CÁDIZ CF

UCAM Murcia-Cádiz CF: Negra Navidad

Los cimientos de Carranza se tambalean tras la derrota amarilla en la Vieja Condomina, que deja a un Cádiz CF tocado de muerte a final de año

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Lolo Plá saltó de inicio en el choque ante el UCAM Murcia.
Lolo Plá saltó de inicio en el choque ante el UCAM Murcia.

A cinco puntos del UCAM. Puede que a siete del Real Murcia si vence en su partido aplazado y cuarto tras perder la tercera plaza en favor del Sevilla Atlético. A falta de un partido para terminar la primera vuelta. Los números son drásticos, tajantes y definitivos para un Cádiz CF que iniciaba la temporada con el firme propósito de ser campeón, y ese primer objetivo se diluye. Con esas cifras ya ninguna cabeza está a salvo, y en el mercado de invierno además de futbolistas quizás se busque a un entrenador porque Claudio ya se ha puesto, con decisiones y resultados, a los pies del cadalso.

¿Las sensaciones? Aún peores, pues antes las ocultaban los marcadores, los empates y victorias ‘in extremis’.

Pero ahora se presentan desnuditas. El equipo amarillo está en ese punto en el que falla todo, desde la defensa a la delantera, con especial protagonismo negativo para esa vanguardia incapaz. Absolutamente incapaz.

La derrota en Murcia deja muy tocado al Cádiz CF. Tarde ha llegado un golpe que se venía esquivando injustamente en las últimas semanas, y que ahora ha hecho crujir los huesos de un cuerpo que debía mantenerse hasta enero pero parece que llega demasiado tarde. El gol de Nono al inicio, en una jugada desgraciada para los amarillos, y el postrero de Pallarés fusilan a un ejército con múltiples culpables. Un Cádiz CF que debería ‘resetear’ y empezar de cero. Imposible.

Claudio juega al despiste, y los primeros despistados son sus futbolistas. El nivel de la plantilla es mediocre, con la resta que supone la presión y exigencia de vestir la zamarra amarilla. Pero dentro del fiasco, hay quien está mal y quien está peor, y sobre todo hay futbolistas que deberían haberse quedado en Cádiz haciendo las maletas y que saltaban de titulares a la Vieja Condomina.

Sí, con esa cara, con los ojos bien abiertos, se quedaba más de un cadista al conocer la alineación. Partido idóneo, frente al UCAM Murcia, para presentar un once de gala, si bien el míster firmaba el once pensando en el adversario, como acostumbra en cada salida. El músculo del desconocido Garrido en la medular, el inexistente Hugo por la izquierda y el sentenciado Cuero en ataque. Trabajo y lucha. Esa es la idea, distorsionada del cerebro al terreno de juego.

Y nada más poner los pies en él se advertían los errores del entrenador, perfectamente multiplicados por sus pupilos. Ambas escuadras se mostraban el respeto lógico al inicio, pero una acción desgraciada marcaba el devenir del choque. Nono lanzaba flojo y con poca intención desde fuera del área y su chut se envenenaba al rozar en Aridane y cambiar la trayectoria. Cifuentes se quedaba de escayola, con la mirada fija en el balón rebasando la línea de meta.

La fortuna sonreía al UCAM, el equipo que siempre la busca. Porque enfrente competía una escuadra con actitud pero carente de ideas y recursos en ataque. El Cádiz CF, encajado el golpe durísimo, se rearmaba a partir de Abel Gómez. Y el telón se cerraba en tres cuartos de campo. Sin Machado ni Kike Márquez, ambos en bajísima forma, los espacios se reducen al mínimo. Salvi es tan voluntarioso como limitado. Y la presencia de Cuero, de camino de regreso a Granada por la autopista, parecía una provocación, un mensaje a la parte noble de Carranza. Esas cosas, siempre mejor hablarlo de tú a tú.

El Cádiz CF se apagaba al cruzar la línea de peligro, y Claudio admitía su pifia en el 44, retirando al colombiano para dar entrada a Dani Güiza. La sentencia, si es que la necesitaba el ariete.

El jerezano tenía ante sí la obligación de cambiar un panorama turbio. Era el electricista que debía arreglar la conexión en ataque. Se asociaba a Lolo Plá que, sin la pólvora de otras tardes, mandaba arriba un cabezazo al inicio del segundo tiempo. Y conectaba un potentísimo disparo que se estrellaba en el larguero en la ocasión más clara de los amarillos.

El Cádiz CF desplegaba el mejor juego en este arranque. Un paso adelante para acercarse a los dominios de Escalona y aparecer antes en la presión. El gol no llegaba y el cuadro gaditano jugaba con fuego, con Garrido rozando la segunda amarilla y la expulsión. Y sobre todo permitiendo un contragolpe que desaprovechaba Isi Ros en un mano a mano con Cifuentes, con el gol cantado en la grada.

Ese perdón permitía seguir con vida a los amarillos, desarbolados en el ecuador de la segunda mitad. Inquietaban en alguna acción a balón parado, sin noticias positivas. Con el paso del tiempo se desinflaba el globo cadista, a la espera de cambios para un último arreón.

Kike Márquez ingresaba en el verde. El tiempo expiraba, con la sensación de que por muchos años que siguieran jugando el marcador no se movería. Es más, los universitarios se acercaban con mayor peligro a la portería de Cifuentes, y Pallarés firmaba la sentencia de muerte a escasos minutos del final. Aunque el Cádiz CF ya estaba muerto mucho tiempo antes. Y con pocas esperanzas de resurrección en un futuro cercano.

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