FÚTBOL BASE

Más allá de la competitividad

El deporte base sigue sufriendo la lacra de la violencia

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Sucedió hace una semana en las islas Baleares. Poco más de un minuto de batalla campal con menores de por medio fue más que suficiente para vivir el enésimo episodio de esta lacra. Puñetazos y patadas que se saldaron con siete denuncias a la Guardia Civil y que hoy sonrojan a padres, madres e hijos que juegan al fútbol. Aquel encuentro entre Alaró (que se ha retirado de la competición tras lo sucedido) y Collerense fue el último (y bochornoso) ejemplo.

Por desgracia, la situación se repite una y otra vez en diferentes puntos de la geografía nacional. En el terreno de juego y lejos de él, con episodios de todo tipo: racistas, homófobos, xenófobos... Eso sí, todos ellos con un denominador común: la falta de educación y respeto.

La provincia de Cádiz tampoco ha podido librarse de esta amenaza en los últimos tiempos. Desde la conocida historia de Etienne, jugador del Olímpico de Cádiz, hasta los ataques sufridos por el colegiado linense Jesús Tomillero. Dos ejemplos más, pero no los únicos.

Fernando José Barrios Vaca

Presidente del CF San José Obrero

«La clave está en difundir los comportamientos positivos»

Presidente del jerezano CF San José Obrero y, al mismo tiempo, psicólogo y pedagogo en Primaria e Infantil. Razones más que suficientes para que Fernando José Barrios Vaca conozca el asunto al detalle.

Sus seis años como presidente del San José Obrero (un club con 21 equipos federados y alrededor de 350 niños), además de los 12 años de directivo y los 19 que lleva vinculado a la entidad, posibilitan su detallado análisis del asunto. «El problema es muy complejo. Por un lado, la sociedad, que está muy crispada en estos momentos, y existe un alto porcentaje de frustración por cuestiones vitales. Asuntos como la crisis también inciden y dan lugar a respuestas incontroladas. Pero no sólo sucede en el fútbol y en el deporte, también en casos como la violencia de género, los atentados... El problema es difícil de resolver», asegura.

Al mismo tiempo, Fernando José Barrios añade: «El propio fútbol está vinculado a este tipo de conductas. No es nada nuevo y así ocurre desde que el fútbol es fútbol». Y puntualiza: «Cuando ven jugar a sus hijos, los padres hacen lo que ven en los mayores. Se ha permitido descargar las frustraciones e insultar. Todo esto propicia un escenario lamentable y horrible. Es como si un padre dejara de ser padre las dos horas del partido. Afortunadamente, un gran número no es así, pero bastantes padres son forofos, inconscientes y ridículos. Es lamentable que el fútbol esté asociado a la violencia».

Pero el presidente del San José Obrero va más allá: «Es una pena que no se muestre la otra cara de este deporte. Creo que las posibles soluciones están en centrar el foco en los aspectos positivos, en dar relevancia a un plan de prevención (charlas de padres con psicólogos, respeto al contrario y a los árbitros...), en dar a conocer la tarjeta verde instaurada por la Federación Andaluza de Fútbol. Tenemos que quedarnos con lo positivo y difundirlo».

Una iniciativa la de la tarjeta verde que, creada por Enrique Caballero, fue aprobada por la Real Federación Andaluza de Fútbol en el año 2014. De hecho, los árbitros llevan desde la temporada 2014/15 tres tarjetas en cada partido: una amonestadora (amarilla), una sancionadora (roja) y una premiadora (verde). El fútbol andaluz fue el primero en el mundo en implantar esta nueva tarjeta que premiaba en lugar de castigar. Un ejemplo a seguir.

En este sentido, también apunta: «Falta concienciación por parte de los directivos de los grandes clubes (transmiten una imagen lamentable con su forofismo), de los jugadores profesionales (con actitudes deleznables como los insultos, los escupitajos...)».

Por eso, la línea a seguir es clara y contundente: «Los clubes de fútbol base se deben dedicar a la práctica deporte, sin descuidar la educación. No vale ser un buen entrenador y no una persona buena y educada. Ambos deben ir de la mano. La tónica se marca desde arriba y el estilo de un club, también. Y si no es así, yo me bajo del tren. Hay que alzar la voz aunque no sea agradable. Por eso, los directivos tenemos que dar ejemplo y seleccionar monitores competentes, enseñar a los padres el modelo de conducta adecuado y reconducirlo en su debido momento».

Sebastián Herrera

Entrenador y ojeador

«La ausencia de valores y la falta de respeto pasan factura»

Voz autorizada en este asunto es también Sebastián Herrera, otrora religioso salesiano, y actual entrenador de los juveniles del Trebujena y ojeador de jóvenes promesas del balompié. Su experiencia es un grado y alude a la raíz del problema. «Las familias no entienden cuando los niños comienzan a jugar que no son futbolistas, que no ganan dinero y no son profesionales. Los propios padres transmiten mucha presión y una exigencia descomunal desde el primer momento. Es una mentalidad equivocada, donde la falta de valores y de respeto es notoria», relata.

¿Pero cuál es la solución para acabar con la violencia en el deporte base? Sebastián Herrera señala: «La solución se debe tomar desde la base. Se tienen que poner las cosas sobre la mesa y que exista empatía entre padres, clubes y entrenadores. No hay que olvidar que lo principal es la formación como persona y luego se estudiará el talento de cada jugador. Lo ideal es que exista una reunión previa y que cada padre sepa las condiciones y exigencias».

Y va más allá. «Los que se sientan en la grada tienen que animar y deben poner freno al resto de padres que no siguen la conducta apropiada. Deben hacerlo desde la perspectiva de la coherencia y diversión, haciendo prevalecer la educación. Y, sobre todo, es necesario que sean valientes y denuncien los actos violentos sin miedo a represalias, sin avergonzarse por recriminar un insulto o una agresión».

Finalmente, Sebastián Herrera apostilla: «Es cierto que se ha evolucionado. El ‘caso Etienne’, sin ir más lejos, es un ejemplo, aunque aún nos quedamos cortos. La alarma social salta con estos casos, pero necesitamos que la concienciación sea todavía mayor. El balón es el instrumento más maravilloso para transmitir valores a los chicos y desde la raíz, con la enseñanza en valores deportivos y humanos, esperemos que el día de mañana se cambie todo eso para no lamentar más hechos violentos en el mundo del fútbol».

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