Isidre Esteve posa para ABC en la presentación de su aventura
Isidre Esteve posa para ABC en la presentación de su aventura - ABC
Dakar 2017

El cojín mágico de Esteve

El piloto, en silla de ruedas desde 2007, afronta su segundo Dakar en coche gracias a un dispositivo que le permite estar horas sentado sin que se le produzcan lesiones en la piel

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No vio la piedra e instantes después del golpe, dejó de sentir las piernas. La lesión medular le obligó a cambiar la moto por la silla de ruedas en 2007 y la competición dejó de ser una opción. O eso creía. Dos años más tarde, allí estaba, en la línea de salida del Dakar 2009, al volante de un coche adaptado. Sin embargo, la aventura le dejó graves úlceras por presión en los glúteos. El Dakar, de nuevo, se había acabado para él. O eso creía. Este próximo 2 de enero, Isidre Esteve volverá a estar en la línea de salida, al volante de un coche adaptado, y encima de un cojín mágico.

«Yo quise ir al Dakar en 2009, había sido mi vida con la moto y no lo pensé.

Fue una decisión que estuvo bien al final, porque de ahí surgieron ideas, y el aprendizaje de prestar más atención a cómo reacciona mi cuerpo. Pero el camino fue muy duro», admite. En aquella ocasión no midió la dureza de estar tantas horas sentado en un coche tantos días seguidos. Al no sentir nada de cintura para abajo no era consciente de que se le producían heridas muy graves en los isquiones. No llegaron a infectarse, pero la piel no se regeneraba y pasó año y medio viendo la vida tumbado; con dos operaciones incluidas. La primera, no funcionó; con la segunda, en cambio, llegó el alivio. Y poco después, el Dakar volvió a coger forma en su cabeza gracias al impulso de otra persona que no acepta las barreras: Josep María Lloreda, director de KH Lloreda.

«Sin su implicación yo no estaría en el Dakar. Nos conocimos y quiso que volviera a la competición. No entendía que personas como yo no tuviéramos un sistema para evitar esas úlceras. Con médicos del CAR de Sant Cugat, y otras empresas, lideró un equipo de trabajo con el que se diseñó y se fabricó este cojín inteligente. Una idea real que sale de una necesidad: no renunciar a algo», explica Esteve. El cojín está dividido por zonas y colores, que indican las partes críticas en las que la persona ejerce más presión. Los sensores varían en función de dicha presión y la redistribuyen por toda la almohada para evitar que se concentre y produzca las heridas. «Se pueden personalizar y tiene como un sistema airbag que evita un golpe muy fuerte que pueda provocar lesiones en la columna», relata el piloto.

Es su luz después del año y medio de oscuridad. Es la sonrisa de volver a disfrutar de la adrenalina de la competición y, sobre todo, de la aventura del Dakar, a la que, dice, pertenece desde que comenzara en 1998. Fue África su primer destino. Un continente del que se enamoró. «Es un lugar de mil sabores diferentes. Hay dificultades, pero es precioso. Fue una experiencia de un crecimiento personal increíble. Estoy contento del impacto que tuvo en mí», cuenta. Quizá en aquella experiencia germinó la idea de la Fundación Isidre Esteve, desde donde el cojín inteligente se ha desarrollado para que no solo se quede en el asiento del piloto. Se han creado distintos modelos que saldrán al mercado este próximo 2017. «Cada vez hay más personas mayores que lo necesitarán, y no queremos que llegue solo a las personas que ya sufren estos problemas, sino para evitarlos. Hacer algo grande y poderlo compartir».

Un copiloto amigo

Un empeño personal en el que ha puesto toda su sabiduría. La misma que pondrá en marcha en cuanto se suba al coche en Paraguay. «Hemos tenido unos años para analizar por qué sucedieron las cosas. Somos más precavidos, lo tenemos todo más controlado y eso te hace ser más optimista. Es la carrera más dura del mundo, y queremos terminar. A partir del cuarto o quinto día veremos dónde estamos y lo que podemos hacer». Él y su copiloto Txema Villalobos. «Fui su jefe de mecánicos en 2009, pero es mi primer Dakar como copiloto. Yo salgo a cambiar la rueda, pero dentro del coche Isidre lo tiene todo controlado», explica. Esteve quería un amigo y alguien con la confianza suficiente para lidiar con los problemas físicos, mentales y de logística que surjan en el desierto o a 4.000 metros de altura.

Se enfrentan a un Dakar diseñado por Marc Coma, y será duro. Pero Esteve está encantado. «No puede ser una carrera de sprint, tiene que ser una aventura». Ya ha superado muchas desde que se quedó en una silla de ruedas y no precisamente a los mandos del coche. ¿Qué le hace sentir más vulnerable: una duna o un bordillo? «El bordillo. La duna forma parte del reto que tú has elegido y no hay nada más satisfactorio que enfrentarte a ello. El bordillo es algo que debe mejorar la sociedad. Pero, y esto es muy personal, no podemos esperar que todo sea fácil y accesible y perfecto. Tenemos que trabajar todos en adaptarnos y mejorar».

Videoclip Isidre Esteve Pre Dakar 2017 from Mediagé Comunicación on Vimeo.

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