La imagen de la compañía tardará años en recuperar el prestigio perdido
La imagen de la compañía tardará años en recuperar el prestigio perdido - reuters

El escándalo de Volkswagen cuestiona el modelo «made in Germany»

La manipulación del sistema de control de emisiones contaminantes impacta en el sector del motor germano, que supone el 14% del PIB de Alemania

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La hasta ahora imparable locomotora europea, la economía alemana, basa su avance en el motor y las consecuencias del escándalo de los sistemas fraudulentos de control de emisiones contaminantes de Volkswagen pueden ser mayúsculas. El sector supone un 14% del Producto Interior Bruto, emplea a más de 700.000 alemanes y está enraizado en la cultura industrial germana. Cerca de un tercio de la economía alemana gira en torno a este sector.

El caso de Volkswagen no es el único que en los últimos años ha puesto en entredicho la reputación de la industria alemana y la fama del llamado «capitalismo renano», con vocación social frente al modelo anglosajón. Hay un reguero de escándalos que apuntan a la industria alemana.

El de Volkswagen ha sido el último eslabón. Uno de ellos fue el de la ingeniería alemana Siemens. En 2008 la firma admitió que había construido una estructura de sobornos en todo el mundo para conseguir contratos.

Entre los países en los que Siemens pagó por llevarse contratos figuraban Rusia, Israel, Venezuela, Argentina, Brasil y Bangladesh. La compañía alemana desembolsó unos 1.400 millones de euros por multas de Estados Unidos y Alemania y acuerdos judiciales. La red de pagos de la multinacional alemana funcionó entre 2001 y 2007 e incluyó haber traficado con el programa de Naciones Unidas «Petróleo por Alimentos» en Iraq.

El deterioro de la reputación de la industria alemana también salpicó recientemente a una de sus aerolíneas. El último caso antes del de Volkswagen fue el de la aerolínea Lufhtansa. Un accidente aéreo en los Alpes de su filial de bajo coste, German Wings, se saldó con unos 150 muertos.

La investigación de la Fiscalía francesa detectó que el piloto del avión, Andreas Lubitz, provocó el accidente por sus tendencias suicidas. Las críticas a la aerolínea se centraron en que Lubitz había superado los controles psicológicos de Lufthansa, que no detectó ninguna anomalía en su piloto.

Otro de los escándalos más afamados fue el de Deutsche Bank. Una investigación descubrió que Barclays, UBS, City Group, JP Morgan y Deutsche Bank manipularon los tipos de interés interbancarios del Líbor, el Euríbor y el Tíbor. Este año las autoridades estadounidenses y británicas pusieron una multa de 2.320 millones al banco alemán.

Dudas sobre el sector financiero

Si bien la entidad no requirió de ayudas a la banca, no es la primera vez que surgen dudas sobre el sector financiero teutón. Alemania es el segundo país de la UE, tras Reino Unido, que más ayudas ha destinado a su banca durante la crisis, con 144.143 millones —España repartió 94.753 millones—, según los cálculos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). De hecho, la desconfianza hacia las cajas regionales o «Sparkassen», que escaparon a la supervisión del Banco Central Europeo (BCE) por su reducido tamaño, son habituales. Las cajas con un modelo similar a las cajas de ahorro españolas, estrechamente ligadas a las administraciones regionales, son tradicionales.

El escándalo de Volkswagen resulta ilustrativo, además, porque el 2015 se ha caracterizado para el sector del motor como un «annus horribilis», en el que varias multinacionales se han visto obligadas a desembolsar millonarias sanciones. Es el caso de General Motors, matriz de marcas como Opel, Cadillac o Chevrolet, que el pasado 17 de septiembre aceptó el pago de una multa de 900 millones de dólares (cerca de 803 millones de euros, al cambio actual) por tratar de ocultar durante más de una década un problema con el sistema de encendido de vehículos en modelos vendidos entre 2003 y 2007. Este fallo provocaba que el motor se apagara repentina e involuntariamente, inhabilitando diversas funciones del automóvil, como los «airbag» o la dirección asistida. En total, según el fondo de compensación independiente creado por General Motors, se estima que esta que irregularidad ocasionó, al menos, 124 muertos y 275 heridos en EE.UU. El caso del fabricante de Detroit pone de relieve la trascendencia de acometer un cambio al frente de la firma, como finalmente ha hecho Volkswagen, para recuperar la confianza perdida de los usuarios. Mary Barra, quien se convirtió en consejera delegada poco antes del estallido del escándalo, tuvo que asumir las llamadas a revisión de los modelos defectuosos e incluso comparecer en el Senado estadounidense.

Sin embargo, pese a lo abultado de la sanción, esta no es la mayor multa impuesta a un grupo automovilístico en el país norteamericano. En 2014 Toyota tuvo que hacer frente a una multa récord de 1.200 millones de dólares (1.071 millones de euros) por un fallo causado por una alfombrilla defectuosa que causó 89 muertos y 52 heridos por aceleración involuntaria.

Además de Toyota, otra multinacional asiática, Honda, se ha visto implicada en un caso de fabricación de posibles modelos defectuosos:el pasado mes de junio tuvo que llamar a revisión a 4,5 millones de vehículos por los airbags de la empresa Takata instalados en coches vendidos en todo el mundo.

En nuestro país, la CNMCimpuso la mayor multa de su historia el pasado mes de julio, de 171 millones, a 21 empresas de distribución y comercialización de vehículos acusadas de prácticas de cártel. Volkswagen quedó eximida, por facilitar la información a la CNMC.

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