La Orquesta Barroca de Sevilla durante un concierto
La Orquesta Barroca de Sevilla durante un concierto - VANESSA GÓMEZ
CRÍTICA DE MÚSICA

«Ya tengo bastante»: la crítica del concierto de la Orquesta Barroca

La Orquesta Barroca de Sevilla y el cantante José Antonio López brillaron en el Maestranza

SEVILLA Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La primera sorpresa del concierto debe notar claros en el aforo, inusual en cada concierto de la Orquesta Barroca de Sevilla (OBS). Puede que el fin de semana o la ausencia de unos de los grandes nombres que suelen acompañar a la Barroca tuvieran algo que ver, pero las colas de Santa Marina eran para ver a una de las formaciones más providenciales que hemos visto en esta ciudad y no estrellas.

Andoni Mercero una vez más comandaba la formación, y así potenciándola con su espíritu rítmico, enérgico y punzante, que comenzaba con una «Ouverture» de Erlebach, autor que no recordamos que haya figurado nunca en el repertorio de la Barroca, y que sin embargo nos traía una música muy expresiva, que permitió momentáneamente el diálogo del violín con el chelo de Ruiz, siempre delicioso, y con el de José Manuel Navarro, igualmente seductor, más si cabe cuando las violas apenas suelen asomar de su papel de relleno.

La presencia de José Antonio López nuevamente con la orquesta (recordemos en 2006 su fantástica participación solista con la OBS bajo la dirección de Juanjo Mena en la «Misa en Si menor» de Bach, en noche de frío aterrador) requería de su protagonismo en la Cantata BWV 82, apoyado por el expresivo oboe de Patrick Beaugiraud, en la que el intimismo se apodera de la misma, con el “yo” (“Ich”) como elemento recurrente al encabezar cada verso, así como por contar con un solo cantante, y sin coro.

El carácter sombrío que obliga a la «mezza voce» se torna gozoso en la brillante aria final, donde López dio muestras de su dominio de la coloratura, de su potencia y la belleza de sus graves. Intensidad expresiva sobresalió en «Cara pianta» o, naturalmente, en el brillantísimo final de «Sorge infausta», donde la perfecta articulación de las ornamentaciones o la completa solidez de su registro consiguió sorprendernos.

Sólo nos pareció su voz se enturbió un poco en algunos pasajes delicados, como en «Vieni o Cara», que no oscureció el atractivo de su recital. Por cierto -y eso le honra-, prefirió despedirse con una propina nada pirotécnica, pero sí hermosísima y cantada con verdadera devoción: «Ombra mai fu», en una versión nada habitual para bajo. Qué voz, qué orquesta.

Ver los comentarios