocasiones han llevado a cabo estas transacciones más guiadas por una necesidad perentoria de liquidez que por una estrategia de crecimiento. En algunos casos, como el del sector de la construcción y el inmobiliario, estas operaciones han propiciado un drástico adelgazamiento de la cartera de negocio de muchas empresas.

El informe elaborado por EY (antigua Ernst & Young) «Estudio sobre desinversiones corporativas goblales», en el que se ha entrevistado a 900 ejecutivos y a 100 firmas de capital riesgo («private equity»), concluye que casi la mitad de las empresas (49%) están dispuestas a desprenderse de activos durante 2016 y 2017, porcentaje más del doble superior al 20% registrado en el texto de un año antes.

Es decir, se ha disparado el número de directivos que ven la actual situación del mercado como óptima, dado el contexto macroeconómico y la situación de elevada liquidez en el mercado, para vender activos.

El número de las compañías proclives a desinvertir podría resultar, incluso mayor, si se contabiliza el otro 46% que estaría abierto a realizar este tipo de transacciones si se presenta la oportunidad, frente al 24% de 2015. Este aumento también se aprecia en que resulta notablemente inferior el número de empresarios que no contemplan efectuar desinversiones en los próximos años (5%), frente al 56% del ejercicio anterior.

¿A qué se debe este repentino incremento? ¿Se han disparado las alarmas entre las empresas por la actual situación económica internacional, alimentada por la crisis china? EY apunta a otra posibilidad, ya que en esta edición del informe se observa «un cambio de tendencia»: los ejecutivos otorgan prioridad a «la creación de valor frente a la celeridad en el proceso de desinversión», una decisión por la que se decanta el 67% de los encuestados. En el informe anterior el reparto era prácticamente 50%-50%.

«Los vendedores saben que cuando hay liquidez en los mercados se genera más competencia y demanda de buenos activos, lo que al final se traduce en precios más altos. Además, aquellas desinversiones en las que se priorizó el valor tuvieron más éxito», subraya el texto.

Mayores precios

A juzgar por las conclusiones del estudio, existe una ventana de oportunidad para lograr mejores valoraciones en los activos desinvertidos. De hecho, una de las grandes variaciones con respecto al año pasado es el aumento de las llamadas «desinversiones oportunistas» (aquellas que se producen, casi en exclusiva, con el propósito de maximizar las ganancias). En la anterior edición, predominaban las que se realizaban con un sentido más estratégico, para desprenderse de las participaciones secundarias y concentrarse en el negocio principal de la compañía. Así, el 52% de los participantes asegura que mantuvieron un enfoque «oportunista» en sus últimas operaciones y un 46% reconoce que también seguirá un patrón similar en su próxima desinversión. El año pasado únicamente un 24% señalaban que existía un propósito «oportunista» en sus desinversiones.

El texto indica que el dinero recaudado por estas operaciones se destina, principalmente (70%), a financiar crecimiento orgánico, pese que se han reducido los fondos destinados a realizar adquisiciones del 17% al 11% en el último año. En concreto, el 39% de los ejecutivos sostiene que emplearon los fondos de su última desinversión en fortalecer el negocio principal, el 20% en adquirir nuevos productos o entrar en nuevos mercados, el 17% en retribuir a los accionistas y el 13% en rebajar la deuda.

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