David Gistau - Nadar entre tiburones blancos

Tirabuzones

DAVID GISTAU

Con las bombas de los fanfarrones se hacen los madridistas tirabuzones. La guerra anunciada en París, en la que hubo que esperar al minuto 42 para que el PSG tirara entre los palos, devino en el alarde de jerarquía de un Real Madrid que ni siquiera es el mejor de los posibles. Pero que otra vez dio la sensación de estar en su ecosistema cuando vienen bravas en Europa. Por contra, el PSG volvió a ser el aspirante más bien tierno que no pudo cumplir ni una sola de sus promesas infernales. Pese a los prolegómenos más o menos pirotécnicos y embravecidos, el partido fue cualquier cosa menos una emboscada como las que habitan la memoria madridista en expediciones a Alemania. El PSG actuó durante las vísperas como si estuviera inventando la Copa de Europa. Hasta sus hooligans lo creían al poner en práctica técnicas de amedrentamiento que ya eran habituales en el Estudiantes del Bilardo jugador. Pero al final quedó confirmado que en París han fletado un equipo caro y pretencioso que sólo servirá para aquello que dijo Rabiot: meterle ocho al Dijon. La jerarquía europea, ésa que resulta natural en los equipos tradicionales como el Madrid, no es fácil de adquirir de un día para otro.

Y eso que el Real Madrid dio vida a una eliminatoria menos agónica de lo previsto. Se resistió a matar el partido, sobre todo después de la expulsión de Verrati, en parte porque Benzema no estaba para liquidar las contras y de hecho sigue manteniendo una relación con el gol que recuerda a la de William Munny con las latas cuando no acertaba una con el Colt. Tuvo que ser Casemiro, sólido durante todo el partido en un medio campo plagado de bajas entre los pasadores, el que aplastara las falsas esperanzas del PSG con un feo gol de rebote. Mucho más hermoso fue el primero, con la inteligente maniobra de Asensio en el pase y el remate de CR7, suspendido en el aire para rematar de cabeza en una estampa clásica que Santillana incrustó en sus partidos contra el Inter en la memoria sentimental madridista. Lo demás, con disparos al palo incluidos, fue tratar de completar una goleada que hubiera agravado el inmenso gatillazo de un PSG armado para empresas mayores y que en el balance de esta eliminatoria sólo afeó al Real Madrid el hecho de haberle temido. Sólo Cavani aportó por momentos el temperamento iracundo que cabe imaginar en conjuras para remontar en Europa. Lo demás fue guerra, sí, pero de fogueo.

Será el sorteo el que empareje al Real Madrid con un igual de la vieja Copa de Europa. El PSG no lo es, no puede comprar ese estatus.

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