Gran Premio de México

Hamilton exige más a Rosberg

El inglés gana en México con su compañero detrás. El alemán será campeón si vence en Brasil. Alonso, decimotercero

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Lewis Hamilton le exige un poco más a Nico Rosberg. Aprieta las costuras hasta el límite. También ganó en México el inglés frente a un talante más conservador de su compañero y favorito al título. Rosberg, segundo en la capital azteca, será campeón en el próximo gran premio, Brasil, si vence. Dará igual entonces lo que haga Hamilton. Alonso fue decimotercero y Sainz, decimosexto.

México confiere una atmósfera única al cuadriculado modelo de la Fórmula 1. Ecclestone ha captado en la última década a todas aquellas economías capaces de soportar un canon de 20 millones anuales. Singapur, Abu Dabi, Rusia o Azerbayán, como antes la India o Corea, aportaban una contribución a su majestad el dólar y un escenario artificial que diseñaba el arquitecto de cámara Herman Tilke.

Paraísos económicos perdidos en el desierto, en un anillo olímpico o en capitales que costaría de primera situar en el mapa.

México, que aparece en la F1 gracias a la chequera de Carlos Slim, aporta sin embargo otros contenidos. Intangibles que se hacen comunes para cualquier mortal. Color, calor, pasión, emoción, vitalidad, energía y un sentido del espectáculo que genera seducción y empatía. El circuito tiene más años que matusalem, pero es magnífico, con esa grada partida a la mitad por la que pasan los coches. Y los mexicanos hacen honor a ese brío social que los caracteriza. El público arropa el gran premio en un envoltorio muy singular: mariachis, sombreros, enchiladas, luchadores enmascarados... Desde que regresó al calendario de la Fórmula 1, el año pasado, se ha convertido en una parada imprescindible. Tal por eso Alonso contestó en español a las preguntas en inglés de un emisario de la F1 que no sabía una sola palabra en el idioma de Cervantes...

En el Autódromo Hermanos Rodríguez (peculiar hasta el nombre), Hamilton se negó a enarbolar la bandera blanca. No sabe competir sin pelear y a ello se entregó desde la primera curva, esa que se saltó a riesgo de recibir una penalización apenas había comenzado el show. El mando a distancia de Bernie Ecclestone sustituyó lo que parecía una sanción seguro por un pelillos a la mar y aquí no ha pasado nada. El supremo de la F1 cuida estos detalles: el título debe llegar hasta la última meta en Abu Dabi, dos carreras más allá.

Será una bendición cuando concluya la temporada, ya que el gobierno de Mercedes es apabullante y nocivo para el deporte. Hamilton cometió una irregularidad en la salida y se despidió de los demás con el ritmo demoledor del coche fantástico. Ganó sin oposición. Rosberg jugó conservador, ya que le valen tres segundos puestos para proclamarse campeón. Solo tuvo un momento de gran dificultad cuando contuvo a Verstappen en el tramo central de la carrera.

Sanción a Verstappen

El bullicio de la grada no se trasladó a la pista. Hubo más de lo mismo, sin pelea por la victoria, y lucha por cuestiones secundarias. A Verstappen lo sacaron del podio los mismos árbitros que no castigaron a Hamilton por la misma acción: saltarse la chicane de final de recta. Hasta ahí lo llevó un Vettel encendido que se pasa las carreras insultando a sus compañeros. Llamó estúpido a Massa.

Los españoles regresaron al baúl de los invisibles. Alonso y Sainz se tocaron en la primera vuelta, pero su concurso como escaparate televisivo se quedó ahí. El McLaren y el Toro Rosso no parecen en gran condición cuando existen largas rectas, como en México. Alonso fue decimotercero y Sainz, decimosexto.

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