Francia se emociona en la víspera de la final, con el país agitado ante la opción de un nuevo título que les devuelva a la gloria. La selección francesa, en su balneario de Clairefontaine, negocia la tensión de estas horas con alegría, feliz porque se juega en París y eso es casi sinónimo de fiesta. Enfrente estará Portugal, la Portugal de Cristiano, un equipo que ha llegado a la última etapa sin que se contara demasiado con ello. Y ahí está, con las opciones intactas y entregadas a un hombre, a un jugador tan decisivo como Cristiano.

«Nadie ha encontrado un plan para frenarle», resume Didier Deschamps en su animada conferencia de prensa en Saint-Denis, aparentemente tranquilo y siempre con una broma en la boca. «Cristiano Ronaldo Tiene una calidad atlética que podría volar. Su físico se lo permite, con esos cuadrados de chocolate... Será muy importante limitar su influencia», apuntó. El entrenador, sin embargo, fue más allá con el tópico de que Portugal es mucho más, pero desde luego que importa, y mucho, cómo esté el madridista.

Francia tiene a Griezmann, decisivo en este torneo, máximo realizador con seis tantos y cada día más protagonista en la selección. «Tiene una calidad y eficiencia que son muy importantes para el equipo. Pero no es un solista, es obvio que también depende del equipo». Y, ya en julio, Balón de Oro, tema que se eternizará hasta enero: «Si puede ser uno de los candidatos, sería una buena señal, porque eso significará que ha hecho una buena final. Aunque eso es de otro planeta, él es joven».

Deschamps encandila con su mensaje porque habla de manera natural, cercano y con chistes. Ahora sonríe, pero empezó el torneo con dudas, cuestionada la calidad de su gente por un estreno grisáceo. Un mes después, está a un paso del título. «En estos dos años hemos jugado muchos partidos amistosos, pero no se ganan todos. Son importantes para mantener un estado de ánimo. Los jugadores han hecho todo lo que había que hacer incluso si a veces era complicado. No hay nada más hermoso que ganar. Hay que darlo todo».

El entrenador trata de encender el sentimiento patriótico, que en Francia está desbordado. «Tenemos la oportunidad de ser campeones de Europa. Hay que aprovechar esta oportunidad sin pensar en el resultado», dijo. «No hay que calcular nada ni hacerse películas en la cabeza. Estaba seguro de que los jugadores iban a darlo todo desde el inicio de la competición. Ahora toca Portugal, un rival difícil que no está aquí por casualidad».

Deschamps puede emular a Berti Vogts, campeón en 1972 como jugador y en 1996 como seleccionador alemán de este título. El galo venció la Eurocopa de 2000 y ahora puede triunfar desde la banda. «Es el partido más importante de mi carrera. Me siento privilegiado, es una oportunidad única. Evidentemente es diferente ser jugador que entrenador y vivir una final así. Lo más bonito es vivirlo como jugador, claro, en el banquillo tienes la frustración de no estar en el campo. No tengo estrés y presión, tengo adrenalina. Y es positivo, en ningún caso negativo».