Música

Xoel López: «Siempre fui un kamikaze, hice cosas muy mal, las sigo haciendo y no me importa»

Su nuevo disco «Sueños y Pan» cierra la trilogía que arrancó con «Atlántico» y continuó con «Paramales»

Xoel López ABC

NACHO SERRANO

El gallego Xoel López acaba de lanzar el disco número 14 de su carrera, «Sueños y pan» , el cierre de una suerte de trilogía que arrancó con «Atlántico» (Esmerarte 2012) y continuó con «Paramales» (Esmerarte 2015), en la que ha plasmado una etapa plena de libertad creativa e investigación con nuevas sonoridades, muy empapadas de sabor latinoamericano. Compuesto por diez canciones y grabado en Madrid bajo la producción de Ángel Luján y el propio Xoel, «Sueños y Pan» se presentará en una gira que en España arrancará en el mes de marzo. Pero antes, y tras su paso por Medellín y Bogotá (Colombia) hace un par de semanas, Xoel López viajará al DF y a Guadalajara (México), para actuar en el 7º aniversario del Caradura y en la programación musical de Madrid como Invitada de Honor a la Feria Internacional del Libro (FIL), respectivamente.

Le ha quedado un disco lleno de sorpresas y giros inesperados. De hecho, en la primera canción está bastante irreconocible en el buen sentido.

Qué bien. Estoy un poco expectante de ver las primeras reacciones, de ver cómo lo siente la gente, y estas primeras reflexiones me gustan, y me sitúan un poco. Nosotros teníamos la intención de seguir dando pasos hacia nuevos lugares. Llevamos haciendo eso desde «Atlántico», que fue el inicio de mi carrera como Xoel López. La intención era esa, o más que la intención, fue lo que salió. Porque no hubo nada premeditado. Antes el estilo era más anglosajón, y desde que empiezo este viaje se abren tantas puertas que yo creo que ahora se trata de contener esa catarata, para que no se te vaya de las manos. Es un trabajo más de contención.

Aun así, el disco es muy exuberante.

A mi productor, Ángel Luján, yo siempre le decía: «Menos elementos, menos elementos». Pero lo decía porque yo mismo era el que había estado metiéndolos, ¡jaja! Mete esto, mete lo otro... Cuando te sientes tan libre para hacerlo a lo mejor acabas poniéndote gafas de sol con un gorro, unas orejeras, una bufanda... y dices, «coño, quítate algo». He tratado de sintetizar, de podar.

¿Cierra este disco realmente una trilogía completada por «Atlántico» y «Paramales»?

Creo que la respuesta es sí. Creo que sí cierra una trilogía, porque los tres discos reflejan la salida de ese barco imaginario hacia Buenos Aires, los viajes por América... «Paramales» sería una transición porque grabé la mitad aquí en España, y «Sueños y pan» sería como el descanso del aventurero.

Entonces siente que ya ha terminado de decir ciertas cosas que quería decir.

Sí. Creo que estoy en el eslabón que ahora me llevará a otro lugar. Hace poco, pensando en el siguiente paso, en qué me pide el cuerpo, me he dado cuenta de que me apetece meterme en un proyecto muy distinto. No sé, un homenaje a alguien, o recopilar toda mi carrera, o colaborar con otra persona. Creo que es momento de descansar un poco de Xoel López.

«Ahora el cuerpo me pide descansar de mi historia, de mi vida, mi biografía y mis sentimientos»

¿Le apetecería componer una banda sonora?

¡Sí! Me siento autor de discos y canciones, pero creo que podría ser buen momento para eso. O para cualquier otra cosa que no tenga tanto que ver conmigo. Es lo que me está pidiendo el cuerpo, descansar de mi historia, de mi vida, mi biografía y mis sentimientos.

Ya ha presentado varios de estos temas nuevos en Colombia, ¿cómo fue?

Muy bien, pero claro, todavía no había salido el disco y cuando las tocas la gente se queda muy expectante. Luego te dicen que están muy guay y tal, pero está todavía en el aire. El disco se terminó hace dos meses, y en estas entrevistas estoy hablando de él por primera vez, porque nadie más lo ha escuchado, aparte de mi productor y yo. De todas formas, cuando lo terminé lo dejé descansar, no lo he escuchado desde entonces. Voy a tener que refrescarlo para estas charlas, ¡jaja! Grabar un disco a veces es tan obsesivo, que luego hay que dejarlo descansar.

En Latinoamérica se están produciendo fusiones extraordinarias últimamente, sin ningún complejo.

Sí, son muy libres, y eso me flipa. Creo que he aprendido algo de esa actitud. Con las artes lo hacen todo de manera muy natural, no hay tanto... En España parece que si haces algo muy bien, es como si... Yo siempre fui un kamikaze, hice cosas muy mal, las sigo haciendo y no me importa. Creo que es la única manera de aprender. Yo no creo en la maestría ni en la perfección, yo hago lo que puedo, lo hago con mucha pasión, dedicación, cariño y amor, pero sé que me voy a equivocar, que haré cosas mal, que haré cosas de las que me arrepentiré... Pero siempre con una búsqueda de cierta verdad, de cierta bondad y belleza. La búsqueda de algo que pueda defender.

¿Su método para componer siempre ha sido el mismo a lo largo de su carrera?

No. Antes era más de componer música primero, letras después. Luego fui de componer todo a la vez, y ahora soy más de primero letras, música después. Aunque a veces me sigue saliendo todo a la vez, nunca al revés.

¿Qué importancia ha tenido la mezcla en el resultado final del sonido? Canciones como «Serpes» parecen todo un desafío en ese sentido.

¡Jajaja! Ese tema es un canto a la libertad prácticamente. Hubo mucho curro de mezcla, sí. Trabajé con Ángel desde el minuto uno, en un proceso de investigación, muy de laboratorio. Por suerte no nos explotó nada, ¡jaja!

¿Quién le acompaña en la canción «Frutos»?

Es Miren Iza, de Tulsa. Maravillosa, maravillosa. Es muy grande esa mujer. Es... ¡buf! Lo fuerte es que trabajando con ella me di cuenta de que es la primera colaboración que he hecho en toda mi carrera. En directo he hecho muchísimas, pero en disco, es la primera.

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